domingo, 5 de febrero de 2012

LA SOBERANIA DE DIOS Y EL DESIGNIO DE LA VIDA

            Hebreos 9:27
¨Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio¨. 

El concepto del destino no cuadra con la enseñanza bíblica. Y mucho menos en relación con aquellos que han nacido de nuevo y que han sido hechos hijos de Dios, los cuales son guiados por Dios en toda su vida.

Los hijos de Dios gozan de un cuidado especial departe de Dios, diferente de aquellos que no se han arrepentido. Por este motivo un creyente debe vivir confiado en este mundo, confiado en el poder de Dios y en su providencia, la cual no le faltará: ¨Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados¨ (Romanos 8:28).

La vida del cristiano es una vida con propósito. En la vida del cristiano no hay nada al azar. Dios ha establecido los parámetros por los cuales vivir, y si  en alguna parte del camino nos descuidamos, Dios siempre tiene la forma de hacernos volver en sí.

Aun cuando el cristiano, por su fe en Cristo, entra en un estado especial de gracia, y se convierte en alguien especial para Dios,  Pero sin embargo Dios tiene cuidado de todo el mundo en sentido general.

En el orden del cuidado de Dios en sentido general, el sol sale para todos, Dios hace llover sobre todos. Dios tiene cuidado del planeta a pesar de las imprudencias humanas, todo esto en sentido general y no especial.

Dios tiene dominio de todas las cosas, y todo se desarrolla conforme a sus designios. A Dios no se le escapa ningún detalle respecto de la vida y de la muerte.
    
1.- Dios Es el Dador de la Vida.

La vida no existe aparte de Dios, el autor de la vida es Dios y también él es quien la sostiene, quien la sustenta. Todo lo que vive lo hace por causa de Dios. En el planeta tierra existe la vida microscópica, la vida vegetal, la vida animal y la vida humana. El diseño de cada una de estas categorías es el producto del designio divino. Nada ocurre por casualidad, sino por causalidad, y la causa de todas las cosas es Dios.

Dios ha establecido en cada ser vivo el mecanismo para su reproducción y regeneración. Este proceso lo vemos en las plantas, en los animales y en los seres humanos. La ingeniería genética está descubriendo cómo es posible reconstruir partes del cuerpo humano, tanto internas como externas, por medio del ADN. Veía recientemente en un canal de televisión, cómo científicos estadounidenses pueden cultivar miembros del cuerpo, como orejas, por ejemplo, utilizando las mismas sustancias de que está compuesto el cuerpo humano, y utilizando los gens de los ADNs. Y sometidos estos elementos a condiciones similares a las que tiene el feto en el vientre de la madre, provocan que se forme el órgano, tal y como lo hace dentro del vientre materno.

Esta lectura genética en cada parte de nuestro cuerpo, nos habla de un Creador asombrosamente detallista y complejo, el cual nos ha dado la vida. Estos adelantos científicos cumplen una profecía bíblica  en Daniel 12:4: ¨Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará¨.

Al mismo tiempo que estos adelantos científicos sirven para ayudar a la humanidad en muchas formas, ponen de manifiesto las maravillas de la creación de Dios. Los científicos que ignoren la mano de Dios en todo esto, no tendrán excusa en el día del juicio, pues Dios les ha dado evidencias sobradas de su intervención en los procesos de la vida.

2.- Dios Ha Determinado la Muerte.

La muerte es el producto de un decreto divino. La muerte no surge sola. La muerte tiene su origen por causa de la desobediencia del hombre, quien había violado un principio de Dios, y esta ley l estaba acompañada de un decreto: ¨Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás¨ (Génesis 2: 16,17). Entonces el hombre muere por causa del pecado y también provoca la muerte de otros cuando mata por razones de odio o maldad, por venganza, por accidente o por razones de justicia.

