domingo, 21 de septiembre de 2014

DERECHOS TORCIDOS

Isaías 5:20

¨¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!¨

De seguro habrá escuchado la frase ¨tengo derecho a ser feliz¨, o quizá la habrá dicho alguna vez en su vida. Una canción del conocido cantante José Luís Rodríguez trata este tema, la canción a la letra dice así:

¿Quién no ha dado nunca un solo paso en falso,
Y querer de nuevo regresar atrás?
¿Quién no ha estado al borde de un abismo blanco,
A punto de saltar?

¿Quién va a declararse libre de pecado,
De no haber causado nunca ningún mal?
¿Quién a medianoche no se ha despertado
con ganas de empezar? Sin querer, ayudar.

Yo también cometí tantos errores,
Tantas veces he tenido que sufrir,
Esperando ver llegar tiempos mejores,
He pagado un alto precio por vivir.

Tengo derecho a ser feliz,
Tengo derecho a ser feliz.
Tengo derecho a ser feliz,
Tengo derecho a ser feliz.

¿Quién no ha visto un día derrumbarse todo,
Y crecer de nuevo a su alrededor?
¿Quién no ha visto hojas en un tronco roto,
Salvadas por la lluvia y el sol?

Yo también conservé mis ilusiones,
Aun a punto de tenerme que rendir.
Esperando ver llegar tiempos mejores
He pagado un alto precio por vivir.


Tengo derecho a ser feliz,
Tengo derecho a ser feliz.
Tengo derecho a ser feliz,
Tengo derecho a ser feliz.

Me da la impresión de que cada vez que se dice esa frase, se trata de justificar el pecado. Es como si dijéramos ¨tengo derecho a pecar¨. Pero lo cierto es que Dios no nos permite derechos torcidos.

Hoy por todas partes la gente reclama sus derechos. Muchos de esos derechos son legítimos, pero muchos no lo son, sino más bien una manera de pretender ignorar los preceptos divinos. Este reclamo de derechos torcidos, es lo que lleva esta sociedad al matadero.

Quiero que veamos algunos de estos supuestos derechos que la gente reclama como suyos:

1.- Tengo derecho a usar mi cuerpo como me plazca, porque mi cuerpo es mío.

Pero según la Palabra de Dios, nuestro cuerpo no es nuestro, ni nada de lo que tenemos lo es. Todo lo que decimos poseer es de Dios, incluyendo nuestro cuerpo con todas sus partes íntimas y no íntimas. Esto es cierto respecto de todas las personas, hasta de las que todavía no se han convertido, pero lo es mucho más para aquellas que le han entregado su vida al Señor: ¨¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios¨ (I Corintios  6:19,20).

Las prostitutas dicen que su cuerpo es de ellas y que por lo tanto pueden usarlo como les plazca. Los homosexuales y las lesbianas dicen lo mismo y los fornicarios y adúlteros dicen también otro poco. Pero la Biblia dice: ¨Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo¨ (I Corintios 6:13).

Dentro de este apartado de nuestro tema, analicemos lo que muchos dicen acerca de su lengua: tengo derecho a decir lo que me plazca, porque mi boca es mía. Es por eso que escuchamos cada día hasta lo que ni siquiera nos imaginamos nunca que podríamos escuchar. La gente dice cada cosa, y ya no en privado, sino en público, que uno ha perdido la capacidad de asombro. ¡Ojalá no perdiéramos jamás esa capacidad! Note lo que nos dice Santiago acerca de la lengua: ¨Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así¨ (Santiago 3:6-10). 

Cuide su lengua, porque ella lo puede llevar miserablemente a la tumba y al infierno, y se irá allá sinceramente envanecido en su derecho de decir lo que le dé la gana.

2.- Tengo derecho a ir a cualquier parte, porque este mundo es libre.

Nadie tiene derecho a decirme dónde tengo que vivir o dónde tengo que ir. Eso parece algo bueno, pero si lo analizamos bien, nos daremos cuenta que no es así. Lo cierto es que el mismo derecho al que apelamos para la satisfacción de nuestros deseos, puede coartar o lesionar el derecho de otros. Otra vez volvemos al dicho ¨tengo derecho a ser feliz¨, y basados en esa premisa, muchos se divorcian en papeles, para arreglar otros papeles que les permitan viajar a los Estados Unidos o a otros lugares en donde piensan encontrar mejor vida. Muchas de las personas que hacen esto son cristianas, que tienen conocimiento muy claro de que Dios condena el pecado en cualquier parte y en cualquier forma que se manifieste, y que saben también que Dios no tomará por inocente al culpable: ¨Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación¨ (Éxodo 34:6,7).

