domingo, 29 de agosto de 2010

LA TRASCENDENCIA DE LOS GENEROS

Génesis 1: 27


¨Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó¨.

Este le podrá parecer un título un poco complicado, pero lo que estamos tratando de hacer al plantear de esta manera las particularidades de un hombre y de una mujer, es dejar bien claro que ser hombre y ser mujer tiene un mayor significado del que la mayoría de la gente piensa.

El porqué Dios habrá creado al hombre con géneros distintos, varón y hembra, de seguro ha de tener un fin superior al sólo hecho de la procreación. Pensar que la afirmación bíblica en Génesis 1:27 que dice ¨Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó¨, tiene sólo el propósito de la multiplicación de la humanidad, es pensar de forma muy simplista acerca de los planes de Dios. Y esta forma de razonar, de ninguna manera minimiza la dignidad que de por sí tiene la tarea reproductiva de los seres humanos, y su relevancia para los objetivos de Dios para con el mundo que él ha creado. Creo que Dios está diciéndonos algo muy valioso al través de nuestra sexualidad, respecto de lo que nosotros mismos somos para él y de lo que nosotros mismos debemos saber que somos.

Si comparamos a un hombre con una mujer, veremos que entre un hombre y una mujer existen grandes similitudes, pero también descubriremos unas diferencias que son altamente significativas y que tienen, además de utilidades biológicas, un gran sentido de complementación que no se puede obviar de ninguna manera.

Después que Dios crea a Adán, surge la necesidad de proporcionarle a este una compañera que le fuera perfecta y que lo complementara, tanto en lo fisiológico como en lo emocional y sentimental: ¨Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él¨ (Génesis 2:18). Esta expresión de Dios plantea una solución a los grandes problemas que han existido siempre tanto en el hombre como en la mujer, estamos hablando de la fornicación y el adulterio. Muchos de estos problemas en la vida de muchas parejas, cristianas o no cristianas, pueden ser evitados si hacemos caso al consejo de Dios de no descuidar la vida íntima en la relación de pareja, sino más bien de cultivarla para mermar de esa manera el poder de las tentaciones que están presentes siempre: ¨El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia¨ (I Corintios 7:3-5).

El sentido de esta fusión hombre-mujer llega hasta la más alta expresión, cuando el Señor Jesús nos dice: ¨Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre¨ (Mateo 19:6). Esta unión entre los géneros varón y hembra tiene una importancia capital para Dios, el cual llega a decir: ¨¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud¨ (Malaquías 2:15). El significado de esta expresión en Malaquías nos debe llevar a reflexionar cuán valiosa es para Dios esta dualidad en la humanidad, cuán importante es para Dios la unidad de la pareja y cuán importante es para Dios la lealtad en esta relación.

Cualquiera cosa que no se haga conforme a estos parámetros, y que ignore la trascendencia de los géneros, no cumple los santos ideales de Dios, sino que se alza contra su voluntad. Y todos sabemos que el destino de todos los que adversan a Dios es el fracaso.

Veamos tres aspectos esenciales que se deben considerar en la trascendencia de los géneros.

1.- Las Diferencias Entre los Géneros.

Los artistas tenemos que estudiar la anatomía humana, y sabemos que las diferencias entre el cuerpo de una mujer y el cuerpo de un hombre son definitivamente notorias. Lo que define mayormente el cuerpo de una mujer es la gracia, las curvas, la delicadeza. Lo que define mejor el cuerpo de un hombre es la fuerza, la firmeza y los trazos menos graciosos y más rectos.

El tamaño promedio de un hombre es mayor al tamaño promedio de la mujer, y estos son principios dentro del dibujo y la pintura que han sido estudiados a fondo, a tal punto, que se han creado cánones que nos vienen desde tiempos tan remotos como los de los escultores clásicos de la Grecia antigua. El conocimiento de estas diferencias es vital a la hora de dibujar o pintar una figura humana. Por eso decimos que no cabe duda de que la mujer es el sexo bello; y en este sentido podemos poner como ejemplo el caso de un hombre que no sea muy afortunado con su apariencia física, pero tiene una hija que se le parece, y que le supera enormemente en admirable belleza, de seguro alguno de ustedes conoce un caso como este.

Es bueno saber que el sentido que tiene el hecho de las diferencias físicas entre un hombre y una mujer, es mucho más que la simple contemplación, pues la expresión de los cuerpos proyecta un mensaje, tanto en el cuadro como en la realidad misma. Lo que estamos queriendo decir es que las diferencias físicas entre un hombre y una mujer tienen una importancia subliminal, que va más allá de lo que simplemente vemos. Dios estableció estas diferencias, ya que la confluencia de estos dos cuerpos (el del hombre y el de la mujer), constituye una unidad que es lo que le da sentido a estas diferencias. Esto significa que el hombre y la mujer son parte el uno del otro y que son correspondientes a una misma unidad; el uno no es sin el otro, y viceversa.

Existe una tendencia natural del hombre a ser atraído por la mujer y viceversa, y a esto se le denomina atracción sexual. De modo que, tanto el hombre como la mujer, sentirán tarde o temprano esos impulsos que llegarán a ser difíciles de resistir, razón por la cual la Biblia aconseja: ¨pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando¨ (I Corintios 7:9). Como puede ver, la regla en la relación de pareja no es la continencia, sino la actividad sexual, por lo tanto, si no se posee ese don (el de la continencia), como dice el refrán: ¨cada oveja que busque su pareja¨.

No podemos hablar de diferencias intelectuales o profesionales entre el hombre y la mujer, pues se ha demostrado que lo mismo que aprende un hombre lo aprende una mujer, y difícilmente podremos encontrar alguna tarea que una mujer no pueda realizar al igual que el hombre (aunque sí pueden aparecer sus dificultades). Los roles profesionales existentes en el mundo, bien pueden ser desempeñados por un hombre o por una mujer de igual forma. Las mujeres hasta van a la guerra, y esto no es algo nuevo. En los últimos tiempos la mujer ha ido ocupando cada vez más espacio en los puestos de liderazgo en la sociedad, incluyendo el campo empresarial y el ámbito político.

Sin embargo, es evidente, haciendo un estudio cuidadoso en la Biblia, que existen ciertas limitaciones establecidas por Dios en algunos llamados y responsabilidades dentro de la iglesia. No se ha podido justificar de manera eficiente el papel de la mujer como pastora, ya que no es posible encontrar indicios de esa práctica en el Nuevo Testamento. No es competencia nuestra cuestionar las razones porqué Dios ha establecido esos límites, como por ejemplo, ¿porqué el Señor Jesús no incluyó alguna mujer entre los doce?

Con relación a la diferencia entre los géneros, un asunto muy debatido es el siguiente: ¿Es la mujer el sexo débil? Estoy de acuerdo que la mujer es el sexo bello, pero no estoy muy de acuerdo que sea el sexo débil. Ahora, si es en el sentido de que el hombre tiene el deber de cuidar a su esposa y de protegerla, en eso sí estoy de acuerdo, pero no porque se le considere el sexo débil. En la historia tenemos casos de mujeres que han hecho cosas que muchos hombres ni soñarían lograr. Pero es necesario reflexionar que en el contexto de la caída del hombre, ambos sexos son encontrados débiles e incapaces de poder llenar las expectativas del Señor.