Ahora bien, Dios ha regulado la muerte, así como ha regulado la vida. Dios le ha dado al hombre potestad para determinar la vida de los animales y de las plantas, pero no así para determinar de entre los hombres quién vive o quién muere. El designio de la vida humana es potestad sólo de Dios. Por este motivo Dios ha establecido leyes que rigen el comportamiento humano y hasta donde llegan los derechos del hombre sobre el hombre.

Algunas veces Dios le permite al hombre determinar, en ciertos casos, acerca de la vida humana; pero siempre, esta decisión humana tiene que obedecer a principios divinos previamente establecidos por Dios. El hombre que juzga al otro hombre fuera de estos principios de justicia, estará traspasando los límites que Dios ha establecido.

En el Antiguo Testamento Dios había dado instrucciones a Moisés para la implementación de la Ley del Talión. Según esta ley, una persona debía ser castigada en la misma medida o proporción de su falta o su crimen. O sea, que si una persona mataba a otra, a no ser en defensa propia, esta debía morir de la misma manera: ¨ Y el que causare lesión en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se hará a él¨ (Levítico 24:19,20).

Y en el Nuevo Testamento, las Sagradas Escrituras ponen en las manos de los magistrados el deber de infringir en el que comete una falta, el castigo que sea necesario, de acuerdo a la falta cometida, lo cual implica hasta la privación de la vida, cosa esta que debe estar normada en códigos debidamente establecidos.

Usted puede leer en Romanos 13 para que se dé cuenta de cuánto es el poder que Dios ha puesto en las manos de la justicia humana, que hasta pudiera tener la prerrogativa de conceder o quitar la vida, según sea el tipo de delito cometido: ¨porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo¨ (Romanos 13:4).

Es bueno darse cuenta entonces, que aún esta autoridad del hombre sobre la vida humana, está normada por Dios, y siempre que se quite la vida a un ser humano fuera de estos estamentos legales establecidos por Dios, se habrá cometido un crimen, y Dios demandará al responsable de esto tarde o temprano, así como demandó de la mano de Caín la sangre de su hermano: ¨Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano¨ (Génesis 4: 9-11). Porque en este sentido no habrá nadie que se le escape a Dios, nadie quedará impune.

Vivimos especulando acerca de la muerte, así como especulamos de muchas cosas. Por ejemplo, pensamos que las personas se mueren el día que les toca, pero ¿dónde dejamos las tristes ocurrencias de fatalidades por la imprudencia en el estilo de vida? Cosas que son producto de acciones irreflexivas y de la violencia que impera en el mundo, no pueden ser catalogadas de manera categórica como productos del designio divino.

Eso de que nuestros días están contados, es un aforismo para hacernos saber cuán corta es nuestra vida. En la misma Biblia encontramos la idea de que así como podemos acortar nuestra existencia en este mundo con nuestro modo de vivir, también podemos extenderla. Una muestra es el quinto mandamiento: ¨Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da¨ (Exodo 20:12). El principio que podemos extraer de aquí, de acuerdo con el designio divino, es que mientras más apegados vivamos a los preceptos divinos, mayor posibilidad de vida durable y saludable tendremos. El que hace mal uso del tiempo y de los recursos, tendrá menos posibilidades de ver largura de días y menos posibilidades de plenitud de vida.

Pero lo cierto es que nadie podrá escapar a la muerte. Ni siquiera los que hemos creído estamos exentos de pasar por el dolor de la muerte, aunque la Biblia dice que Dios ama la muerte de sus santos: ¨Estimada es a los ojos de Jehová La muerte de sus santos¨ (Salmos 116:15).  Así que, por mucho que el hombre pueda lograr prolongar la vida, jamás podrá escapar de la muerte decretada por Dios: ¨Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio¨ (Hebreos 9:27).

Solamente no verán la muerte los creyentes que estemos vivos cuando el Señor Jesucristo venga otra vez. Note usted lo que dice la Biblia acerca de los que estemos vivos cuando el Señor venga, los cuales sufriremos una transformación: ¨He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados¨ (I Corintios 15:51,52).