En esta loca carrera de consecución de los derechos, se pisotea el sagrado matrimonio y se menosprecian los principios divinos. Es por esto que siempre digo, que a los que hacen tal cosa, aunque les vaya bien, les va a ir muy mal. Cuando se actúa de esta manera no sólo se pierde la vergüenza, también se pierde, desgraciadamente la mayoría de las veces, la familia. La esposa pierde al esposo y los padres pierden a los hijos, y viceversa, la familia se va por la cañería y así se va todo a la porquería. Lo que nos costó años y sacrificio construir, lo mandamos a la misma porquería, y todo porque tenemos derecho dizque a ser felices.

3.- Tengo derecho a divertirme.

¿Qué tiene de malo divertirse? ¿Quién ha dicho que beber, que bailar, que jugar lotería, que apostar en el casino es malo? Ustedes saben que algunas personas que van a la iglesia hacen estas cosas, aduciendo que no tiene nada de malo hacer eso.

El que bebe dice que lo malo es emborracharse, que la Biblia lo que condena es la embriaguez; el que baila dice que en la Biblia David danzó y que está bien bailar, siempre y cuando se haga con la esposa o con la novia, que lo malo sería hacerlo con otra persona; el que juega dice que para algo tiene uno que trabajar, no es posible que uno no pueda dar su ¨jugadita¨, ¿qué tiene de malo eso? Se defienden diciendo que tienen derecho a divertirse sanamente.

Hay que tener cuidado con lo que el mundo llama ¨sanamente¨, pues la Biblia enseña que ¨el que se hace amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios¨: ¨!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios¨ (Santiago 4:4).

Cuando una persona se convierte, renuncia a las cosas del mundo. Las cosas del mundo o ¨cosmos¨ que, es lo superfluo, lo material, lo banal, son las cosas malas que el mundo hace, que no agradan a Dios, y que por lo tanto Dios no aprueba. Acerca de esto la Biblia nos manda lo siguiente: ¨No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre¨ (I Juan 2:15-17).

Algunos dirán que la Biblia no condena tal o cual cosa, que no se encuentra en la Biblia tal o cual pecado. La Biblia no tiene que decirlo de manera específica para saber cuándo una cosa es pecado, hasta los que no son cristianos saben cuándo una cosa es pecado. Por este motivo encontramos en la Biblia un sabio consejo ¨absteneos de toda especie de mal¨ (I Tesalonicenses 5:22). Aquí entran todos los pecados no especificados en la Biblia, y hasta los que el hombre se inventa cada día, porque la Biblia dice que el hombre es un inventor de pecados (Eclesiastés 7:29).

Si una persona se ha convertido, debe alejarse de todo aquello que no le agrada a Dios. Deje de reclamar sus derechos torcidos, y entréguele su vida a Jesucristo, su Señor y Salvador que lo quiere redimir para siempre.

Leandro González

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 21 de Septiembre de 2014.

domingo, 15 de junio de 2014

EL DIOS VERDADERO

Deuteronomio 6: 4; Isaías 40: 28

Para el escritor de la Biblia el conocimiento de la existencia de Dios es elemental. Note como dice la Nueva Versión Internacional en Isaías 40: 28: ¨¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El SEÑOR es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra¨. Por eso es una cosa imperdonable que algo tan esencial no se le enseñe a los hijos. En Deuteronomio 6: 4-6 el mandamiento a los padres es inculcar esta verdad en sus hijos con todo el empeño posible. El descuido de esta enseñanza es una de las cosas que ha creado una civilización atea y materialista que ha dado como resultado una cultura violenta, insensible e inmisericorde.

Basados en esta preocupación, hay tres elementos que consideraremos  a la luz de estos dos versículos bíblicos: Deuteronomio 6: 4 e Isaías 40: 28 bajo el tema: El Dios Verdadero. 

I.- El Dios Verdadero Es Uno Solo.  Deut. 6: 4

Para el judío devoto este pasaje de Deuteronomio 6: 4-9 constituye lo que ellos llaman el Shema o parte principal de su fe. Shema se refiere a la primera palabra con que comienza esta oración de llamado a la adoración: ¨Oye¨. Esta es la parte principal de toda su fe: La creencia en un solo y único Dios, en torno a la cual gira toda su vida desde el nacimiento mismo, hasta la hora de la muerte.  