Por causa del criterio de supremacía del hombre sobre la mujer y de los resabios de algunos movimientos feministas es que nos encontramos con episodios cada vez más odiosos de violencia contra la mujer. El hombre necesita nacer de nuevo, ser una nueva criatura, para poder de esa manera colocarse en posición de poder satisfacer las demandas de su Creador. Y esto sólo es posible mediante el arrepentimiento y la conversión, que se produce cuando uno cree en Jesucristo y lo recibe en su vida de manera consciente.

2.- Las Particularidades de los Géneros.

Existen particularidades físicas en un hombre y en una mujer. La mujer es la que pare, no el hombre. Ella está dotada para soportar los dolores de parto que un hombre no soportaría. El papel del hombre es engendrar, aportar los espermatozoides que son necesarios para la fecundación del óvulo femenino. El cuerpo de la mujer está diseñado para los propósitos de su maternidad. Ella puede tener a su bebé por nueve meses en su vientre, pues su organismo está dotado de todas las partes necesarias para que se produzca el milagro de la vida. Y la delicadeza y riqueza de sus hermosos pechos, le sirven de sustento a la nueva criatura que trae a este mundo.

Dios ha hecho una obra de arte al crear a la mujer para el hombre, y el hombre también es una obra de arte magnífica; sólo basta ver las esculturas y las pinturas de Miguel Angel Buonarroti, tras la búsqueda de la perfección anatómica, para que nos demos cuenta de la maravilla que es el cuerpo humano. Hasta en la diferencia que existe en los órganos reproductores del hombre y de la mujer, podemos ver la sabiduría del Supremo Artista que es Dios.

Aunque hemos dicho que la mujer bien podría desempeñar cualquier oficio que el hombre realice, es muy evidente que el cuerpo del hombre está diseñado para la fuerza, mientras que el de la mujer está diseñado para las cosas más delicadas. La forma como se mueve una mujer al caminar es muy diferente a la forma como se mueve un hombre, y eso no es por aparentar, sino que es un asunto innato. Por eso es tan ridículo cuando vemos a un hombre afeminado o a una mujer que quiere exhibir características masculinas. Ambos parecen una caricatura de la realidad, pues cuando no se es una cosa, se exagera, pensando que con ello se podrá compensar la diferencia. No hay nada más hermoso que una mujer cuya apariencia es precisamente femenina, y no hay nada más desagradable y escandaloso, que un hombre que pretende parecer una mujer.

Los sicólogos nos dicen que existen ciertas características que diferencian el comportamiento de los géneros. El cerebro de una mujer y el cerebro de un hombre son diferentes, y funcionan de forma distinta, y por lo tanto responden a estímulos o motivaciones dispares. La mujer es más romántica, y el hombre es más directo. Ella se centra más en los detalles, mientras que él es más práctico. El hombre tiene la capacidad, por ejemplo, de localizar un lugar en el mapa más rápido que la mujer, y estas son cosas que son inherentes a su personalidad en sentido general. Toda esta diferencia es lo que puede enriquecer la relación de pareja, si se sabe manejar adecuadamente.

Si queremos saber cuáles son las cualidades que deben adornar a la mujer según la Biblia, nos tenemos que transportar de manera automática al pasaje de Proverbios 31:10-31. Allí encontramos una lista detallada de virtudes que deben caracterizar a una mujer para ser verdaderamente hermosa, de acuerdo al corazón de Dios. Sobre todo, la mujer sabia reconoce el poco valor de la vanidad en su vida y centra sus objetivos en el temor de Dios: ¨La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba¨ (Proverbios 14:1).

3.- Las Tendencias Entre los Géneros.

Existen dos tendencias extremas que definen la lucha antagónica entre el hombre y la mujer al través del tiempo. Por un lado se encuentra el machismo, que tiene sus raíces en el patriarcado mal definido, y por el otro camino va el feminismo que se origina por la lucha de la mujer en la consecución de su emancipación, muchas veces mal orientada, cosa esta que ha llevado a la mujer por caminos torcidos.

En el Antiguo Testamento, el patriarcado es el sistema imperante, donde el hombre como cabeza de familia, ostenta el liderazgo, y en un sentido negativo, la mujer es relegada a un segundo plano, pero en un sentido positivo, la mujer es vista como la gloria del marido y la reina del hogar.

El sentido excesivo del patriarcado se manifiesta en el machismo, que no es otra cosa que la abusiva imposición del hombre sobre la mujer. Este sentido de autoridad dictatorial es el producto de una cadena de acontecimientos en la vida de los individuos, que se va desarrollando desde la niñez, donde las propias mujeres de la familia, entiéndase la madre, las hermanas, las tías, las parientes y las amigas, van inculcando en la mente del niño y de la niña, el sentido equivocado de la superioridad del varón sobre la hembra.

El hombre machista piensa que la mujer fue hecha para lavar, planchar, cocinar, cuidar y criar los hijos; para ser ama de casa, y según ellos, esto le es biológicamente dado a la mujer.

Es cierto que el papel de la mujer como esposa, como madre y como ama de casa no podrá ser superado jamás por ninguna otra tarea que ella realice, pero esta capacidad no invalida de ninguna manera su competencia para el trabajo, tal cual el hombre lo hace. Podríamos decir que en este sentido muchas mujeres superan a los hombres con mucha ventaja.

Un hogar compuesto por un hombre machista y una mujer feminista (en el sentido negativo del término) será una guerra declarada, y jamás podrá ser armónico, pues ambos verán el matrimonio como una lucha donde hay que arrebatar el liderazgo. Será una relación donde el hombre se empeñará por demostrar su poder y la mujer se sentirá usada como si fuera un objeto. O puede darse el caso en el que sea el feminismo de la mujer lo que se imponga al machismo del hombre. Todo esto es un drama tormentoso que genera violencia y muerte en el seno de la familia y de la sociedad, y que cada día es titular de los noticiarios.

A pesar de todo este fenómeno tan lastimoso, la mujer ha ido consiguiendo su espacio. Todavía en nuestro país falta mucho camino por recorrer en ese sentido. Pero sabemos que cuando el hombre y la mujer se acercan a Dios y buscan la redención, toda esta situación puede cambiar drásticamente. El Señor Jesucristo ha derribado toda barrera de separación, y con su muerte en la cruz nos ha trazado el camino de la reconciliación con Dios y con el prójimo de manera efectiva: ¨Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu¨ (Efesios 2:13-22).

Para terminar, quisiera dar estos consejos bíblicos, de modo que entendamos que aunque los géneros son importantes, lo importante no son los géneros, sino lo que somos en Cristo y lo que nos aguarda más allá de esta vida:

o ¨Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón¨ (I Corintios 11:11).

o ¨Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa¨ (Gálatas 3:28,29).

Leandro González



Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 29 de Agosto de 2010.

domingo, 22 de agosto de 2010

DEBERES Y DERECHOS EN EL HOGAR

Colosenses 3:18-21.

¨Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten¨.

En muchas casas hay un letrero que reza: ¨Dios bendiga este hogar¨. Se supone que en esa casa funciona o convive un hogar. Pero la casa no es un hogar, aunque es posible que una casa llegue a identificar a la familia que vive en ella. En este caso, la casa ha de tener diferentes connotaciones dependiendo del tipo de familia que allí convive. Será un buen hogar o un mal hogar; será un hogar arruinado o simplemente no será un hogar. Porque en definitiva lo que define el hogar, no son las paredes de la casa, sino las personas que viven dentro de ella.

