domingo, 31 de enero de 2010

LA CRISTOLOGIA

Mateo 16:16
¨Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente¨.

Hoy hablaremos de la cristología. Hablar de la cristología en un solo sermón es en verdad imposible. Pero como hemos indicado en sermones anteriores lo que pretendemos con esta serie de verdades esenciales de la fe cristiana es motivarles a realizar de forma personal un estudio más profundo acerca de cada cuestión tratada en los mensajes dominicales. No es bueno que se conforme con lo que decimos aquí, sino que es su deber indagar por otros medios a su alcance todo lo que pueda.

En esta parte desarrollaremos los conceptos concernientes a la persona del Hijo de Dios. Más adelante estaremos hablando de la persona del Espíritu Santo. Ahora nos concentraremos en el misterio que nos presenta a Dios hecho hombre, revestido de humanidad.

Como nos era imposible a nosotros los hombres ir a Dios, él ha venido a nosotros. Y es de esa persona que vino del cielo a la tierra que vamos a hablar: ¨Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz¨ (Juan 18:37).

La cristología, como su nombre lo indica, trata acerca del estudio de la persona de Jesucristo, y todo lo que encierra su misterio salvador. En el versículo que nos sirve de inspiración para este sermón vemos la confesión hecha por Pedro. Es en esta confesión que descansa la base o fundamento de la fe de todo cristiano. Confesar a Jesucristo es lo que salva a la persona, sea hombre o mujer, o niño, o joven, o adulto: ¨Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo¨ (Romanos 10:9). Cuando Pedro hace esta confesión está reconociendo la trascendencia de la persona de Jesús, está reconociendo su divinidad y está reconociendo su poder para salvar a toda la humanidad del pecado, de la muerte y de la condenación eterna.

En nuestro mensaje de hoy vamos a tocar tres aspectos esenciales que tienen que ver con el tema de la cristología: 1) la preexistencia de Jesús, 2) la encarnación de Dios, y 3) la misión de Jesucristo en el mundo.

1.- La Cristología nos Habla de la Preexistencia de Jesucristo.

Antes de nacer de María, ya Jesús era. Cuando hablaba con los judíos en Juan 8:48-59, encontramos lo siguiente respecto de su preexistencia: ¨Abraham vuestro padre se gozó de que habría de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy¨ (Juan 8:56-58). Jesús expresa aquí su preexistencia, y a la vez su igualdad con Dios.

El único ser humano que antes de nacer ya existía es Jesús. Esta condición no se da en ningún otro ser humano. Los mormones enseñan que antes de nacer las personas eran espíritus encarcelados que fueron liberados mediante la concepción; y basan su creencia en Job 38:4 que dice: ¨¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.¨ Los mormones argumentan que si Dios le dijo eso a Job, es porque él debió haber estado en algún lugar. Tremendo error de razonamiento, pues lo que Dios le objeta a Job es precisamente el hecho de que él no existía cuando ya Dios se ocupaba de todo lo que tiene que ver con la maravilla de la creación. Un ser humano existe a partir de la unión de un óvulo con un espermatozoide, ahí comienza su historia, antes de ahí no existía. Pero Jesús no entra dentro de esa categoría pues él es un ser especial.

El apóstol Juan, hablándonos precisamente del gran misterio de la persona de Jesús nos dice al inicio de su evangelio: ¨En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho¨ (Juan 1:1-3). Estos versículos claramente demuestran la eternidad de Jesús y su indiscutible preexistencia. Esta verdad es de importancia capital para contrarrestar el error religioso de que María es la madre de Dios, un error que ha engendrado una cadena de mitos alrededor de María para tratar de sustentarlo.

Al hablar de Jesús no podemos referirnos a El como una creación, puesto que él es el Verbo de Dios que es uno con Dios, siempre ha sido así, y siempre lo será. Tampoco se puede hablar de procreación, pues Jesús no fue engendrado de manera normal en el vientre de María, sino que Jesús es el único ser engendrado de forma espiritual por Dios, sin que haya intervenido un hombre: ¨los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios¨ (Juan 1:13). Y a partir de él todos los que crean en él son hechos hijos de Dios (Juan 1:12). Pero Jesús no es el hijo que Dios tuvo con María, como si Dios tomase a María como su esposa para tener un hijo con ella, ¡No!, de ninguna manera, sino que Dios obró en ella un milagro: El milagro fue, que ella tuviera un hijo sin haber tenido relaciones sexuales con ningún hombre, ni con ninguna otra persona, ni con ningún otro ser.