Si Dios existe, tiene que ser uno solo. No puede haber más que uno que sea el Dios verdadero. Así como la verdad es una sola, Dios es uno solo, y esta es una verdad absoluta. 

La enseñanza de la trinidad, que es un tema principalísimo en el Nuevo Testamento, no contradice la enseñanza de un solo Dios del Antiguo Testamento, ni plantea la existencia de tres dioses, sino que el único Dios se manifiesta en tres personas. Esto habla de la personalidad de Dios, no de tres dioses. Estamos hablando de un Dios que es verdaderamente complejo. No es fácil para la mente humana concebir el misterio de la trinidad. Si Dios fuera fácil de explicar entonces no sería Dios, y mucho menos podrá ser definido por seres pecadores como nosotros, siendo él un Dios Santo. 

La verdad de que Dios es uno solo hace a Dios único y exclusivo. No hay otro dios, ni otros dioses. Por eso la Biblia prohíbe categóricamente la adoración a otros dioses, y claramente plantea que lo que los hombres adoran como dioses, no lo son. Cuando un hombre hace un dios a su semejanza, lo que está demostrando es su intención de querer ser él mismo un dios, porque hace a un dios que él puede manejar. 

Los ídolos son definidos  en la Biblia como un intento miserable del hombre de suplantar a un Dios insustituible. La descripción que en la Biblia se hace de los ídolos es que son mudos, sordos, ciegos, discapacitados, inmóviles, insensibles, sin ningún valor en sí mismos y que los que los hacen y los adoran están en la misma situación (Lea el Salmo 115).

La enseñanza de un solo Dios es una doctrina cardinal en toda la Biblia. Es una doctrina básica tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Note este versículo: ¨Porque hay un Solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres; Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5).  

El nombre propio de Dios es Jehová, que significa: ¨Yo Soy el que Soy¨ (Exodo 3: 13-15).  Jesucristo en el Nuevo Testamento es el mismo ¨Yo Soy¨ del Antiguo Testamento, El es Jehová. La perfecta manifestación de Jesucristo como la imagen misma de la sustancia de Dios (Hebreos 1:1-3) fue evidenciada de muchas formas durante la vida terrenal de nuestro Señor, pero la mayor muestra de su unidad con el Padre se puede ver en sus categóricas afirmaciones donde utiliza la construcción gramatical ¨Yo Soy¨ en sus múltiples alocuciones en el evangelio de Juan. 

Así que, Jesucristo es el mismo Dios hecho hombre, que es el misterio de la encarnación. El apóstol Pablo lo dice de la siguiente manera: ¨aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús¨ (Tito 2:13).

Cuando Jesús dijo a la mujer samaritana que la salvación viene de los judíos en Juan 4:22, se estaba refiriendo a él mismo como el único camino al Padre, tal y como lo dice en Juan 14: 6: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.”. Es por eso que para ser salvo, una persona necesita recibir a Jesucristo, creer en él, para poder tener acceso al verdadero Dios. 

Jesucristo constituye el único camino a Dios, y en este sentido todos los  demás camino son invalidados. Si hay un único camino para ir a un lugar, cualquiera otra forma que se quiera intentar para llegar allí, será infructuosa. Es por eso que cada persona necesita confesar a Jesucristo para poder ser salvo.

II.- El Dios Verdadero Es Eterno. Isaías 40:28

¿Quién hizo a Dios? Esta es una pregunta que muchos hacen, y quien hace esta pregunta claramente demuestra su gran ignorancia acerca de Dios. Puesto que Dios es eterno, no tiene principio, ni tiene fin; y al mismo tiempo El es el principio y el fin de todas las cosas. 

Si es Dios, él siempre ha sido y siempre será, y al mismo tiempo es la causa de todas las cosas que existen, y además, todas las cosas encuentran sentido sólo en él. Esto es verdad con respecto a Jesucristo, ya que la Biblia dice que ¨sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho¨ (Juan 1:3). Juan presenta a Jesús como el verbo de Dios que hizo todas las cosas, o sea, que Jesucristo por ser Dios, es preexistente, entonces antes de nacer de la virgen María, él ya era (Juan 1:1.3) y además es el Creador de todas las cosas, y por ende él es eterno. 

