Santiago 5:17,18
¨Elías era hombre sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no
llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo
dio lluvia, y la tierra produjo su fruto¨.
Esta vez vamos a estar hablando
acerca del profeta Elías. Usted puede leer toda la vida de este personaje
bíblico en 1 Reyes 17-21 y 2 Reyes 1-2.
Elías fue un profeta hebreo que vivió
en el siglo IX A.C. Su nombre es una forma helenizada que proviene del nombre
hebreo Ēliyahū (אליהו) y que significa "Mi Dios es Yahvéh". Elías era
oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río Jordán, por eso
se le llama Elías tisbita (1 Reyes 17:1). El ministerio profético de Elías comienza
en la época del reinado de Acab (hijo de Omri), quien gobernó el Reino de Israel
entre 874 A.C. y 853 A.C.
Elías era un hombre de fe. Santiago
nos dice, que a pesar de ser un hombre como nosotros, un hombre ordinario, él
pidió a Dios que hiciera algo y Dios lo hizo. Dios espera que nosotros hagamos
lo mismo, que le pidamos las cosas que queremos que él haga. Eso es lo que
Jesús dice: ¨pedid todo lo que queréis, y os será hecho¨ (Juan 15:7b).
Es muy conocida la historia de Elías
y la viuda de Sarepta, y todo lo que Dios hizo en favor de ella y de su hijo, y
cómo Dios mostró su poder sobrenatural por la fe de una mujer que no era judía
(1 Reyes 17:8-24). Jesús habla de esta mujer por la fe que ella tuvo al favorecer
a este profeta de Dios: ¨Y en verdad os
digo que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo
fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la
tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en
Sarepta de Sidón¨ ( Lucas 4:25,26).
El poder de Dios reposaba en Elías,
con ese poder resucitó un muerto, al hijo de la viuda de Sarepta (1 Reyes
17:17-24).
Estos son hechos sobrenaturales que
corroboran la presencia de Dios en la vida de este hombre fuera de serie. Dios
quiere que sus hijos seamos personas fuera de serie, que seamos diferentes, que
seamos especiales, porque contamos con él, porque él vive en nuestras vidas,
nuestras vidas tienen que ser extraordinarias. Cuando el Señor viene a nuestra
vida, nuestra vida da un cambio que los demás a nuestro alrededor pueden ver y
serán impactados.
Se espera de nosotros, que nuestra
influencia sea poderosa para atraer a los hombres a Dios, para que los hombres
busquen a Dios. Dar a conocer a Cristo debe ser nuestra tarea más excelente
mientras vida tengamos, por eso debemos tener cuidado cómo andamos, debemos
andar como verdaderos hijos de Dios, no como personas del montón.
La Biblia dice en Malaquías que Elías
tenía que venir antes que Cristo viniera, y Jesús explicó que esto se refería a
Juan el Bautista, quien vino con el espíritu de Elías (Malaquías 4:5). Esta profecía cumplida la
leemos en Mateo 17:12, ¨Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino
que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre
padecerá de ellos¨.
Algunos piensan que Elías junto con
Enoc serán los dos testigos de que habla la Biblia en Apocalipsis que han de profetizar
por mil doscientos sesenta días con prodigios y milagros, y que luego serán
muertos y resucitarán (Apocalipsis 11:1-14). Esto se plantea de esta manera, por
el hecho de que ninguno de los dos ha visto la muerte, y así se cumpliría en
ellos lo que dice la Biblia en Hebreos: ¨Y de la manera que está establecido
para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio¨ (Hebreos
9:27).
Ahora quiero que nos concentremos en
los siguientes tres aspectos de la vida del profeta Elías.
1.- Elías Enfrenta La Idolatría en Israel.
En el tiempo de Elías reinaba en
Israel (el reino del norte) el rey Acab. La Biblia nos relata la condición
espiritual a la que este rey había llevado la nación: ¨Reinado de Acab: Comenzó
a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de
Judá. Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab
hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que
reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de
Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los
sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. E hizo altar a Baal, en el templo
de Baal que él edificó en Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera,
haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él,
para provocar la ira de Jehová Dios de Israel. En su tiempo Hiel de Bet-el
reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el
cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas,
conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun (1 Reyes
16: 29-34).
