domingo, 15 de junio de 2014

EL DIOS VERDADERO

Deuteronomio 6: 4; Isaías 40: 28

Para el escritor de la Biblia el conocimiento de la existencia de Dios es elemental. Note como dice la Nueva Versión Internacional en Isaías 40: 28: ¨¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El SEÑOR es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra¨. Por eso es una cosa imperdonable que algo tan esencial no se le enseñe a los hijos. En Deuteronomio 6: 4-6 el mandamiento a los padres es inculcar esta verdad en sus hijos con todo el empeño posible. El descuido de esta enseñanza es una de las cosas que ha creado una civilización atea y materialista que ha dado como resultado una cultura violenta, insensible e inmisericorde.

Basados en esta preocupación, hay tres elementos que consideraremos  a la luz de estos dos versículos bíblicos: Deuteronomio 6: 4 e Isaías 40: 28 bajo el tema: El Dios Verdadero. 

I.- El Dios Verdadero Es Uno Solo.  Deut. 6: 4

Para el judío devoto este pasaje de Deuteronomio 6: 4-9 constituye lo que ellos llaman el Shema o parte principal de su fe. Shema se refiere a la primera palabra con que comienza esta oración de llamado a la adoración: ¨Oye¨. Esta es la parte principal de toda su fe: La creencia en un solo y único Dios, en torno a la cual gira toda su vida desde el nacimiento mismo, hasta la hora de la muerte.  

Si Dios existe, tiene que ser uno solo. No puede haber más que uno que sea el Dios verdadero. Así como la verdad es una sola, Dios es uno solo, y esta es una verdad absoluta. 

La enseñanza de la trinidad, que es un tema principalísimo en el Nuevo Testamento, no contradice la enseñanza de un solo Dios del Antiguo Testamento, ni plantea la existencia de tres dioses, sino que el único Dios se manifiesta en tres personas. Esto habla de la personalidad de Dios, no de tres dioses. Estamos hablando de un Dios que es verdaderamente complejo. No es fácil para la mente humana concebir el misterio de la trinidad. Si Dios fuera fácil de explicar entonces no sería Dios, y mucho menos podrá ser definido por seres pecadores como nosotros, siendo él un Dios Santo. 

La verdad de que Dios es uno solo hace a Dios único y exclusivo. No hay otro dios, ni otros dioses. Por eso la Biblia prohíbe categóricamente la adoración a otros dioses, y claramente plantea que lo que los hombres adoran como dioses, no lo son. Cuando un hombre hace un dios a su semejanza, lo que está demostrando es su intención de querer ser él mismo un dios, porque hace a un dios que él puede manejar. 

Los ídolos son definidos  en la Biblia como un intento miserable del hombre de suplantar a un Dios insustituible. La descripción que en la Biblia se hace de los ídolos es que son mudos, sordos, ciegos, discapacitados, inmóviles, insensibles, sin ningún valor en sí mismos y que los que los hacen y los adoran están en la misma situación (Lea el Salmo 115).

La enseñanza de un solo Dios es una doctrina cardinal en toda la Biblia. Es una doctrina básica tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Note este versículo: ¨Porque hay un Solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres; Jesucristo hombre" (1 Tim. 2:5).  

El nombre propio de Dios es Jehová, que significa: ¨Yo Soy el que Soy¨ (Exodo 3: 13-15).  Jesucristo en el Nuevo Testamento es el mismo ¨Yo Soy¨ del Antiguo Testamento, El es Jehová. La perfecta manifestación de Jesucristo como la imagen misma de la sustancia de Dios (Hebreos 1:1-3) fue evidenciada de muchas formas durante la vida terrenal de nuestro Señor, pero la mayor muestra de su unidad con el Padre se puede ver en sus categóricas afirmaciones donde utiliza la construcción gramatical ¨Yo Soy¨ en sus múltiples alocuciones en el evangelio de Juan. 

Así que, Jesucristo es el mismo Dios hecho hombre, que es el misterio de la encarnación. El apóstol Pablo lo dice de la siguiente manera: ¨aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús¨ (Tito 2:13).

Cuando Jesús dijo a la mujer samaritana que la salvación viene de los judíos en Juan 4:22, se estaba refiriendo a él mismo como el único camino al Padre, tal y como lo dice en Juan 14: 6: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.”. Es por eso que para ser salvo, una persona necesita recibir a Jesucristo, creer en él, para poder tener acceso al verdadero Dios. 

Jesucristo constituye el único camino a Dios, y en este sentido todos los  demás camino son invalidados. Si hay un único camino para ir a un lugar, cualquiera otra forma que se quiera intentar para llegar allí, será infructuosa. Es por eso que cada persona necesita confesar a Jesucristo para poder ser salvo.

II.- El Dios Verdadero Es Eterno. Isaías 40:28

¿Quién hizo a Dios? Esta es una pregunta que muchos hacen, y quien hace esta pregunta claramente demuestra su gran ignorancia acerca de Dios. Puesto que Dios es eterno, no tiene principio, ni tiene fin; y al mismo tiempo El es el principio y el fin de todas las cosas. 