Un atributo derivado de la eternidad de Dios es su inmutabilidad, o sea, que no cambia, que siempre ha sido el mismo y será el mismo. Por ejemplo, no envejece como nosotros los humanos, y siempre mantiene su carácter y todas sus cualidades de forma invariable. Esto es lo que nos dice la Biblia acerca de Jesucristo: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8). Porque Dios es el único que tiene esta capacidad, Jesucristo es el mismo Dios que no cambia: ¨Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. (Malaquías 3:6). 

En Jesucristo, el Eterno se ha limitado al tiempo y al espacio en la encarnación, por obediencia al Padre y por amor a la humanidad, según nos lo enseña Filipenses 2: 1-11. Jesucristo es el Dios eterno que se ha hecho tangible, accesible al hombre. Para que el hombre finito pudiera llegar al Dios infinito, Dios ha llegado al hombre en la persona de Jesucristo. Así que, el hombre no tiene alternativa, sino una sola e imperativa salida: Jesucristo, en el que toda persona debe creer para poder ser salva.

III.- El Dios Verdadero Debe Ser Amado Sin Reservas. Deut. 6: 5

Cuando el hombre no conoce al Dios verdadero, ama a sus ídolos por encima de todas las cosas, y pone todo su corazón en ello. Cuando una persona ama su dinero, por ejemplo, éste se convierte en su dios, y es allí donde estará su corazón: ¨Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón¨ (Lucas 12:34).  El tesoro representa lo más valioso, lo más amado. 

Todo el esfuerzo que se ponía en otra cosa que se consideraba como dios (antes de conocer la verdad, antes de la conversión), con mucha más razón se debe poner en el Dios verdadero. Es por esto que la Biblia enseña que Dios debe ser el centro de nuestra vida. El pecado del hombre es y ha sido el egocentrismo, pretender que todo gire en torno suyo, cuando todo debe girar en torno a Dios, teocentrismo, que es lo correcto, porque Dios fue que nos hizo, ¨no nosotros a nosotros mismos¨ (Salmo 100:3). 

El Señor Jesús nos ha dicho cómo es que debemos amar a Dios: ¨ Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento¨ (Mateo 22:37.38). Debemos amar a Dios de todo corazón, de forma sincera, de verdad. A Dios no lo podemos engañar, él no es un ídolo ,inconsciente él es el Dios verdadero que todo lo ve, y que escudriña los corazones. El se da cuenta cuando sólo lo adoramos de labios, y es algo que él aborrece. 

Debemos amar a Dios de toda nuestra alma. Alma es psiquis, la mente, así que debemos tener la mente clara y precisa puesta en Dios, no en otra cosa. Esto significa que debemos estar atentos a lo que él demanda, vivir de acuerdo a la ética que él nos ha trazado. Nuestro intelecto debe ser consciente de la adoración que damos a Dios. Nuestro culto a Dios debe ser un culto intelectual, no meramente emotivo, que dependa sólo de la experiencia o de los sentimientos, pues los sentimientos nos pueden engañar. 

Amar a Dios de corazón y de alma es un ejercicio interior, algo que enriquecerá nuestra vida espiritual y nos preparará para usar toda nuestra fuerza y energía en cosas que glorifiquen su nombre. Así que, debemos amar a Dios también con toda nuestra fuerza, o sea, con todo nuestro vigor. Por eso se ordena a los padres inculcar la verdad del único Dios verdadero a los niños, para que desde la niñez, y pasando por la juventud, la adultez y luego al llegar a la vejez, el hombre sea consciente de su adoración al único Dios verdadero.

Todos debemos amar a Dios en todo tiempo y circunstancia, con nuestras emociones, con nuestra mente, y con nuestro cuerpo (en todo lo que hacemos), esta es la adoración integral que Dios demanda. 

Nuestro Señor Jesucristo nos dio la pauta perfecta para mostrar el verdadero amor a Dios, al que no podemos ver, al resaltar el gran mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22: 37-39). En la práctica de amar al prójimo es que se muestra, según el apóstol Juan, nuestro verdadero amor a Dios: ¨Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el  que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?¨ (I Juan 4: 20).