Jesús es el principio de todo, él fue el principio de la creación y ahora es también el principio de la nueva naturaleza humana, una naturaleza espiritual en contraposición con la naturaleza carnal caída del hombre original. Por eso él es llamado en I Corintios 15: 45 ¨el postrer Adán, espíritu vivificante¨, en contraposición con el Adán terrenal. Jesucristo es el Adán celestial, el Adán sin pecado, en contraposición con el Adán que pecó. La raza humana caída puede ahora ser levantada en la persona de Jesús. El es el único ser humano con la capacidad para ser ¨el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo¨ (Juan 1:29).

2.- La Cristología Nos Habla de la Encarnación de Dios.

El misterio de la encarnación no surge para que María se convierta en la madre de Dios, como enseña el catolicismo romano, sino para que Dios se hiciera hombre. La falsa creencia de que María es la madre de Dios los lleva al invento de una cadena de mitos, como el que dice que María era inmaculada, que no tenía pecado, o que ella se fue al cielo en cuerpo y alma, que es a lo que se llama asunción de María. En el catolicismo se exalta a María de esa manera porque se pretende justificar su veneración. Todo lo concerniente a la doctrina católica de María (la mariología o la mariolatría), la vamos a estudiar a fondo más adelante. Siga esta serie de sermones, y así podrá enterarse cuando presentemos este tema y otros relacionados.

En el sentido de que Jesús es Dios, está de más decir que él presenta los mismos atributos de Dios, la misma naturaleza de Dios. Todo lo concerniente a Dios le atañe a él de igual forma, puede ser aplicado a él de la misma manera. Es por eso que Jesucristo no está limitado a tiempo o espacio, sólo el límite que él mismo se imponga por su voluntaria subordinación de la que ya hemos hablado. Usted puede leer en los evangelios las extraordinarias manifestaciones de Jesús que revelan su naturaleza divina. Piense en los dos siguientes ejemplos: (1) Jesús conocía el pensamiento de las personas, sabía lo que alguien estaba pensando; (2) Jesús no estaba limitado por el tiempo ni por el espacio; en este sentido él podía desaparecer de un lugar a su antojo, a la vista de todo el mundo (Lucas 24:31), y también podía entrar en un lugar cerrado, y aparecer a la vista de todo el mundo sin necesidad de abrir la puerta (Juan 20:19). Hay muchas demostraciones más en los evangelios que muestran a Jesús poseyendo los mismos atributos de Dios.

Jesús vino del cielo a la tierra, salió del seno del Padre y vino al mundo de los mortales. Se hizo hombre, habitó entre los hombres, vivió como los hombres, sufrió como los hombres, sintió como los hombres, y fue tentado en todo como los hombres. Pero él nació sin pecado, no tenía pecado, no pecó nunca. De él, si se puede decir que es inmaculado, el Justo.

El nos salva porque es Dios, el Dios hombre. El es perfecto, él es inocente, libre de toda culpa. Al ser inmolado en la cruz él tomó nuestro lugar, él era el único que podía hacerlo, porque era hombre y porque era Dios. El hizo así un único sacrificio de una vez y para siempre (Hebreos 7:27). Esto contradice la misa católica que pretende repetir el sacrificio de Cristo en cada ceremonia. Toda la vida ce Cristo fue el cumplimiento cabal de todas las profecías del Antiguo Testamento y el cumplimiento del anuncio de los ángeles a los protagonistas de los hechos narrados en el Nuevo Testamento.

Cualquier problema con esta parte de la doctrina de la cristología, cualquiera negación respecto de la divinidad de Jesús y de la encarnación de Dios, cualquiera negación de que Jesús ha venido en carne, es la manifestación clara de que se está frente a un error fundamental contra la fe cristiana: ¨¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo¨ (I Juan 2:22). Además leemos en I Juan 4:2,3: ¨En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo¨.

Jesús no era sólo una manifestación humana, no era una proyección, no era un cuerpo astral como si fuera un holograma, ¡No! El era humano completamente, y sigue siendo humano allá en el cielo. Jesús era Dios aquí en la tierra y sigue siendo Dios allá en el cielo. Cualquiera que no crea esto, y que además enseñe lo contrario de esto, está totalmente desviado del camino verdadero: ¨Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna¨ (I Juan 5:20) .

3.- La Cristología nos habla de la Misión de Jesucristo en el mundo.

La Cristología por lo general abarca también la obra salvadora de nuestro Señor Jesucristo, por eso incluiremos aquí una rápida alusión a algunos aspectos que atañen a la soteriología, la doctrina que nos habla de la salvación obrada por Cristo. Como hemos expresado en otras ocasiones es imposible poder abarcar todo lo concerniente a un tema bíblico en un sermón, y por ese motivo esperamos que no se conforme con lo que decimos aquí cada domingo, sino que haga usted su propio estudio o análisis.