Dios tiene potestad sobre la muerte así como tiene potestad sobre la vida. Así que lo mejor que podemos hacer es estarnos sujetos a él para poder experimentar una vida plena. El deseo de Dios es que el hombre viva tantos años como sean posibles para que reflexione acerca de su destino eterno y se arrepienta: ¨Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?¨ (Ezequiel 33:11).

3.- Dios Es Quien Nos Devolverá la Vida.

El mundo no se acaba para el que se muere, como muchos equivocadamente piensan, sino que seremos retornados a la vida para comparecer ante el tribunal de Cristo. El creer que podemos vivir a nuestro antojo y que no seremos llamados a cuenta, está provocando las atrocidades que vemos en la conducta humana. Todos los días vemos con asombro, dolor y tristeza los horrendos crímenes que se cometen en el seno de las familias. Satanás encuentra terreno fértil en aquellos que no manifiestan ningún temor de Dios. Esto es así porque lo que creemos determina nuestra forma de vivir.    

Es necesario que entendamos de una vez por todas que así como Dios nos da la vida cuando nacemos, y permite que vivamos los años que vivimos en la tierra, asimismo él nos devolverá la vida en la resurrección.

Los milagros de resurrecciones obrados en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, fueron el producto de  milagros operados por Dios para mostrar su poder obrando en favor de la vida de su pueblo, sin embargo, estas personas resucitadas volvieron a morir más tarde. Pero la resurrección a la que nos referimos aquí es del tipo de la que se producirá en el final de los tiempos, para vida eterna.

La primera resurrección ocurrirá inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo, y la experimentarán solamente los muertos en Cristo: ¨Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero¨ (I Tesalonicenses 4:16). La Biblia dice que son bienaventurados los de la primera resurrección: ¨Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años¨ (Apocalipsis 20:6).

La segunda resurrección ocurrirá después del milenio, cuando todas las cosas hayan sido concluidas, y los resucitados en esa ocasión resucitarán para condenación perpetua: ¨Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua¨ (Daniel 12:2).

Esa será la hora de la verdad. ¿A cuál grupo pertenece usted?

Leandro González

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 5 de febrero de 2012.

EL PORQUE DE LOS TERREMOTOS

Mateo 24:7
¨Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares¨.

Ante la ocurrencia de terremotos en todos los lugares de la tierra, y en particular, de los registrados en nuestro país en las últimas semanas de este principio de año, la gente tiene muchas inquietudes y se hace muchas preguntas.

El planeta ha sufrido muchos cataclismos en toda su historia que han producido grandes transformaciones en su forma y estructura. La geología, que es la ciencia que estudia la composición y estructura de la tierra, se ha encargado de proporcionarnos el conocimiento posible y necesario para comprender los diferentes fenómenos que se han sucedido a lo largo del tiempo en esta materia.

Muchas de estas explicaciones están basadas en hechos comprobables, pero otras sólo cuentan con el aval de las probabilidades. Pero lo cierto es que el hombre se ha preocupado en indagar y conocer los diferentes acontecimientos geólicos que nos han afectado y ha tratado de dar respuestas a las múltiples preguntas que las evidencias provocan.

Sin embargo a la mayoría de la gente lo que más les preocupa es lo que tiene que ver con su seguridad frente a los diferentes desastres naturales que están ocurriendo en el mundo. La gente se asusta ante lo que no puede controlar, como son los terremotos. Este miedo es normal por causa de nuestro instinto de auto preservación. Pero el miedo se agiganta en los seres vivos pensantes, cosa esta que nos diferencia de los animales, puesto que nuestra preocupación es consciente y nos impulsa a buscar más que un escape momentáneo, como hacen los animales, una solución definitiva y cómo librarnos de posibles riesgos.