El verdadero Dios demanda un estilo de vida muy especial. El verdadero Dios es siempre el mismo, no cambia, por eso te ofrece su perdón y te llama para que hagas la paz con él. 
Es crucial hacer la paz con Dios, porque él es el único Dios y no hay otro con el que puedas negociar.

En Isaías 1:18 dice: ¨Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". 

Jesucristo te dice: ¨Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera¨ (Mateo 11: 28-30, La Biblia de las Américas). 

Leandro González

domingo, 23 de marzo de 2014

¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA DE LOS HERMANOS DE JESÚS?

(Segunda Parte)

Mateo 12:46-50


¨Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre¨.

2.- La Biblia Claramente Enseña Que Jesús tuvo Hermanos y Hermanas.

En uno de los pasajes que nos sirven de base para este sermón, vemos que para la gente que conocía la familia de Jesús, el hecho de que José y María eran un matrimonio muy fructífero, era algo de lo más normal: ¨Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?¨ (Mateo 13:54-56).

Tenemos que decir que eran medio hermanos, pues sólo eran hermanos de madre, pues José no era el padre biológico de Jesús. José era el padre putativo de Jesús, es por esto que la Biblia aclara cuando se refiere al parentesco de Jesús con José, lo siguiente: ¨Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí¨ (Lucas 3:23).

El apóstol Pablo menciona a Santiago, como el hermano de Jesús: ¨pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor¨ (Gálatas 1:19). Y también hace mención de los hermanos de Jesús en su primera carta a los corintios: ¨¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas?¨ (I Corintios 9:5).

Judas, el escritor de la última epístola general en el Nuevo Testamento, se presenta como hermano de Santiago, quizá por considerarse indigno de llamarse hermano de Jesús, pues antes lo había negado. Como no se identifica como apóstol, cosa que todos los apóstoles hacían para respaldar la autoridad de sus palabras, es claro que no se trata de Judas el apóstol, sino de Judas, el hermano de Jesús.

Se han inventado increíbles argumentos para establecer el mito de que María no tuvo hijos con José, como el que dice que José era viudo, que había tenido otro matrimonio antes de casarse con María, y que esos hijos que se mencionan, son los hijos que José tuvo en el matrimonio anterior. Pero no hay forma de compaginar eso con el relato bíblico. Lo más sencillo y claro es lo que podemos ver en la Biblia, y es que José y María sí tuvieron hijos e hijas, como un matrimonio normal lo tiene. Dios no le puso como condición a María que ella no podría tener una vida marital normal con su esposo José.

La Biblia nos relata que María asistió a una boda en Caná de Galilea, acompañada de sus hijos. Esta parece haber sido una invitación familiar a esta boda, a la que también asistieron los discípulos del Señor. El relato se encuentra en Juan 2:1-12. En Juan 2:12 leemos lo siguiente: ¨Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días¨. Note como se hace una distinción muy clara entre los discípulos de Jesús y sus hermanos, lo cual claramente significa que los hermanos mencionados aquí, no se refiere a hermanos en la fe, sino a hermanos de sangre.

Es interesante que casi siempre que se menciona a los hermanos de Jesús, está María involucrada en el relato, lo cual corrobora el parentesco consanguíneo de estas personas. Es por este motivo que la palabra griega "δελφός" que se utiliza en cada caso para referirse a los hermanos de Jesús, por causa de su contexto, no se puede interpretar en sentido figurado sino en sentido literal, como refiriéndose a hermanos consanguíneos.

Es verdad que la misma palabra griega "δελφός", se utiliza en la Biblia de la misma forma que se utiliza en español la palabra ¨hermano¨, pero el contexto en el que se use la misma, hace la diferencia. Por ejemplo, cuando el apóstol Pablo llama hermano a Sóstenes, un miembro de la iglesia de Corinto, claramente se entiende que está utilizando el término en sentido figurado, puesto que Sóstenes, el creyente de la iglesia de Corinto, no era hermano consanguíneo de Pablo, sino que se acostumbraba, igual que hoy, a llamar ¨hermanos¨ a los miembros de la iglesia: ¨Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes¨(I Corintios 1:1).

Para corroborar lo que decimos, existe el caso del verbo ¨conocer¨, en griego ¨ginosko¨, que en Mateo 1:25 se refiere a la relación sexual entre un hombre y una mujer; y la misma palabra, utilizada en Mateo 7:16, se refiere a tener conocimiento acerca de una persona o al hecho de identificar a alguien por su forma de ser. Veamos estos dos versículos de forma sucesiva: ¨Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS¨; ¨Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?¨. Aquí vemos lo importante que es el contexto.