Cuando hablamos de Jesucristo estamos hablando de un ser singular, único, el que da sentido a todo lo que como cristianos creemos, a todo lo que es el cristianismo en sí. Pero al mismo tiempo, Jesucristo es único en el sentido de que no hay otro Salvador. Y esto no es un deseo que tenemos los cristianos de molestar a las demás religiones, sino que al hacer un análisis del Jesús histórico, del Jesús bíblico, es imposible llegar a otra conclusión. Las propias palabras del Señor así lo atestiguan: ¨Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí¨ (Juan 14:6).

Al referirnos a la misión de Jesucristo en el mundo, es necesario pensar en su nacimiento, su niñez, su vida, su obra, sus enseñanzas, sus milagros, su muerte y resurrección. Además pensamos en su ascensión, su regreso a los cielos de donde vino, y desde donde está intercediendo por nosotros. Debemos pensar también en su segunda venida. De este último tema hablaremos más ampliamente cuando tratemos acerca de la escatología, que tiene que ver con el estudio de las últimas cosas.

La vida de Jesús está llena de sorpresas. La manera como fue concebido no había ocurrido en el mundo hasta ese momento, ni ocurrirá jamás. En este sentido él es un ser humano único, es un ser con dos naturalezas: divino y humano. Nadie puede ser como él, porque él es el ¨Unigénito Hijo de Dios¨ (I Juan 4:9). Y toda persona que cree en él, por esa fe, es hecho hijo de Dios (Juan1:12). Sólo Jesucristo tiene esa facultad, pero eso no es algo que él se inventó, sino que esa era su misión al venir al mundo, y además es algo que es sólo competencia suya como Dios. Vino del Padre Dios, procedía de él, de dentro de él, de su esencia (Juan 1:18). Su tarea era dar a conocer al Padre.

Durante toda su vida, que duró treinta y tres años Jesús dio muestras de ser un ser excepcional, incomparable. Desde su niñez asombraba por su sabiduría y su buen juicio al hablar. Sus enseñanzas, recogidas luego por los apóstoles bajo la inspiración del Espíritu Santo, son de una factura impecable e insuperable. Sus dichos estaban respaldados por sus hechos; tanto los actos normales como los sobrenaturales, en los que dio manifestaciones inequívocas de su procedencia divina: ¨Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este ha hecho?¨ (Juan 7:31).

La presencia de Jesús en el mundo trastornó el curso de la historia, de tal modo que desde su entrada en el escenario humano la referencia a su persona es obligada. Y esto no es cuestión manipulada por nadie, sino que es algo que cumple los designios divinos y resalta la supremacía de su persona en la historia universal. Se divide la historia entre antes y después de Jesucristo. Su nivel de importancia en la memoria del mundo, sin haber escrito ni un solo libro, es tanta, que no existe ninguna persona que se le pueda comparar. Recordemos lo que nos dice Juan respecto de todas las cosas que hizo Jesús: ¨Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén¨ (Juan 21:25).

Jesucristo se encaminó hacia la cruz, él vino a morir, porque él es la manifestación más grande del amor de Dios por el hombre (Juan 3:16). Desde su nacimiento ocurrieron misteriosos acontecimientos que apuntaban hacia el martirio, un martirio que era imprescindible para poder satisfacer la justicia divina, el pago por el pecado. Pero sólo él podía pagar, sólo él, porque no tenía pecado: ¨Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu¨ (I Pedro 3:18).

Pero lo que más se destaca respecto de la persona de Jesús es su resurrección, el haberse levantado de entre los muertos, que es donde reside la abismal diferencia que existe entre el Mesías verdadero y los falsos. Es este acontecimiento el que corona la buena noticia, la buena nueva, el evangelio de la salvación: ¨Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras¨ (I Corintios 15:3,4). Esta resurrección fue corroborada por una serie de apariciones a sus seguidores para afirmar la fe de ellos y despejar toda incertidumbre. Lucas, uno de los escritores del evangelio de Jesús, nos dice como fueron esas apariciones: ¨A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios¨ (Lucas 1:3).

Luego de su resurrección, el paso siguiente fue ascender al cielo, regresar al lugar de donde había venido. De ese lugar, el Señor volverá a este mundo para pagar a cada uno según lo que haya hecho: ¨Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras¨ ( Mateo 16: 27). ¿Estás tú preparado para cuando ese día llegue?

Leandro González

Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao por Leandro González, el 31 de enero de 2010.

