Isaías
5:20
¨¡Ay de los que a lo malo
dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las
tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!¨
De seguro habrá escuchado
la frase ¨tengo derecho a ser feliz¨, o quizá la habrá dicho alguna vez en su
vida. Una canción del conocido cantante José Luís Rodríguez trata este tema, la
canción a la letra dice así:
¿Quién
no ha dado nunca un solo paso en falso,
Y
querer de nuevo regresar atrás?
¿Quién
no ha estado al borde de un abismo blanco,
A
punto de saltar?
¿Quién
va a declararse libre de pecado,
De
no haber causado nunca ningún mal?
¿Quién
a medianoche no se ha despertado
con
ganas de empezar? Sin querer, ayudar.
Yo
también cometí tantos errores,
Tantas
veces he tenido que sufrir,
Esperando
ver llegar tiempos mejores,
He
pagado un alto precio por vivir.
Tengo
derecho a ser feliz,
Tengo
derecho a ser feliz.
Tengo
derecho a ser feliz,
Tengo
derecho a ser feliz.
¿Quién
no ha visto un día derrumbarse todo,
Y
crecer de nuevo a su alrededor?
¿Quién
no ha visto hojas en un tronco roto,
Salvadas
por la lluvia y el sol?
Yo
también conservé mis ilusiones,
Aun
a punto de tenerme que rendir.
Esperando
ver llegar tiempos mejores
He
pagado un alto precio por vivir.
Tengo
derecho a ser feliz,
Tengo
derecho a ser feliz.
Tengo
derecho a ser feliz,
Tengo
derecho a ser feliz.
Me da la impresión de que
cada vez que se dice esa frase, se trata de justificar el pecado. Es como si
dijéramos ¨tengo derecho a pecar¨. Pero lo cierto es que Dios no nos permite
derechos torcidos.
Hoy por todas partes la
gente reclama sus derechos. Muchos de esos derechos son legítimos, pero muchos
no lo son, sino más bien una manera de pretender ignorar los preceptos divinos.
Este reclamo de derechos torcidos, es lo que lleva esta sociedad al matadero.
Quiero que veamos algunos
de estos supuestos derechos que la gente reclama como suyos:
1.-
Tengo derecho a usar mi cuerpo como me plazca, porque mi cuerpo es mío.
Pero según la Palabra de
Dios, nuestro cuerpo no es nuestro, ni nada de lo que tenemos lo es. Todo lo
que decimos poseer es de Dios, incluyendo nuestro cuerpo con todas sus partes
íntimas y no íntimas. Esto es cierto respecto de todas las personas, hasta de
las que todavía no se han convertido, pero lo es mucho más para aquellas que le
han entregado su vida al Señor: ¨¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios¨
(I Corintios 6:19,20).
Las prostitutas dicen que
su cuerpo es de ellas y que por lo tanto pueden usarlo como les plazca. Los
homosexuales y las lesbianas dicen lo mismo y los fornicarios y adúlteros dicen
también otro poco. Pero la Biblia dice: ¨Las viandas para el vientre, y el
vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios.
Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para
el cuerpo¨ (I Corintios 6:13).
Dentro de este apartado de
nuestro tema, analicemos lo que muchos dicen acerca de su lengua: tengo derecho
a decir lo que me plazca, porque mi boca es mía. Es por eso que escuchamos cada
día hasta lo que ni siquiera nos imaginamos nunca que podríamos escuchar. La
gente dice cada cosa, y ya no en privado, sino en público, que uno ha perdido
la capacidad de asombro. ¡Ojalá no perdiéramos jamás esa capacidad! Note lo que
nos dice Santiago acerca de la lengua: ¨Y la lengua es un fuego,
un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina
todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por
el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y
de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero
ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado,
llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma
boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así¨
(Santiago 3:6-10).
Cuide su lengua, porque ella lo puede llevar miserablemente
a la tumba y al infierno, y se irá allá sinceramente envanecido en su derecho
de decir lo que le dé la gana.
2.-
Tengo derecho a ir a cualquier parte, porque este mundo es libre.