Producto de su gran celo por Dios
(1Reyes 19:14) Elías enfrenta al rey Acab anunciándole una prolongada sequía
que será establecida como castigo por la idolatría: ¨Entonces Elías tisbita,
que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en
cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi
palabra¨ (1Reyes 17:1).
Luego de esto Dios le da
instrucciones para que se retire por un tiempo al desierto, junto al arroyo de
Querit, para que dependa de provisiones traídas por cuervos (1Reyes 17:2-7).
Estando allí, el arroyo se seca y nuevamente recibe instrucciones de Dios para
que vaya y se acerque a una viuda en Sarepta. En las afueras de la ciudad esta
mujer que está azotada por el hambre, prepara lo que será su última comida para
ella y su hijo, antes de que llegue para ambos la inminente muerte. Pero ocurre
un milagro, pues Dios envía el profeta a esta mujer precisamente para ser
alimentado por ella. Toda la historia de este acontecimiento milagroso lo puede
encontrar en 1Reyes 17:8-16.
Dios está enseñando a Elías que él
debía depender de Dios en todo. El no sabía todavía a lo que se iba a
enfrentar, pero Dios sí lo sabía.
Elías entonces regresa donde el rey
Acab y le ordena convocar a los falsos profetas de Baal en el monte Carmelo
(1Reyes 18:17-19). En este
enfrentamiento Elías desafía a los profetas de
Baal pidiéndoles que su dios falso haga caer fuego del cielo para
consumir el altar que ellos han preparado, y de la misma manera, Elías también
prepara su altar en honor a Jehová, para que de esta forma se demuestre quién
es Dios verdaderamente. La historia bíblica nos dice que inútilmente los
profetas de Baal clamaron sin recibir respuesta alguna, pero que cuando Elías
oró a Dios delante de todo el pueblo, descendió fuego del cielo que consumió el
altar ( 1Reyes 18:20-40).
La escena termina con una masacre, el
profeta Elías decapita con su propia mano a los cuatrocientos cincuenta
profetas de Baal: ¨Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal,
para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo
de Cisón, y allí los degolló¨ (1Reyes 18:40).
El resultado de todo esto es que el
pueblo se da cuenta que Jehová es el verdadero Dios, y que los otros dioses son
falsos. Después de esto Dios da un respiro a la nación enviando de nuevo la
anhelada lluvia (1Reyes 18:41-46).
2.- Elías Intimidado Por el Poder Político.
Pero Elías necesitaba aprender una
lección: Que él no era el único que era fiel a Dios, sino que Dios tenía su
remanente, que él no era el único que era celoso del nombre de Jehová en Israel.
Esta es la razón porqué Dios lo hace pasar por la prueba de la persecución
de la reina Jezabel: ¨ Acab dio a
Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a
espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero,
diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo
no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se
levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y
dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y
se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová,
quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del
enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo:
Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre
las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y
volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y
come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y
fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta
Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y
vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? El
respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los
hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a
espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová
que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las
peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento
un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un
fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y
delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se
puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces
aquí, Elías? El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus
altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida. Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por
el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria. A Jehú
hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de
Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la
espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú,
Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no
se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron¨ (1Reyes 19:1-18).
El hecho de que Elías sintiera miedo,
después de haber enfrentado a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y
haberlos decapitado, explica lo que nos dice Santiago respecto de él, que él era
un hombre como nosotros (Santiago 5:17).
O sea, que Elías no era un súper hombre. Dios no necesita súper hombres, o
súper mujeres, Dios lo que necesita son hombres y mujeres ordinarios que tengan
fe en su gran poder y en sus maravillas.
Elías necesita saber que él no era el
único que estaba firme en su fe en el Dios verdadero, sino que Dios tenía a siete
mil que no había doblado sus rodillas ante Baal. Esto lo resalta el apóstol
Pablo hablando del remanente de Dios en Israel en Romanos 11: 1-5: ¨ Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su
pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia
de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual
desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a
Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus
altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le
dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado
la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un
remanente escogido por gracia¨.