VIDEO DEL MENSAJE

domingo, 24 de enero de 2010

DIOS, SU NATURALEZA Y SUS ATRIBUTOS

Salmos 139: 1-6
¨Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; allto es, no lo puedo comprender¨.

Hoy entramos en un aspecto general de la persona de Dios. En realidad tenemos el cometido en esta ocasión de tratar de comprender un poco la naturaleza de Dios y sus atributos, o sea, las cualidades que le son inherentes. Como hemos dicho desde el principio, estas ideas acerca de Dios no las podemos encontrar con absoluta certidumbre en otro lugar que no sea en la Biblia, que es su propia revelación. Si bien es cierto que en la naturaleza, en el universo, en la persona del hombre mismo y en la creación toda, podemos distinguir estas características distintivas de Dios, sin embargo es la Biblia la que nos habla con propiedad acerca del carácter de Dios.

Cuando se acude a otra fuente que no sea la Biblia en un tema tan delicado como el que nos ocupa, se corren grandes riesgos de cometer lamentables errores, pues no faltan quienes filosofando por aquí y por allá han planteado todo tipo de teorías. El buen estudiante de teología debe ocupar una buena parte de su tiempo al estudio de estas corrientes de pensamiento para su adecuada ilustración, pero sin olvidar que es en la Biblia donde se encuentra toda verdad acerca de Dios.

Podemos conocer como es Dios por la manera como él se ha comportado en su trato con el hombre al través de la historia, una historia que está narrada en la Biblia. Por lo pronto podemos decir que Dios es Soberano por ser Dios en todos los actos de su ser, pues nadie puede cuestionarle ni demandarle nada. En este sentido hay que aceptar que todo lo que él hace está bien hecho, aun cuando a nosotros los humanos no nos lo parezca. Dios no actúa bajo nuestra consideración ni bajo la consideración de nadie, él no tiene que pedir permiso ni opinión acerca de nada que vaya a hacer, pues él es el único que sabe qué hacer, cuándo hacerlo y a favor o en contra de quien.

No se puede atribuir responsabilidad culposa contra Dios de ninguna manera, pues en lo que se conoce en la Biblia acerca de él nos damos cuenta de su suprema autoridad sobre todas las cosas. Esto no quiere decir que Dios sea arbitrario o caprichoso, o que actúe de forma sentimental, o sea que se deje llevar de sus emociones, de ninguna manera, sino que no se puede decir que Dios sea malo o que sea rencoroso o que actúe impulsivamente; todos los actos de Dios están sustentados en razones correctas. Esta es una verdad conveniente para todo el que quiera conocer auténticamente a Dios.

En el libro de Job encontramos una serie de cuestionamientos que el hombre se hace respecto del carácter de Dios y sus actos soberanos, los cuales no tienen una explicación lógica para el humano. Pero vemos que cuando Job hace esas preguntas, él reconoce que está en una posición de insignificancia peligrosa frente a un Dios Todopoderoso: ¨He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar¨ (Job 40:4,5). Así que cuando alguna acción de Dios no la podamos asimilar, es seguro que somos nosotros los que estamos equivocados.

Ahora dedicaremos el resto de nuestra exposición a definir algunos aspectos de la naturaleza de Dios y sus atributos, tanto naturales como morales. Es bueno saber que todos estos atributos los encontramos de igual forma en la persona de Jesús y en la persona del Espíritu Santo.

1.- La Naturaleza de Dios.

Casi todo lo concerniente a este aspecto de la naturaleza de Dios lo hemos tocado en los sermones anteriores. De manera singular se destaca el hecho de que Dios es el único Dios verdadero que existe, y esto descarta toda idea de otro dios: ¨Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en destrucción, como están hoy. Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra?¨ (Isaías 44:6-8).

Esta realidad de la existencia de un único Dios es algo que está planteado en toda la Biblia de forma categórica, y es además un asunto que responde a conclusiones de razonamiento lógico: si existe Dios, este tiene que ser Uno, único. Es por ello que la sentencia de Dios en Isaías 44:6-8 debe ser seriamente analizada por los que se empeñan en el día de hoy en venerar, adorar y rendir culto a la virgen María o a otro ídolo creado por la religión y por el hombre. Esta práctica de idolatría es totalmente contraria al espíritu cristiano y al espíritu bíblico. Cuando Dios constituyó a la nación de Israel le dio este primero y grande mandamiento: ¨Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos¨ (Exodo 20:1-6).