El adagio popular que dice ¨ el casado casa quiere¨, aunque también se refiere al hecho de que cada quien viva en su propio espacio, o que tenga su privacidad; pero más que referirse a una casa física o edificio, se refiere a la formación de una nueva familia, diferente de la familia paterna, ya sea de la esposa o del esposo.

Este lugar donde vive la familia, donde convive el hogar, que está compuesto por los diferentes miembros que la conforman, puede desarrollarse bien en una cueva, en una choza, en una casa humilde o sencilla, no importa su estado o sofisticación. El hecho de vivir personas bajo un mismo techo no garantiza que allí existe un hogar, por muy lujoso que este sea, por muy amplios que sean los espacios y por mucha opulencia que ostente, si no se cumplen las características esenciales de convivencia amorosa y de relación afectiva y de respeto, no se puede encontrar allí un hogar.

Muchos, a la hora de pensar en la construcción de un hogar, están más interesados en las cosas materiales que en las cosas espirituales. Una de las causas del deterioro de la familia se encuentra precisamente en el hecho de que los contrayentes, a la hora de decidirse formar una familia, no están pensando en una relación duradera, no están pensando en una familia estable, sino que hasta en sus propias y típicas expresiones demuestran su desprecio por la sagrada institución de la familia. Por ejemplo, escuchamos decir con frecuencia, tanto a hombres como a mujeres, al referirse a su vida conyugal futura, que es lo que da origen y sustenta a la familia, que si no conviene se dejan. Van al matrimonio con esa premisa, con ese prejuicio, y entonces ocurre lo que ya se ha planeado en el subconsciente, la ruptura del matrimonio y la destrucción de la familia, la desintegración del hogar.

Pero cuando hablamos de un hogar desde el punto de vista de Dios, desde el punto de vista bíblico, nos estamos refiriendo a una institución con un valor trascendente, a un núcleo compuesto de individuos conscientes y responsables que tienen el propósito definido de establecer una relación duradera y feliz. Para que esto sea así se necesita que cada uno en la familia entienda primeramente cuáles son sus deberes, y además que cada uno conozca cuáles son sus derechos. De eso vamos a hablar en esta ocasión, de los deberes y derechos dentro del hogar.

1.- Deberes y Derechos de los Padres en el Hogar.

Las personas asumen unos deberes cuando deciden formar una familia. Primeramente el hombre tiene el deber de ser el soporte de la familia. Dentro del contexto del Antiguo Testamento, el hombre tenía el deber de soportar el sostenimiento económico de la esposa y de los hijos y de ser en principio el sacerdote del hogar, creo que este último deber sigue estando vigente tanto como el primero. Aunque en nuestras sociedades en el día de hoy, la mujer ha llegado a asumir muchos de esas responsabilidades, por un lado por la necesidad de aportar más recursos al hogar, y por el otro porque el hombre no ha asumido su rol como cabeza del hogar, sin embargo, el propósito de Dios es que el hombre sea la cabeza del hogar.

Hace mucho tiempo que no ocurre lo que antes era una típica escena, que el hombre se iba a trabajar desde temprano y la mujer se quedaba en la casa cuidando los muchachos; pero hoy, mientras los niños van a la escuela, los padres salen cada uno a su lugar de trabajo, pues las exigencias económicas son mayores. En los últimos cincuenta años el mundo ha dado un viraje significativo en muchos órdenes, y la estructura familiar no escapa a estos cambios. El tipo de familia de este tiempo es diferente del tipo de familia de hace cincuenta años.

Pero una cosa que no ha cambiado, porque constituye una verdad con valor eterno, es que los padres tienen unos deberes especiales qué cumplir para con sus hijos, empezando por el deber de cuidarles para que puedan sobrevivir. A pesar de ser el hombre la corona de la creación, es el único ser viviente que a diferencia de los animales, no podría sobrevivir si la faltara el cuidado adecuado desde el momento en que nace. Los animales, desde que nacen del vientre de la madre, se pueden poner en cuatro patas y comenzar a andar, pero el ser humano está totalmente indefenso sin el cuidado de sus padres.

Uno podría decir que por el solo hecho de prodigar a esas criaturitas todo ese cuidado, uno se gana el derecho sobre ellos, y es verdad, pero esos derechos tienen un límite. Cuando los hijos llegan a tener mayoría de edad, debemos dejar que ellos asuman su propio destino. En el caso de los padres cristianos no debemos preocuparnos más allá de lo normal por la vida de nuestros hijos, pues tenemos promesa del Señor que nos dice: ¨Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. ¨ (Proverbios 22:6).

Queremos decir, que dentro de las limitaciones que se deben tener en cuenta ante los derechos de los padres sobre los hijos, que el derecho sobre la vida es únicamente de Dios, nunca de los padres, por eso el aborto no es una prerrogativa del hombre, el feto, ni el bebé son propiedad de los padres, sino que a ellos se les ha confiado su cuidado. Los padres tienen el deber de cuidar a sus hijos desde que son bebés hasta que se puedan valer por ellos mismos, pero los padres no tienen derecho de decidir cuándo debe terminar la existencia de sus hijos, ni siquiera por el hecho de haber participado en darles la vida. Tampoco el derecho de los padres sobre los hijos les permite abusar de éstos de ninguna forma, como sería el hecho de ponerlos a trabajar, cuado deberían estar jugando y estudiando, o infringirles algún daño físico o moral. Sin embargo esto ocurre con mucha frecuencia, y por este motivo se ha legislado en ese sentido, y en nuestro país existe el tribunal de niños, niñas y adolescente que se encarga de dilucidar los casos en los cuales se ven involucrados menores.

Los padres tienen el deber de criar a sus hijos en sujeción y de darles la debida corrección cuando sea necesario para enseñarles a ser personas responsables. Los requisitos detallados en la Biblia que debe cumplir el que desea ser pastor, son extensivos a cualquier padre cristiano: ¨que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?¨ (I Timoteo 3:4,5). El no hacer esto constituirá para los padres una afrenta muchas veces desgarrante: ¨No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol¨ (Proverbios: 23:13,14)¨.

Otras citas bíblicas pertinentes en este sentido, las encontramos en Proverbios 13:24 y Proverbios 29:15, que dicen: ¨ El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige¨; ¨la vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre¨. Muchos muchachos van por el mundo con sus vidas destruidas en el vicio, en la delincuencia, en las drogas, etc. Por la falta de unos padres rigurosos, y muchas veces por la falta de amor de los padres, por la reciedumbre con que fueron tratados. Por eso entendemos que cuando la Biblia habla de corregir al niño con vara, esto no implica de ninguna manera un abuso físico, sino una corrección justa, y adecuada a su edad.

El consejo por excelencia en la crianza de nuestros hijos la encontramos en el Nuevo Testamento en Colosenses 3:21, donde el apóstol Pablo nos dice: ¨Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten¨; y en Efesios 6:4, el mismo apóstol Pablo aconseja: ¨ Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor¨. Muchos de nosotros fuimos maltratados por nuestros padres porque a ellos mismos los trataron de esa forma cuando fueron niños. Hoy, como padres que nosotros somos también no debemos repetir el mismo error de nuestros padres con nuestros hijos, y tenemos el deber de perdonar a nuestros padres por esos episodios de violencia de los que fuimos víctimas.