Hay muchos fenómenos de la naturaleza que podemos predecir y de los que podemos protegernos de cierta manera, pero cuando se trata de terremotos todavía el hombre no tiene la capacidad de predecirlos, y son muy pocos los aprestos que se pueden hacer para evitarlos o para protegerse de los mismos.

Ante esta realidad, nos encontramos en un estado de impotencia que provoca nerviosismo colectivo, y muchas veces genera daños innecesarios.

Estamos ante una realidad inminente de ocurrencias periódicas de terremotos en todos los lugares de la tierra, y tal parece que sin excepción. Vamos a exponer en esta ocasión dos explicaciones pertinentes al porqué de los terremotos. 

1.- Una Explicación Científica.

La ciencia verdadera no rivaliza con Dios, no rivaliza con la Biblia. La Biblia llama falsa ciencia a aquella que argumenta contra la Palabra de Dios: ¨Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén¨ (I Timoteo 6:20,21). Los cimientos de la ciencia actual no han sido establecidos por científicos ateos, sino por hombres y mujeres creyentes llenos de sabiduría, a los cuales Dios les ha permitido hacer los más notables descubrimientos en beneficio de la humanidad.

Por ese motivo podemos confiar en los datos de la verdadera ciencia, la que está desprovista de prejuicios contra la religión, la que nos ofrece los datos confiables acerca del porqué de los terremotos y de otros fenómenos con los que tenemos que enfrentarnos en este mundo.

La ciencia define un terremoto o temblor de tierra como ¨una sacudida del terreno, que ocurre por choque de placas tectónicas y reorganización de energía de materiales de la corteza terrestre, al superar el estado de equilibrio mecánico¨.

La ocurrencia de los terremotos es tan antigua como la humanidad misma. Hay evidencia de terremotos de hasta 3000 años de antigüedad. La famosa escultura del Coloso de Rodas, fue destruida por un terremoto en el 226 antes de Cristo. De la misma manera el Faro de Alejandría, fue destruido por un terremoto más o menos en el año 800 de nuestra era. Estas eran dos construcciones  del mundo antiguo hechas por el hombre, que fueron consideradas como dos de las ocho maravillas del mundo, y ambas fueron destruidas por terremotos.

Grandes terremotos han arrasado con ciudades enteras, las cuales han quedado sepultadas bajo los escombros. Recordemos el terremoto de Haití que en el 2010 destruyó casi completamente su capital.

En la República Dominicana existe una decena de fallas geológicas que amenazan nuestro suelo. Se dice que fue en la falla de Enriquillo que se originó el sismo que devastó Puerto Príncipe y otras ciudades de Haití.

El conocimiento de estos datos obliga al gobierno a prestar atención al tipo de edificaciones que se están construyendo en nuestro país, y a que las mismas cumplan con las reglamentaciones adecuadas para ser sometidas a las sacudidas que nos esperan.

La ciencia nos ayuda a darnos cuenta de qué manera podemos hacer frente a este fenómeno con el menor riesgo posible. Pero los científicos saben que la ocurrencia de terremotos en todos los lugares es algo inminente. Y los científicos saben del gran peligro que acecha al planeta.

Ante esta realidad, los seres humanos no estamos solos, tenemos una escapatoria segura. Jesucristo está preparando un lugar donde habremos de vivir confiadamente, sin las amenazas de los terremotos: ¨No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis¨ (Juan 14:1-3).

Estas palabras de Jesús corroboran las del salmista en el salmo 46:1-3, que dicen:

¨Dios es nuestro amparo y fortaleza,/Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones./ Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida,/ Y se traspasen los montes al corazón del mar;/ Aunque bramen y se turben sus aguas,/ Y tiemblen los montes a causa de su braveza¨.

Podemos estar confiados aún en medio de cualquier cataclismo, porque nuestra esperanza no está en este mundo, ni en las explicaciones o intervenciones de los hombres, sino en Dios.

 2.- Una Explicación Bíblica.