Nadie tiene derecho a
decirme dónde tengo que vivir o dónde tengo que ir. Eso parece algo bueno, pero
si lo analizamos bien, nos daremos cuenta que no es así. Lo cierto es que el
mismo derecho al que apelamos para la satisfacción de nuestros deseos, puede
coartar o lesionar el derecho de otros. Otra vez volvemos al dicho ¨tengo
derecho a ser feliz¨, y basados en esa premisa, muchos se divorcian en papeles,
para arreglar otros papeles que les permitan viajar a los Estados Unidos o a
otros lugares en donde piensan encontrar mejor vida. Muchas de las personas que
hacen esto son cristianas, que tienen conocimiento muy claro de que Dios
condena el pecado en cualquier parte y en cualquier forma que se manifieste,
y que saben también que Dios no tomará por inocente al culpable: ¨Y pasando
Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso
y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda
misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y
que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de
los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y
cuarta generación¨ (Éxodo 34:6,7).
En esta loca carrera de
consecución de los derechos, se pisotea el sagrado matrimonio y se menosprecian
los principios divinos. Es por esto que siempre digo, que a los que hacen tal
cosa, aunque les vaya bien, les va a ir muy mal. Cuando se actúa de esta manera
no sólo se pierde la vergüenza, también se pierde, desgraciadamente la mayoría
de las veces, la familia. La esposa pierde al esposo y los padres pierden a los
hijos, y viceversa, la familia se va por la cañería y así se va todo a la porquería. Lo que
nos costó años y sacrificio construir, lo mandamos a la misma porquería, y todo
porque tenemos derecho dizque a ser felices.
3.-
Tengo derecho a divertirme.
¿Qué tiene de malo
divertirse? ¿Quién ha dicho que beber, que bailar, que jugar lotería, que
apostar en el casino es malo? Ustedes saben que algunas personas que van a la
iglesia hacen estas cosas, aduciendo que no tiene nada de malo hacer eso.
El que bebe dice que lo
malo es emborracharse, que la Biblia lo que condena es la embriaguez; el que
baila dice que en la Biblia David danzó y que está bien bailar, siempre y
cuando se haga con la esposa o con la novia, que lo malo sería hacerlo con otra
persona; el que juega dice que para algo tiene uno que trabajar, no es posible
que uno no pueda dar su ¨jugadita¨, ¿qué tiene de malo eso? Se defienden
diciendo que tienen derecho a divertirse sanamente.
Hay que tener cuidado con
lo que el mundo llama ¨sanamente¨, pues la Biblia enseña que ¨el que se hace
amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios¨: ¨!!Oh almas adúlteras! ¿No
sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios¨ (Santiago 4:4).
Cuando una persona se
convierte, renuncia a las cosas del mundo. Las cosas del mundo o ¨cosmos¨ que,
es lo superfluo, lo material, lo banal, son las cosas malas que el mundo hace,
que no agradan a Dios, y que por lo tanto Dios no aprueba. Acerca de esto la
Biblia nos manda lo siguiente: ¨No améis al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo
que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa,
y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre¨ (I
Juan 2:15-17).
Algunos dirán que la
Biblia no condena tal o cual cosa, que no se encuentra en la Biblia tal o cual pecado.
La Biblia no tiene que decirlo de manera específica para saber cuándo una
cosa es pecado, hasta los que no son cristianos saben cuándo una cosa es
pecado. Por este motivo encontramos en la Biblia un sabio consejo ¨absteneos de
toda especie de mal¨ (I Tesalonicenses 5:22). Aquí entran todos los pecados no
especificados en la Biblia, y hasta los que el hombre se inventa cada día,
porque la Biblia dice que el hombre es un inventor de pecados (Eclesiastés
7:29).
Si una persona se ha
convertido, debe alejarse de todo aquello que no le agrada a Dios. Deje de
reclamar sus derechos torcidos, y entréguele su vida a Jesucristo, su Señor y
Salvador que lo quiere redimir para siempre.
Leandro
González
Sermón
predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 21 de
Septiembre de 2014.
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