Muchos de los problemas en el hogar son generados por el concepto machista, que plantea que el hombre siempre tiene la razón, y este es un problema que afecta a los hijos lo mismo que a la esposa y hasta a la sociedad en general, pues no hay una persona más insoportable que un hombre machista, es lo más parecido a un dictador. La mayoría de nuestras familias sufren de este mal, un mal que es padecido tanto por el hombre como por la mujer, pues mucho del machismo de los hombres es alimentado por sus propias madres, sus tías y sus hermanas. Todo comienza en el seno del hogar, desde que se es niño o niña, se enseña la supremacía del macho sobre la hembra, y hasta se crea un gran complejo tanto en el niño como en la niña del mito machista. Pero acerca de este tema hablaremos más ampliamente cuando nos ocupemos de la diferencia de sexo, las diferencias existenciales entre un hombre y una mujer.

2.- Deberes y Derechos de los Hijos en el Hogar.

Los hijos deben respetar a sus padres. Honrar a los padres es el único mandamiento con promesa en la Biblia: ¨Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra¨ (Efesios 6:1-3).

Los hijos tienen el deber de realizar ciertas responsabilidades que les son asignadas dentro del hogar cuando ya están en capacidad de asumirlas. No solamente está en la casa para comer, dormir y estudiar, sino que debe realizar desde pequeño tareas hogareñas que les vayan preparando para enfrentar grandes retos el futuro.

Los hijos tienen derecho a la educación. Los padres tienen el deber de proporcionar a sus hijos la mejor educación que ellos puedan brindarle, y de permitir a sus hijos desarrollarse en la vida, no les deben estropear la oportunidad de salir adelante. En este sentido los hijos deben ser criados con la perspectiva de que un día ellos también tendrán su propia familia, para esto se debe crear en ellos un sentido de valor en ellos mismos y una capacidad de autogestionarse su propia supervivencia, por aquello que siempre se dice de que los padres no siempre vamos a estar, y por la razón de que todo padre desea que sus hijos se puedan realizar en la vida. No por el hecho de que los hijos no sean una carga para los padres, sino porque esto es sano para el propio desarrollo de ellos como individuos responsables en la sociedad. Los padres siempre anhelan que sus hijos se realicen como personas y formen su propio hogar y que lleguen a cultivar sus talentos y habilidades siendo útiles en la sociedad.

Los hijos son en cierta forma la prolongación de los padres, y muchas veces los padres desean que los hijos logren cosas que ellos no pudieron alcanzar, y también sucede, que a veces que algunos padres destruyen la vida de sus hijos al obligarles a decidirse por carreras o profesiones que sus hijos no querían. Como padres debemos tener cuidado con nuestra conducta egoísta, y dejar que nuestros hijos decidan por ellos mismos lo que ellos quieren ser en la vida. No se descarta que los padres podamos orientar a nuestros hijos en muchas de las decisiones que ellos tienen que tomar, principalmente cuando ellos son jóvenes, pero los padres deben respetar las decisiones de sus hijos.

3.- Deberes y Derechos del Estado Que Afectan el Hogar.

Todo Estado organizado tiene el deber de proporcionar a sus ciudadanos educación y salud. Sin estos dos elementos esenciales en toda sociedad organizada, la vida se haría difícil y casi imposible, y se haría además insostenible el poder crear familias por parte de sus integrantes. La riqueza o patrimonio de una nación debe ser administrado en beneficio de todas las familias, no importando la condición social de cada una. Pero las familias menos afortunadas deben ser apoyadas por el Estado de manera especial, tratando de esta manera de hacer más equitativa la distribución de la riqueza.

Los individuos que conforman el Estado asumen ciertos deberes para con la nación a la que pertenecen. Todas las familias son afectadas en el pago de los impuestos al gobierno, por ejemplo, que se inicia en una persona desde el día en que nace, o diríamos desde que está en el vientre de su madre, pues tanto ellos como sus padres son beneficiarios de alguna forma por el sistema de salud o de otra índole de los que tienen que hacer uso.

Ningún miembro de la familia se puede abstraer de sus deberes ciudadanos. Tenemos el deber de votar para elegir a los gobernantes y funcionarios del Estado. Debemos estar en la disposición de participar en la guerra si fuere necesario defender la soberanía de la nación. Muchos hijos con vocación militar se enlistarán en el ejército o formarán parte de los cuerpos del orden, y esto siempre será motivo de preocupación para los miembros del hogar. Así que el ser parte de este mundo constituye para cada familia ciertos riesgos que se deben asumir. Todo esto es lo que nos hace ser parte de la sociedad donde tenemos que asumir diferentes roles.

Nuestros hijos ejercerán diferentes oficios o profesiones que los integrarán a la sociedad de alguna manera. No vivimos solos ni mucho menos aislado en el mundo, somos parte de él y muchas veces nos veremos involucrados en situaciones que no son precisamente las que hubiéramos deseado para nuestra familia. Mientras más nos acercamos al final de este orden humano y al desenlace de este mundo nos enfrentaremos a cosas inimaginables.

Frente a todo esto debemos estar cada día más unidos como familia cristiana, y dedicados más que nunca al Señor, para que cuando él venga nos encuentre haciendo su voluntad aún en medio de las incongruencias de este mundo. Las familias cristianas tenemos una gran deber para con Dios, y es criar a nuestros hijos en el temor del Señor por encima de las amenazas de desintegración familiar que está latente en este mundo.

Leandro González



Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 22 de agosto de 2010.

domingo, 15 de agosto de 2010

EL CONCEPTO BIBLICO DEL MATRIMONIO

Mateo 19:4-6

¨El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre¨ (Mateo 19:4-6).

Digamos algunas palabras introductorias que nos pueden allanar el camino respecto del tema de hoy. Es importante que entendamos que el hombre es un ser sexual, fue hecho para vivir la sexualidad. La sexualidad, en aquellos que no tienen el don de la continencia, como dice el apóstol Pablo, es algo necesario, y se debe catalogar como un crimen el impedir a un hombre o a una mujer la satisfacción de una necesidad establecida por Dios. Pero esta actividad tan necesaria para el hombre se debe llevar a cabo siempre dentro del matrimonio.

El matrimonio es necesario dentro de lo que Dios ha establecido. Lamentablemente el hombre piensa que puede vivir de acuerdo a sus propias ideas y ha descartado el santo matrimonio, para vivir en unión libre, algo aborrecido por el Señor. Esta forma inmoral de vivir ha traído como consecuencia grandes desastres en la conformación de la familia y la sociedad. Este desprecio por las leyes de Dios es lo que ha ayudado a que existan tantos hogares disfuncionales. Esto implica que hay uniones entre personas que no se puede catalogar como familia.