Los creyentes sabemos, que aunque cada fenómeno tiene su explicación científica, Dios es quien dirige este mundo. Es bueno que sepamos que lo que ocurre aquí en la tierra tiene su origen en el comportamiento de los seres creados por Dios. El desequilibrio existente en el mundo es el producto de nuestra mala conducta, porque así nos lo dice la Biblia, aunque muchos sociólogos materialistas nos den otra explicación.

Cuando Dios colocó al hombre en el planeta, le estableció principios bajo los cuales vivir, y le advirtió de los peligros a los que se exponía si desobedecía esas leyes: ¨Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
 
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás¨ (Génesis 2:15-17). Desde entonces, las consecuencias de sus malas decisiones persiguen al hombre, y los terremotos son una de esas consecuencias, por el desorden ecológico producido por una mala administración de nuestros suelos, una mala administración que es producto de no hacer caso a lo que Dios nos dice.

Pero la sociología, como una ciencia humanista, trata de dar explicaciones más bien filosóficas de las cosas, y por lo general lo hace desde el punto de vista del hombre. Aunque necesariamente no descarta la fuente bíblica, pero no la considera como verdad absoluta. El sociólogo serio considerará la Biblia como una fuente de información que le permita conocer aspectos de la vida antigua en los hechos que se narran allí, sin aceptar necesariamente como verdad, especialmente los aspectos que no tiene explicación humana. Pero la sociología materialista descarta de plano la Biblia y se abraza de un modo fanático a toda conceptualización que descarte a Dios. Rechaza todo lo que dé razones espirituales para la ocurrencia de los acontecimientos en el mundo. 

Pero ocurre que la vinculación de nuestra vida física con nuestra vida espiritual es vital según el contexto bíblico, y debería serlo también en el contexto de cualquier estudio serio de este mundo, pues como la Biblia nos dice: ¨lo que se ve fue hecho de lo que no se veía¨ (Hebreos 11:3). Todos los fenómenos de la vida natural están entrelazados de una u otra manera con el mundo espiritual, del que no nos podemos abstraer.

Las desgracias humanas tienen su origen en el descuido y desprecio de las leyes espirituales. Los seres humanos somos una entidad tripartita, es decir, estamos compuestos de alma, cuerpo y espíritu: ¨ Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo¨ (I Tesalonicenses 5:23).

Esta alma nuestra es nuestra mente, que es el raciocinio que nos inscribe dentro de los seres responsables de la creación, a los que Dios un día les pedirá cuentas. Dios no le pedirá cuentas a un vegetal, ni siquiera a un animal. No le pedirá cuentas a una piedra, pero sí nos pedirá cuentas a nosotros, a los que él colocó en el planeta como mayordomos del mundo hecho por él.

Así que, somos nosotros los únicos responsables por lo que pasa en este planeta que Dios nos dio. Entonces somos nosotros los responsables de los terremotos.

Aparte de las consecuencias desastrosas del pecado en la humanidad, es por causa de una mala administración de los recursos naturales de este mundo que estamos sufriendo las consecuencias que vemos hoy. Dios nos revela en su palabra que por causa del hombre, por causa de su pecado, el hermoso y perfecto planeta en el que vivimos, está sometido bajo maldición, y que está condenado al exterminio total: ¨Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida¨ (Génesis 3:17).

El cumplimiento de las profecías acerca de los terremotos predichos por nuestro Señor Jesús, aparte de ser una gran señal que nos asegura que su venida está cerca, son una evidencia del estado de calamidad al que hemos llevado este mundo por nuestra desobediencia y malas acciones. Bien se ha dicho que nosotros podemos elegir pecar, pero no podemos elegir las consecuencias.

Atendamos la voz de Dios, y preparémonos para lo que nos espera. El que no se ha arrepentido aún, lo mejor que puede hacer es arrepentirse ahora mismo.
                  
Leandro González

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 29 de enero de 2012