Nunca nos podemos creer los únicos,
Dios nunca está solo, Dios no pierde, Dios siempre tiene gente a su favor, y
nunca debemos pensar que nosotros somos los únicos que trabajamos, o creernos
imprescindibles, o desdichados porque nos encontramos luchando solos (los dos
extremos). Luchar solos puede llevarnos al agotamiento y ser abrumados con
demasiada carga, carga que debemos compartir con otros que también están
dispuestos luchar por la causa del Señor.
3.- Elías Fortalecido, Levantado y Exaltado Por Dios.
Un encuentro con Dios en el monte Horeb,
enseña grandes lecciones a Elías que son para nosotros hoy. Ahora el profeta no
está acompañado de la multitud cuando desafiaba a los profetas de Baal, sino
que ahora está solo y en depresión, atemorizado por la amenaza de la malvada
Jezabel, a tal punto, que hasta se desea
la muerte: ¨ Y él se fue
por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y
deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo
mejor que mis padres¨ (1Reyes 19:4).
Esto nos recuerda cuando Moisés, de
la misma manera huyendo del poder egipcio, se encuentra solo en el mismo lugar,
en donde tiene un encuentro con Dios.
Si queremos encontrarnos con Dios,
debemos apartarnos de la multitud .
Tanto Elías como Moisés salieron a
andar su propio camino, pero Dios los encontró y los encaminó al lugar en el
cual ellos habrían de tener un encuentro con él, porque Dios no abandona a sus
hijos, y menos en sus circunstancias más difíciles.
Igual que todos nosotros, Elías entró
en depresión, y hasta llegó a pensar que Dios lo había dejado solo, y que él
era el único que estaba en pie. Pero aquí, en Horeb Dios le va a levantar el
ánimo, lo va a fortalecer y lo va a exaltar. Como Elías, nosotros necesitamos
huir al desierto, quedarnos solos con nuestros propios pensamientos y hacerle a
Dios las preguntas que nos atormentan. Entonces allí Dios se nos revelará y nos
mostrará como a Elías la verdadera realidad.
Cuarenta días tardó Elías en el
desierto para llegar a Horeb. Cuarenta días como siempre andando en el
desierto. Los famosos cuarenta días de la prueba, hasta llegar al monte donde
se encontrará con Dios.
En este lugar Dios le muestra, entre
otras cosas, que ha llegado la hora de su retiro: ¨ Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu
camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de
Siria. A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de
Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar¨ (1Reyes
19:15,16).Cuando hayamos acabado nuestro
trabajo, otros nos sucederán, y el Señor
nos llamará a su presencia para que estemos con él.
A Elías lo sucede Eliseo en el
ministerio (2 Reyes 2). No somos vitalicios, es necesario preparar el relevo,
preparar a los que nos van a sustituir, capacitarlos.
Elías no sólo fue levantado por Dios,
el cual no lo dejó caído, sino que lo exaltó hasta el cielo mismo. Fue llevado
al cielo en un carro de fuego: ¨ Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de
fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un
torbellino¨ (2Reyes 2:11).
Elías reaparece en el monte de la
transfiguración muchos siglos después, junto a Moisés, para acompañar a Jesús
en una muestra de la gloria de Dios ante la vista de tres de los apóstoles más
cercanos de Jesús, Pedro, Juan y Jacobo (Lucas 9:28-36).
Un dato importante al final es lo que sucedió con Jezabel, la malvada reina acerca de la cual habría profetizado Elías lo
siguiente: ¨De Jezabel también ha hablado Jehová, diciendo: Los perros comerán
a Jezabel en el muro de Jezreel¨ (1Reyes 21:23). Esto es algo que se cumplió al
pie de la letra y que se narra en 2Reyes 9:30-37: ¨Vino después Jehú a
Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con antimonio, y atavió su
cabeza, y se asomó a una ventana. Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella
dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor? Alzando él entonces su rostro
hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se inclinaron hacia él
dos o tres eunucos. Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte
de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló. Entró
luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver a aquella maldita, y sepultadla,
pues es hija de rey. Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella
más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos. Y volvieron, y se
lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios, la cual él habló por medio
de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los
perros las carnes de Jezabel, y el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre
la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir:
Esta es Jezabel¨. Ese es el destino de los que hacen lo malo ante los ojos de Jehová.
Leandro González
Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República
Dominicana, el 12 de julio de 2015.
1 comentario:
Amén mchas gracs bendiciónes
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