Al considerar el tema del matrimonio, no podemos dejar de mencionar el famoso celibato dentro de la iglesia católica, el cual obliga a los que pertenecen al clero a no casarse. Aunque esta práctica pudiera tener además un interés administrativo y económico departe de la jerarquía de la Iglesia Católica, lo cierto es que su origen, muy antiguo por cierto, se halla en las ideas ascéticas que fueron introducidas en la iglesia como doctrina herética, y que consideraba todo lo físico como pecaminoso. La verdad es que dicho celibato obligatorio, ha sido generado por considerar de alguna manera el placer sexual como algo pecaminoso, aún dentro del matrimonio. Por causa de este celibato obligatorio, la iglesia católica se ha visto envuelta en bochornosos escándalos de pederastia y de relaciones ilícitas por parte de sus sacerdotes.

No obstante a esto, dentro de la iglesia católica, existe un movimiento que procura la abolición de esta restricción que atenta contra el legítimo derecho de la sexualidad. El famoso caso del padre Alberto Cutié, el cual ha colgado los hábitos para unirse en matrimonio, es una acción que demuestra la desesperación existente en esos hombres y mujeres que son obligados a renunciar al matrimonio.

Otra idea importante con relación al matrimonio es que, en el contexto bíblico neotestamentario no cuadra de ninguna forma el divorcio, pues Dios ha establecido el matrimonio como una institución llamada a ser estable dentro de la sociedad, las palabras del Señor Jesús corroboran lo que decimos: ¨El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre¨ (Mateo 19:4-6).

Sin embargo, y aunque la indisolubilidad del matrimonio es el ideal de Dios, la verdad es que hasta el propio Jesucristo recomendaría el divorcio en un matrimonio donde exista violencia y la amenaza de una tragedia entre los ¨cónyuges¨. Pero si analizamos cada caso de los que son parte de la estadística mundial de violencia intrafamiliar, la estructura de estos supuestos hogares no obedece a lo que es una verdadera familia, no existe allí nada parecido a los que es un auténtico matrimonio.

Es mucho lo que hay que decir acerca de este tema. Así que, siendo el tema del matrimonio tan extenso, nos limitaremos solamente a las siguientes tres consideraciones que nos parecen de gran importancia:

1.- El Matrimonio Es Necesario Para Vivir la Sexualidad.

Los impulsos sexuales son algo natural en el ser humano, Dios puso en nosotros ese mecanismo ideal para nuestro goce, para cumplir el propósito relacional entre un hombre y una mujer, y para cumplir el propósito de la reproducción. Pero todo el desarrollo de ese potencial vital puesto en nosotros se debe realizar dentro del matrimonio.

Porque el ser humano no es un animal, no vive por instinto, sino que vive en base a principios, por este motivo, para poder satisfacer sus deseos sexuales, Dios ha establecido el matrimonio, el cual debe llevarse a cabo entre personas que hayan llegado a un estado de madurez, tanto física como emocional, como para asumir una responsabilidad de esa índole. Esto implica que para vivir la sexualidad a plenitud y sin impurezas, en un estado de limpieza y virtud, el hombre y la mujer están llamados por Dios a santificar su unión por medio del matrimonio.

De este principio bíblico de que el matrimonio es necesario para vivir la sexualidad, se desprende una condena rotunda a las relaciones homosexuales, a la fornicación o relaciones extramaritales y a la prostitución, o el uso del sexo como objeto comercial o lujurioso (en este grupo entra también la pornografía), cosas estas que de ninguna manera son aprobadas por Dios, pues el sexo, igual que todas las cosas que Dios ha dispuesto para los seres humanos, está encuadrado dentro de la ética que él ha establecido. Cuando nos apartamos de los parámetros dispuestos por el Creador, entramos en el campo de lo ridículo, nos volvemos necios y nos hacemos reos de muerte por causa su ira.

Aparte del excelente valor moral que imprimen a todo ser humano, pero de manera muy especial a los jóvenes, la pureza sexual y un alto concepto del matrimonio, esto los libra de importantes enfermedades venéreas y de la muerte prematura; pues muchos han sido malogrados a destiempo por no hacer caso a la Palabra de Dios y por vivir sobre la base de sus pasiones y deseos, sin control alguno.

El hacer caso a lo que la Biblia nos dice respecto de cómo debe ser nuestra conducta, nos garantiza una larga y provechosa vida.

2.- El Matrimonio es Necesario Para la Procreación.

Tener hijos como resultado de una relación casual, sin ningún compromiso y sin que medie el verdadero amor es considerado en la Biblia como pecado. En este sentido podemos decir sin temor a equivocarnos que hasta el concubinato rompe con lo que es el propósito de Dios, que es el santo matrimonio. Por este motivo, toda persona que se ha convertido debe procurar arreglar su estatus matrimonial para de esta manera cumplir con las leyes de Dios y las leyes de los hombres. Como hemos dicho ya, por la etimología de la palabra ¨matrimonio¨, este acto garantiza derechos a la mujer, como esposa y como madre. Entonces, la primera que debe exigir a su pareja respeto, es la mujer, y el hombre debe respetar por sí mismo a la mujer que ama y le ha dado hijos.

Existe una gran preocupación en ciertos círculos científicos por lo que pasaría en el mundo si se desatara una epidemia de infertilidad que daría al traste con la existencia de los humanos sobre el planeta. Por este motivo se han hecho películas como ¨Children of men¨ (Hijos de los hombres). En este film el protagonista busca proteger a una mujer joven de raza negra que es la única en todo el mundo que ha podido ser fertilizada y se hace imprescindible proteger su embarazo. Aunque en esta película no se ve preocupación alguna por la ética, sino que la única preocupación es salvar al bebé que nacerá, considerado la única esperanza de la humanidad, nos podemos dar cuenta en ella cuán importante es la unión entre un hombre y una mujer, pues son los únicos que pueden reproducir la especie. ¿Qué pasará en el mundo cuando el planeta sea invadido por otra epidemia que amenaza, la de los homosexuales?

Podemos darnos cuenta que la relación entre un hombre y una mujer es lo único que garantiza la perpetuidad de la especie, y si se hace por los medios correctos, criando hijos dentro del matrimonio y en un ambiente adecuado, esto salvará al mundo no sólo de la extinción de la especie, sino de la existencia de un mundo sin valores.

3.- El Matrimonio es Necesario Para Vivir Dentro del Orden.

Los creyentes estamos llamados a vivir en orden no en desorden, pues debemos ser ejemplo a los demás de lo que debe ser una vida digna y respetuosa.

Para ayudar a detener el avance de las uniones libres, en nuestra iglesia adoptamos el criterio de que si una persona que se ha convertido no es casada, hacemos todo lo posible para que se case. No queremos que una persona que va a formar parte de la iglesia esté viviendo desordenadamente. Hasta ahora no hemos tenido problemas para lograr que esto se lleve a cabo, pues ambos contrayentes siempre han estado de acuerdo. En el caso de que uno de los dos no sea creyente, nos acogemos a lo que enseña la Biblia en 1 Corintios 7: 12-14: ¨Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos¨.

Los novios cristianos deben cuidarse y evitar el tener relaciones sexuales extramaritales, pues esto no es honroso y conllevará una serie de anomalías que se arrastrarán durante el matrimonio, como sentimientos de culpa, por ejemplo, que de alguna manera marchitará su relación tarde o temprano. Por este motivo, hay ciertas restricciones que los novios cristianos se deben imponer a ellos mismos, como son, evitar las caricias en los lugares de su cuerpo que pueden llegar a ser incontrolables, evitar los lugares donde puedan estar absolutamente solos, y sobre todo entender que ser novios no implica ser esposos, que hay cosas de la intimidad que son exclusivas para cuando se casen. Esto dará mayor sentido a su noviazgo y les preparará para un pronto y feliz matrimonio.