3.- La Biblia Claramente Enseña Que los Hermanos de Jesús en Principio no Creían en él.

En Juan 7:3-10 encontramos esta triste verdad: ¨Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos; y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él. Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto. No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido¨. Esta es una prueba irrefutable de que cuando la Biblia se refiere a los hermanos de Jesús, se refiere a hermanos de sangre, puesto que sería contraproducente que se diga en la Biblia que sus discípulos (si se entiende a los hermanos como sus discípulos),  los que lo seguían, no creían en él, pero claramente aquí se está refiriendo a los hermanos consanguíneos de Jesús.  Y en el mismo pasaje en boca de los hermanos de Jesús, ellos mismos establecen una diferencia entre ellos, sus hermanos, y los discípulos. Sólo hay que leer cuidadosamente: ¨y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces¨ (Juan 7:3).

Pero hay una nota de victoria en este punto de nuestro sermón, y es que los hermanos de Jesús, después llegaron a creer en él y a convertirse en sus seguidores. Ellos estaban presentes junto con los apóstoles y los demás miembros de la iglesia el día de pentecostés: ¨Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos¨ (Hechos 1:14).

Hasta tenemos en la Biblia una carta escrita por Santiago, uno de los hermanos de Jesús y es muy probable, casi seguro, que también Judas, el autor de la última epístola universal, sea uno de los hermanos de Jesús, que se mencionan en Mateo 13:55.  Sabemos que Tanto Santiago como Judas son los medio hermanos de Jesús, pues como ya hemos dicho, si hubieran sido alguno de los apóstoles, se habrían identificado como apóstoles de Jesucristo, como manera de apoyar la autoridad de sus palabras.

Este Santiago jugó un papel muy importante en la naciente iglesia, tal y como lo vemos en el capítulo 15 de Hechos, en la asamblea que se llevó a cabo para resolver el problema de los judaizantes: ¨Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme¨ (Hechos 15:13).

Podemos decir que los hermanos de sangre de Jesús llegaron a convertirse y a ser muy importantes en el engrandecimiento del reino de Dios en la tierra. Lo que Dios espera de ti y de mí, como hermanos en la fe, es que hagamos lo mismo hoy.

Leandro González

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el domingo 23 de marzo de 2014.

domingo, 16 de marzo de 2014

¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA DE LOS HERMANOS DE JESÚS?

(Primera Parte)

Mateo 12:46-50

¨Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre¨.
                                       
¿Tuvo Jesús hermanos? ¿Tuvo María hijos con José? ¿Es bueno o es malo que María haya tenido otros hijos aparte de Jesús? ¿Qué importancia y relevancia tiene para la fe cristiana el hecho de que María haya tenido más hijos? Estas son preguntas que trataremos de contestar en este sermón.

Mateo 13 habla de la familia de Jesús, donde se le relaciona con José, con María y con sus hermanos, hasta se menciona los nombres de los varones, y se dice que también tenía hermanas.

La Biblia dice que Jesús fue el primogénito de María y que después que Jesús nació, José y María fueron pareja, vivieron una vida marital normal.

Que Jesús tenía hermanos es muy claro en la Biblia, pues en una ocasión, estando él con sus discípulos enseñando, se presentaron su madre y sus hermanos que lo buscaban. Se ha dicho que esos hermanos eran los creyentes, pero los creyentes, o discípulos estaban con él. Otro argumento es que cuando se menciona a hermanos, se refiere a primos, entonces, ¿qué hacían los primos de Jesús con su Madre buscándole? Además la Biblia aclara que sus hermanos no creían en él. Pues ese día que se menciona que lo buscaban su madre y sus hermanos, Jesús dijo que su madre y sus hermanos eran los que hacían la voluntad de su Padre.

1.- La Biblia Claramente Enseña Que María y José Vivieron como Esposo y Esposa.

Cuando se dice que María y José no tuvieron una vida marital como la tienen todos los esposos, se pretende decir, entre otras cosas, que el sexo es malo. El sexo fue creado por Dios para el hombre y la mujer, es una forma sublime de comunicarse y de amarse, y es al mismo tiempo la forma como se produce la multiplicación de la especie humana sobre la tierra. No fue el sexo lo que hizo que Adán y Eva pecaran, pues cuando ellos pecaron, ya Dios les había dado mandamiento acerca de multiplicarse: ¨Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra¨ (Génesis 1:27,28). Así que no podemos aceptar que sea malo que María y José hayan tenido una vida conyugal normal.