Si es Dios, él siempre ha sido y siempre será, y al mismo tiempo es la causa de todas las cosas que existen, y además, todas las cosas encuentran sentido sólo en él. Esto es verdad con respecto a Jesucristo, ya que la Biblia dice que ¨sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho¨ (Juan 1:3). Juan presenta a Jesús como el verbo de Dios que hizo todas las cosas, o sea, que Jesucristo por ser Dios, es preexistente, entonces antes de nacer de la virgen María, él ya era (Juan 1:1.3) y además es el Creador de todas las cosas, y por ende él es eterno. 

Un atributo derivado de la eternidad de Dios es su inmutabilidad, o sea, que no cambia, que siempre ha sido el mismo y será el mismo. Por ejemplo, no envejece como nosotros los humanos, y siempre mantiene su carácter y todas sus cualidades de forma invariable. Esto es lo que nos dice la Biblia acerca de Jesucristo: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8). Porque Dios es el único que tiene esta capacidad, Jesucristo es el mismo Dios que no cambia: ¨Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. (Malaquías 3:6). 

En Jesucristo, el Eterno se ha limitado al tiempo y al espacio en la encarnación, por obediencia al Padre y por amor a la humanidad, según nos lo enseña Filipenses 2: 1-11. Jesucristo es el Dios eterno que se ha hecho tangible, accesible al hombre. Para que el hombre finito pudiera llegar al Dios infinito, Dios ha llegado al hombre en la persona de Jesucristo. Así que, el hombre no tiene alternativa, sino una sola e imperativa salida: Jesucristo, en el que toda persona debe creer para poder ser salva.

III.- El Dios Verdadero Debe Ser Amado Sin Reservas. Deut. 6: 5

Cuando el hombre no conoce al Dios verdadero, ama a sus ídolos por encima de todas las cosas, y pone todo su corazón en ello. Cuando una persona ama su dinero, por ejemplo, éste se convierte en su dios, y es allí donde estará su corazón: ¨Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón¨ (Lucas 12:34).  El tesoro representa lo más valioso, lo más amado. 

Todo el esfuerzo que se ponía en otra cosa que se consideraba como dios (antes de conocer la verdad, antes de la conversión), con mucha más razón se debe poner en el Dios verdadero. Es por esto que la Biblia enseña que Dios debe ser el centro de nuestra vida. El pecado del hombre es y ha sido el egocentrismo, pretender que todo gire en torno suyo, cuando todo debe girar en torno a Dios, teocentrismo, que es lo correcto, porque Dios fue que nos hizo, ¨no nosotros a nosotros mismos¨ (Salmo 100:3). 

El Señor Jesús nos ha dicho cómo es que debemos amar a Dios: ¨ Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento¨ (Mateo 22:37.38). Debemos amar a Dios de todo corazón, de forma sincera, de verdad. A Dios no lo podemos engañar, él no es un ídolo ,inconsciente él es el Dios verdadero que todo lo ve, y que escudriña los corazones. El se da cuenta cuando sólo lo adoramos de labios, y es algo que él aborrece. 

Debemos amar a Dios de toda nuestra alma. Alma es psiquis, la mente, así que debemos tener la mente clara y precisa puesta en Dios, no en otra cosa. Esto significa que debemos estar atentos a lo que él demanda, vivir de acuerdo a la ética que él nos ha trazado. Nuestro intelecto debe ser consciente de la adoración que damos a Dios. Nuestro culto a Dios debe ser un culto intelectual, no meramente emotivo, que dependa sólo de la experiencia o de los sentimientos, pues los sentimientos nos pueden engañar. 

Amar a Dios de corazón y de alma es un ejercicio interior, algo que enriquecerá nuestra vida espiritual y nos preparará para usar toda nuestra fuerza y energía en cosas que glorifiquen su nombre. Así que, debemos amar a Dios también con toda nuestra fuerza, o sea, con todo nuestro vigor. Por eso se ordena a los padres inculcar la verdad del único Dios verdadero a los niños, para que desde la niñez, y pasando por la juventud, la adultez y luego al llegar a la vejez, el hombre sea consciente de su adoración al único Dios verdadero.

Todos debemos amar a Dios en todo tiempo y circunstancia, con nuestras emociones, con nuestra mente, y con nuestro cuerpo (en todo lo que hacemos), esta es la adoración integral que Dios demanda. 

Nuestro Señor Jesucristo nos dio la pauta perfecta para mostrar el verdadero amor a Dios, al que no podemos ver, al resaltar el gran mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22: 37-39). En la práctica de amar al prójimo es que se muestra, según el apóstol Juan, nuestro verdadero amor a Dios: ¨Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el  que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?¨ (I Juan 4: 20).

El verdadero Dios demanda un estilo de vida muy especial. El verdadero Dios es siempre el mismo, no cambia, por eso te ofrece su perdón y te llama para que hagas la paz con él. 
Es crucial hacer la paz con Dios, porque él es el único Dios y no hay otro con el que puedas negociar.

En Isaías 1:18 dice: ¨Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". 

Jesucristo te dice: ¨Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera¨ (Mateo 11: 28-30, La Biblia de las Américas). 

Leandro González