En la Biblia tenemos el ejemplo de noviazgo de José y María, ellos habían permanecido castos hasta el matrimonio. A pesar de que María estaba deposada o comprometida con José, es evidente que ellos habían tenido control de su sexualidad hasta que se casaron y hasta que Jesús naciera: ¨ Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS¨ (Mateo 1:25).

Honremos a Dios en nuestros matrimonios y traspasemos estos principios esenciales de la fe cristiana a nuestras generaciones, para la gloria de Dios y para nuestra propia felicidad.

Leandro González



Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 15 de agosto de 2010.

LA FAMILIA

Génesis 2: 21-24

“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”

Cuando hablamos de la familia, y lo hacemos naturalmente desde el punto de vista bíblico, porque creemos que es el correcto, por ser la Biblia la Palabra de Dios, tenemos necesariamente que hablar del matrimonio. Y al hablar del matrimonio, es necesario hoy más que nunca, definir con exactitud este concepto. El hombre ha querido redefinir la idea de la familia, y darle un viraje malintencionado y perverso a lo que ha sido siempre un propósito santo en el corazón de Dios.

El matrimonio ha sido concebido por Dios como la unión de un hombre y una mujer, o sea, una relación heterosexual: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Para mí es suficiente lo que dice la Biblia en este versículo para entender que cualquiera otra cosa contraria a ésta, es pecado. Pero es que la idea de “matrimonio” entre personas de un mismo sexo es por antonomasia impropia, descabellada, pero sobre todo, nacida de una mente totalmente torcida y pervertida. El propio derecho romano antiguo, siendo consecuente con la idea bíblica conservadora y ortodoxa, reconoce el matrimonio como el que es realizado entre un hombre y una mujer. Porque la palabra “matrimonio” tiene su origen en el latín, ya que forma parte del derecho romano, que reconoce la cualidad de una mujer de ser madre. Así que la palabra en cuestión se deriva precisamente del latín: “matri-monium”; “matri”, que significa madre, y monium, que significa “calidad de”, en este caso, calidad de ser madre. Es similar al origen de la palabra patrimonio, que se refiere a los bienes adquiridos por herencia, mientras que matrimonio se refiere a la unión entre hombre y mujer.

Entonces la familia, por extensión, es el resultado de la unión entre un hombre y una mujer, y todos estos elementos conforman el núcleo de toda sociedad. Dios había determinado la manera como el mundo habría de ser hermosamente poblado por individuos que formaran parte de una relación de amor puro: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28). En la unión pecaminosa de dos personas de un mismo sexo no se puede cumplir jamás el mandamiento bíblico de la procreación.

Insistimos que en este tiempo hay que volver a hacer énfasis en el verdadero propósito de la familia. Hoy que se legalizan los matrimonios entre personas de un mismo sexo, cuando la Biblia plantea sólo el matrimonio heterosexual, uno se escandaliza ante la desenfrenada sinrazón humana que quiere imponerse aún por encima de la propia naturaleza, pretendiendo catalogar como “familia” a una unión tan aberrante. Y el hecho de que se permita la crianza de hijos en un ambiente tan chocante, traerá como resultado una sociedad cada vez más enajenada.

Otro aspecto importante en el tema de la familia es que no está en el plan de Dios la poligamia. Dios ha establecido el matrimonio monógamo, aun cuando muchos personajes de la Biblia en el Antiguo Testamento tuvieron más de una esposa, y hasta algunos llegaran a tener un harén. Pero está claro que las consecuencias de esta conducta fueron desastrosas. Podemos decir que muchas de esas consecuencias se pueden palpar en el día de hoy, como es el conflicto árabe-israelí, el cual no es más que la extensión de un problema familiar surgido en la casa de Abraham con el caso de sus hijos Ismael e Isaac.

El apóstol Pablo en Romanos 1: 25-32 nos habla de la condición de la humanidad en estos tiempos del fin, en el que la unión entre personas de un mismo sexo sería algo común entre las gentes del mundo. Pero los cristianos nos acogemos a la Palabra de Dios, y nos oponemos enérgicamente a esta conducta impropia y condenable.

Es evidente que estamos ante la manifestación de una sociedad decadente, de un mundo que está en estado de putrefacción. ¡Cuán difícil se hará cada día que el creyente en Jesucristo viva en medio de un mundo tan torcido! ¡Qué gran compromiso tenemos los que tenemos responsabilidades familiares y ministeriales de ser ejemplo y de mantener en alto la bandera de la decencia!

Siendo un tema tan crucial y tan relevante, quisiera que veamos las siguientes tres ideas esenciales acerca de la familia:

1.- El Origen y El Fundamento de la Familia.

Nadie más que Dios es el creador de la familia. A Dios le encantó y le sigue encantando la idea de la familia. Cuando creó al hombre, Dios tenía en mente un mundo poblado de seres inteligentes y felices que vivieran en armonía dentro del hogar, una institución que él estableció el día que trajo a Adán una compañera idónea: “Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). La Biblia nos cuenta esta historia de amor de una forma extraordinaria: “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:21-24).

Dios tiene interés especial en la familia. El matrimonio para Dios es algo vital en sus planes para la humanidad. En este sentido Dios está pendiente de la conducta de aquellos a los cuales él ha elegido. El libro de Malaquías nos presenta la queja de Dios por el desastre en el que se había convertido la familia dentro de los hebreos. El hombre, quien en la familia judía jugaba el papel de sacerdote, la cabeza del hogar, el responsable de instruir a su familia en todo lo concerniente a lo espiritual, había deshonrado el matrimonio, entre otras cosas. Miremos en la Biblia el reclamo de Dios: “Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño. Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos. Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales” (Malaquías 2: 11-16).

Por lo que vemos en Malaquías y en otros pasajes de la Biblia, y de acuerdo al propio carácter de Dios, él ha creado la familia sobre la base de la lealtad entre los cónyuges, de tal manera que la infidelidad constituye una grave amenaza contra la estabilidad y la permanencia del hogar. Este es un concepto muy defendido en el Nuevo Testamento con mucho más énfasis: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13:4).

Además de que la demanda del Señor para los que ahora viven en la gracia es mucho más exigente, note cuáles son las condiciones para los que han nacido de nuevo con respecto a la santidad del matrimonio: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios,Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:14-18).

Definitivamente que el estilo de vida del mundo de hoy no cuadra con lo que son los propósitos de Dios para la familia. Es por esto que la demanda del Señor para los creyentes es la siguiente: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1,2). Aquí es bueno que recalquemos lo que encontramos en Malaquías 2: 15: “Porque buscaba una descendencia para Dios”. El Señor espera de nosotros que seamos celosos guardianes de la integridad de nuestras familias y que podamos de esta manera transferir de forma efectiva nuestra fe a nuestras futuras generaciones. Dios está esperando que las familias cristianas de todos los tiempos asuman su rol en el mundo, haciendo resplandecer en la oscuridad, la luz que los diferencia de las demás familias, que desgraciadamente van en decadencia.

2.- La Primera Familia.