José quería a María como mujer, pues si ese no hubiera sido el caso, él no hubiese tenido la intención de dejarla cuando supo que estaba embarazada. Sintió su dignidad de hombre burlada al enterarse que la mujer con la que se iba a casar estaba embarazada de otro hombre. Aunque José era un hombre piadoso, que esperaba la promesa del nacimiento del Mesías, se encontró difícil creer que su prometida estaba embarazada como un milagro obrado por el Espíritu Santo, y le era más digerible el hecho de que María había dado un mal paso. Eso era lo que él creía antes de que el ángel del Señor se le apareciera en sueños.

La Biblia nos enseña que para que él tuviera que aceptar esta verdad, tuvo que recibir la iluminación directa de Dios: ¨El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer¨ (Mateo 1:18-24).

Al igual que José, muchos judíos creían que cuando la profecía bíblica decía que ¨una virgen concebirá y dará a luz un hijo¨, se refería a que esa mujer de quien habría de nacer el Mesías, se habría de casar siendo virgen, y que de su primera relación, nacería dicho Mesías. Pero no era así, sino que esta profecía se refería a un hecho literal, o sea, que una mujer, sin haber tenido relaciones sexuales con un hombre, quedaría embarazada de manera milagrosa, y que de ella nacería el Mesías tan esperado.

Como vemos, fue Dios mismo quien le aclaró a José el significado de este acontecimiento. Si Dios no lo hubiera hecho así, José no habría entendido nunca esta situación. Fue el convencimiento de que María era el objeto de Dios para traer al mundo al Mesías, lo que hizo que José se resignase a esperar que este niño naciera, para poder tomar a María como su mujer, tal y como es lo más normal en toda pareja.

La luna de miel de José y María, ocurrió un tiempo después que Jesús nació: ¨Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS¨ (Mateo 1:25). Me encanta lo simple y clara que es la Biblia, y me asombra, lo complicado que se vuelve todo, cuando los intereses religiosos manipulan a las masas para apartarlas de la verdad. 

José y María se casaron y estuvieron juntos todo el tiempo, hasta que uno de los dos murió, tal como ocurre en un matrimonio cristiano. Cuando Jesús iniciaba su ministerio, lo cual indica que tendría más de treinta años, él fue a la tierra donde él se crio,  y las gentes del lugar lo reconocieron fácilmente como el hijo del matrimonio de José y María. Esto demuestra que ellos vivieron juntos como esposa y esposo, y que esto era algo muy normal para toda la gente.

Hoy muchas personas piensan que es una blasfemia decir que María y José vivieron maritalmente, pero en la Biblia esto se dice de la manera más normal y correcta, pues ellos estaban casados legalmente. José no vivía con María para cuidarla y acompañarla, y nada más, no, él quería a esa mujer para que fuera la madre de sus hijos.

La Biblia nos habla de los otros hijos de José y de María, incluso menciona los nombres de los varones: ¨Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?¨ (Mateo 13:53-56). Léalo en su Biblia, la que usted tiene en su casa y que lee todos los días, allí dice que José y María tuvieron cuatro varones, y no se sabe cuántas hijas.

María no fue siempre virgen, ella era virgen cuando concibió y dio a luz a Jesús, pero luego de que Jesús nació, ella fue la mujer de José, y le dio muchos hijos. María fue una mujer santa, pero ella era una mujer como todas las demás, con las mismas necesidades de ser amada y de desear ser madre. Ella no es más que una mujer humana que halló gracia a los ojos Dios. María no es divina, ella fue la madre de Jesús en términos humanos, no en términos divinos.

Como hemos dicho en otras ocasiones, la encarnación de Dios no ocurrió para hacer divina a María, sino para que Dios se hiciera hombre. Este no fue un acto para favorecer a María, sino para Dios favorecer a toda la humanidad por medio de su Hijo Jesucristo. La falsa enseñanza de que María no tuvo hijos aparte de Jesús, lo que busca es colocarla a ella en un lugar que no le corresponde. Si usted cree eso, necesita arrepentirse, y creer, no lo que dicen los hombres, sino lo que dice Dios. 

Sermón Predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 16 de marzo de 2014.