Dios celebró el primer matrimonio que se conoce, el de Adán y Eva. Esta primera familia tenía una estructura perfecta: Comenzó con la unión de un hombre y una mujer que eran temerosos de Dios. Se puede decir que Adán y Eva tenían un matrimonio feliz. El matrimonio constituía para ellos algo que llenaba sus expectativas. Esto lo podemos ver en la respuesta de Adán, cuando Dios le trae una compañera: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23). Además lo vemos en la declaración de Génesis 2:25 donde la pureza del amor era la regla: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”.

Para desgracia del mundo, el descuido de las cosas espirituales en la familia ha sido generadora de las más devastadoras consecuencias en la sociedad. Los problemas en la familia comenzaron el día que Adán y Eva pecaron, cuando probaron vivir según sus propios patrones, ignorando los principios establecidos por el Creador; cuando permitieron que un intruso permeara de malicia su círculo familiar.

Aunque Adán y Eva trataron de enrumbar a su familia por los caminos del Señor, cosa que se demuestra en el estilo y calidad de vida de Abel, la fatalidad afectó el centro mismo de su familia el día que el justo Abel fue malogrado por Caín, su hermano impío. Cuando se le abre la puerta a Satanás en la familia, las consecuencias nefastas no se harán esperar.

Pero a pesar de todo este episodio tan triste y afrentoso, Dios salvaría a esta familia, le restituiría la felicidad por medio de una nueva generación de creyentes que se levantaría en el mundo con el nacimiento de Set: “Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová” (Génesis 4: 25,26).

Aunque la generación de Caín se desarrolló en un ambiente ateo y materialista, llenando de ignominia la familia y descendencia de Adán, Dios estaba obrando en los otros hijos de este primer matrimonio de la humanidad, con el propósito de salvar la institución de la familia como un santuario de fe, esperanza y amor; una muestra de su presencia en el mundo, a pesar de la maldad que crecía más y más en aquellos días.

3.- Nuestra Familia Hoy.

Los conceptos bíblicos que definen la familia son los mismos hoy, pues Dios no cambia, su parecer con respecto a la santidad de la familia es siempre el mismo. Nadie puede definir la familia de manera correcta y justa dejando de lado el criterio de Dios manifestado en la Biblia. El hombre, sin la revelación bíblica, estaría totalmente huérfano de la verdad con respecto al verdadero sentido y propósito de la familia. Los sicólogos con toda su ciencia, no podrán jamás tener éxito en su afán de desacreditar los estándares de Dios para la familia, pues él que nos creó sabe como es la mejor y más correcta forma de funcionar.

Si la familia está lejos de Dios, entonces la sociedad estará lejos de Dios, porque la sociedad no puede ser mejor que las familias que la componen. La descomposición que se advierte hoy en el mundo es el resultado de los defectos dentro de la familia, pues la sociedad es un reflejo de las familias que la componen. Los individuos políticos que nos gobiernan pertenecen a una familia, fueron criados en el seno de un hogar, así que sus actitudes serán el reflejo del tipo de crianza que tuvieron, y en su accionar podremos medir el tipo de familia del que descienden y los traumas que arrastran.

Nuestra familia hoy corre los mismos riesgos que la primera familia. Los enemigos de la familia son los mismos. Estamos expuestos a las mismas fuerzas oscuras que buscan dañar lo que Dios ha hecho bien. Es por esto que la familia cristiana debe, con urgencia, rescatar el altar familiar, para inculcar en las nuevas generaciones el temor de Dios, lo cual garantizará familias santificadas y consagradas para la gloria de Dios. De esta manera podremos logra el propósito de Dios de tener una descendencia para Dios, hijos e hijas que estén comprometidos con el Señor, familias que vivan bajo el señorío de Cristo: “Porque buscaba una descendencia para Dios” (Malaquías 2:15).

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 8 de agosto de 2010.

domingo, 1 de agosto de 2010

LA COOPERACION ENTRE IGLESIAS HERMANAS

2 Corintios 8: 1-7.

“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia”.

Es saludable que cada iglesia local mantenga una buena relación con otras iglesias hermanas. Para esto se han constituido asociaciones de iglesias dentro de una misma localidad, o dentro de una misma región o de manera nacional. Cuando la asociación reúne a todas las iglesias del país, por lo general recibe el nombre de convención o conferencia, como por ejemplo, la Convención Bautista del Sur en los Estados Unidos.

En términos teológicos esta relación entre iglesias de una misma denominación recibe el nombre de colegialismo o conciliarismo, es como una especie de compañerismo conciliar, que bíblicamente se debe dar siempre entre iglesias. En el caso de haber algún concilio de pastores o de líderes, es necesario que este sea con motivos temporales, como por ejemplo, cuando se conforma un concilio para la ordenación de un compañero de ministerio dentro de una misma asociación de iglesias; pero esto se hace siempre por mandato de la iglesia responsable y bajo los términos de una asamblea.

Las convenciones o conferencias no deben ejercer autoridad sobre las iglesias, sino que lo bíblico y lo deseable es que cada iglesia se rija con un sentido autónomo, o por decirlo de otra manera, de forma independiente. Es necesario que cada iglesia local tenga su propio gobierno, como ya hemos reiterado cuando hablamos acerca del tema de la iglesia. Una idea que hemos expresado anteriormente, y que es necesario que la compartamos aquí es que, aunque ciertos movimientos ecuménicos pudieran tener propósitos loables, la verdad es que la idea de una sola iglesia universal es utópica en términos humanos y no es una idea bíblica. Sólo Jesucristo puede ser la cabeza de la iglesia. Así que el sentido de que exista una sola iglesia gobernada por un concilio único, no entra dentro de la estructura bíblica. Cualquier esfuerzo en el sentido de una iglesia cristiana única y universal en el contexto del mundo actual, siempre estará viciado de intereses que entrarán en conflicto con el espíritu bíblico en esta materia.

Todo acto de cooperación entre las iglesias tiene que ser voluntario y se debe llevar a cabo sólo para mantener un vínculo de amistad en el que podamos unir esfuerzos para cumplir con la gran comisión, para la obra misionera en sentido general. En esta cooperación o colegiación están involucrados recursos económicos, recursos humanos, recursos intelectuales y recursos espirituales. Se puede decir que esta es una cooperación integral que aglutina de manera general a todas las entidades que funcionan dentro de una iglesia. Porque estas asociaciones funcionan por lo general como vehículos que facilitan el desarrollo de instituciones que fortalecen el trabajo local.

En el ámbito intelectual, estas asociaciones son responsables de la formación y sostenimiento de seminarios, en donde son instruidos y adiestrados los obreros cristianos que desarrollan su trabajo en las iglesias y que participan en agencias evangelizadoras misioneras tanto nacionales como internacionales. Estas asociaciones aglutinan los diferentes grupos sociales que funcionan dentro de las iglesias, nos referimos a los grupos de damas, de varones, de jóvenes, de niños, etc. Para lograr fortalecer a los grupos indicados, estas asociaciones organizan eventos como talleres, campañas evangelísticas, campamentos, etc.

Una cosa que ha constituido un vínculo muy efectivo y estratégico para las iglesias, y que ha sido un gran aporte de las convenciones, es la obtención de grandes expansiones de terrenos para convertirlos en campamentos donde se realizan cada año diferentes actividades enriquecedoras para las familias de las iglesias. Allí se realizan retiros espirituales, eventos de todo tipo, y reuniones de negocios de la asamblea nacional, que por lo general se celebra cada año.

Como venimos diciendo, la cooperación entre las iglesias hermanas es altamente saludable para todos. Fijémonos en estos tres postulados en este sentido:

1.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas Afianza la Hermandad Cristiana.

Desde el principio de la iglesia en el Nuevo Testamento vemos que el hecho de tener algún tipo de organización que de alguna manera reúna a todas las iglesias es algo pertinente. Cuando surgieron algunos inconvenientes entre los creyentes judíos y los creyentes gentiles, los apóstoles convocaron un concilio para tratar este asunto tan delicado. En esta reunión se llegaron a algunas conclusiones que fueron compartidas con todas las iglesias, para beneficio de la obra en sentido general. Fueron recomendaciones que procuraban solucionar el conflicto surgido en ese momento: “Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:22-29).

Podemos darnos cuenta que este no fue un concilio permanente, sino circunstancial, creado para solucionar un problema temporal, y que todas las iglesias tomaron participación en el mismo de igual forma, donde los apóstoles no impusieron su criterio particular, sino que se llegó a un consenso general, con la opinión de todos los presentes, naturalmente guiados por el Espíritu Santo. Esto no significa que no hubiese allí discusiones acaloradas, como ocurre muchas veces en nuestras asambleas por motivos de diferencias de criterios, pero allí se llegó en fin de cuentas a una decisión, que fue el producto de una deliberación libre y abierta. De esta forma se despojaba a los hermanos gentiles de una carga a la que los cristianos judaizantes les querían someter sin necesidad. Este es uno de los beneficios de la cooperación y de la hermandad entre las iglesias. Cuando surgen situaciones de esta naturaleza, es vital contar con el concurso de las iglesias hermanas y con el liderazgo nacional. Aunque muchos continuaron después de esta determinación con sus diferencias, en sentido general, este concilio debilitó esta corriente perniciosa dentro de la iglesia primitiva. Esta corriente divisionista fue despojada de toda autoridad por mandato de una deliberación consensuada de todas las iglesias. De esta manera se afianzó la hermandad entre las iglesias en sentido general.

Otra manera como vemos la importancia de la cooperación a favor de la hermandad entre las iglesias, es en el ejemplo que encontramos en el Nuevo Testamento de la ofrenda promocionada por el apóstol Pablo en favor de la iglesia de Jerusalén: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo” (I Corintios 16:1-4).

Este tipo de colaboración en la iglesia primitiva despertó tal interés por la solidaridad y el amor cristianos entre las iglesias, que tenemos ejemplos maravillosos como el de la iglesia de macedonia que es resaltado y puesto como ejemplo por el apóstol Pablo a los hermanos de la iglesia de Corinto: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Corintios 8:1-5).

Los beneficios y el apoyo en todo sentido, recibidos por las iglesias departe de misioneros y de otras iglesias hermanas al través del tiempo, ha sido un gran aporte para el avance del evangelio en el mundo, y ha servido de gran estímulo para que muchos hombres y mujeres de Dios puedan ejercer el llamado al ministerio. Lamentablemente, con la excusa de eliminar de las iglesias y de las convenciones el llamado “paternalismo”, se ha matado en cierta forma ese espíritu de cooperación tan hermoso que por muchos años ha dado sentido al compañerismo cristiano en el mundo. Aunque estamos de acuerdo que cada iglesia procure su autogestión, cosa esta que ayuda bastante en la madurez y permanencia de una congregación, no menos cierto es, que la iglesia en sentido general, es como una familia en donde sus componentes dependen mucho el uno del otro para su sostenimiento y permanencia, tanto en sentido emocional, espiritual como material. La realidad es que somos una familia, y como tal debemos siempre mantenernos en unidad. Esto me recuerda lo que el Señor expresara en su última oración en favor de sus discípulos, favor de su iglesia: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:20-23). Y es clásico el mandamiento del Señor en el sentido de amarnos los unos a los otros como una demostración de pertenecer al Señor: “ Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34,35).

2.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas Facilita la Obra Misionera.

Esto tiene que ver con las misiones nacionales y las misiones mundiales. ¿Usted sabía que la cooperación o colaboración económica que una iglesia aporta a la asociación de la que es miembro, participa a la vez de un organismo mundial que reúne a todas las iglesias, a donde van a parar parte de estos recursos, y de esta manera nuestros diezmos entregados en la iglesia local forman parte de una cadena que llega al mundo entero? Esto no significa que por esta causa una iglesia local no pueda o no deba enviar misioneros a otra parte del mundo, pues siempre que una iglesia tenga una visión como esta, tiene el deber de cumplir con esta inquietud, toda vez que cuente con los recursos para hacerlo.

La colaboración entre iglesias hermanas, hace más viable el cumplimiento de la gran comisión de hacer discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19,20; Marcos 16: 15,16). De esta manera, adonde nuestra iglesia no puede ir, una agencia misionera sí puede alcanzar a grupos de personas dentro o fuera de nuestra cultura. Es por esto que debemos siempre apoyar los programas que procuran recaudar fondos para las misiones, tanto nacionales como mundiales.

El poder para el avance del evangelio viene de Dios en su Espíritu Santo, como nos dice el Señor Jesús en Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Pero son precisamente los que han recibido el Espíritu Santo los que estamos llamados a poner alma, vida y corazón para que el evangelio llegue hasta lo último de la tierra.

3.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas No Impide Que las Iglesias Se Relacionen con Iglesias de Otras Denominaciones.

Para esto ha de tomarse en cuenta que estas iglesias compartan nuestros mismos criterios de fe en lo que es esencial, siempre según la Biblia, nunca según los criterios de alguna persona o iglesia. Por ejemplo, no es posible que podamos tener comunión con una iglesia mormona o con los llamados Testigos de Jehová.

En este sentido existen organizaciones mundiales que están encaminadas en la búsqueda de una unidad eclesiástica, como es el Concilio Mundial de Iglesias, el cual está inspirado en una aspiración del Movimiento Ecuménico de alcance global. Muchos encuentros y pactos se han logrado, como el famoso Pacto de Lausana, que se llevó a cabo en Lausana, Suiza en julio de 1974, bajo el liderazgo del evangelista Billy Graham, que entre otras cosas dice: “Creemos que el Evangelio es la buena nueva de Dios para todo el mundo, y por Su gracia, estamos decididos a obedecer la comisión de Cristo, de proclamarla a toda la humanidad, y hacer discípulos de todas las naciones. Deseamos, por lo tanto, afirmar nuestra fe y nuestra resolución y hacer público nuestro pacto”. Este pacto está constituido por quince (15) resoluciones que van desde el propósito perfecto de Dios, la autoridad de las Sagrada Escrituras, hasta los conceptos más importantes de la segunda venida de Cristo. Pero estamos seguros que pese a toda la buena intención que pudieran tener estos movimientos, será solamente cuando el Señor Jesucristo venga que se logrará tal cosa como una sola y única iglesia.

Mientras tanto podemos relacionarnos unos con otros en aquellas cosas que nos unen, y dejar de lado aquellas controversias que no sean relevantes, de tal forma que podamos desarrollar una relación pragmática, que procure sobre todo, la expansión del evangelio en todo el mundo.

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 1 de agosto de 2010.