Otra cosa que hemos dicho es que Dios es Espíritu, o sea, que no tiene un cuerpo material como nosotros, aunque sí puede hacerse visible si quisiera, y es a lo que se le denomina teofanía, o sea, la aparición de Dios al hombre. En la Biblia encontramos alusión al ángel de Jehová que era visible a los creyentes de la antigüedad, así que esta era una manera como Dios se hacía perceptible al ojo humano: ¨Y el ángel de Jehová no volvió a aparecer a Manoa ni a su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de Jehová. Y dijo Manoa a su mujer: Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto¨ (Jueces 13:21,22). Dios se nos ha hecho visible de manera súper excelente en la persona de su Hijo Jesucristo, el cual es presentado en la Biblia como ¨la imagen misma de su sustancia (Hebreos 1:3).

Un rasgo distintivo de la naturaleza de Dios que también hemos compartido, es que Dios es una persona, contrario a lo que plantean algunos de que Dios es una fuerza o una inteligencia etérea. Dios posee las características que son inherentes a una persona.

Podemos decir que Dios tiene nombre al igual que toda persona tiene nombre, se puede tener un trato personal con él, como el que un hijo tiene con su padre: ¨En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños¨ (Mateo 11:25).

Podemos decir que Dios posee intelecto, que puede pensar, es un ser racional, lo cual es sólo posible en una persona: ¨ Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos¨ (Isaías 55: 8,9).

Podemos decir que Dios es un ser que manifiesta emociones, Dios es un ser emotivo, no es una cosa, no es un objeto sin sentimiento: ¨Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón¨ (Génesis 6:6). Como puede ver en este versículo, aquí se hace alusión a Dios como teniendo corazón, como si Dios tuviera un cuerpo como nosotros, y parecería una contradicción del punto en el que planteamos que Dios es Espíritu, pero lo que ocurre aquí es que el escritor de la Biblia utiliza un recurso literario llamado antropomorfismo (atribuir a Dios forma humana); es la manera como Dios mismo se nos da a entender, de forma que nos sea comprensible.

Es bueno destacar aquí una característica de Dios que debe ser conocida, y es el hecho de que Dios es impasible, o sea que él no puede ser dañado o alterado de ninguna manera por ninguna persona. Aún cuando Dios sufrió en la persona de Jesús los tormentos de los azotes, de la cruz, de la burla y de la muerte, todo esto lo hizo, no porque él fuera una víctima desdichada del hombre, sino porque él mismo lo decidió así. Este aspecto de la impasibilidad de Dios que implica que no puede ser alterado en su serenidad y tranquilidad no significa tampoco que él no participe de nuestro gozo y nuestras alegrías, sino que él siempre está gozoso, aún en medio de cualquier dolor o trauma experimentado por sus criaturas.

Como último punto en defensa del criterio de que Dios es una persona, diremos que Dios tiene voluntad, Dios actúa por sí mismo, tiene iniciativa propia, decisiones propias: ¨en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad¨ (Efesios 1:5).

En el sermón anterior hablamos acerca de la trinidad de Dios, un aspecto de su naturaleza que damos ya por estudiado.

2.- Los Atributos Naturales de Dios.

Cuando hablamos de atributos nos estamos refiriendo a las cualidades que son características de una persona, son los adjetivos que califican la personalidad de un individuo. Dios posee atributos naturales y atributos morales. Los atributos naturales de Dios se refieren a su ser, a su naturaleza, como la palabra lo indica. En este sentido diremos a manera de comparación, que la naturaleza de Dios es diferente de la naturaleza del hombre, Dios es infinito, mientras el hombre es finito; el hombre es un ser limitado, mientras Dios es un ser sin límites de ninguna clase.

Se pueden encontrar las siguientes propiedades de Dios en la Biblia: Primeramente vemos que Dios es Eterno: En este sentido hemos hablado bastante, hemos comentado de que Dios no tiene principio ni tiene fin y muchas ideas más concernientes a esto mismo.

Luego hablemos de la inmutabilidad de Dios. Esto significa que Dios no cambia, que no puede cambiar en cuanto su carácter, es fiel a lo que es, a lo que ha prometido, a lo que es su perfecta voluntad en favor de nosotros los seres humanos: ¨Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos¨ (Malaquías 3:6). En este sentido, los creyentes podemos estar confiados en la seguridad de nuestra salvación, pues Dios garantiza lo que ha obrado por medio de su Hijo Jesucristo en favor de nosotros. Esta cuestión de la inmutabilidad plantea que Dios es un ser completo, no necesita aprender nada, ni necesita progresar en nada, él es absolutamente cabal en todo, maduro, siempre lo ha sido y siempre lo será.

El versículo 6 del capítulo 6 de Génesis que leímos más arriba pudiera confundir a algunos respecto de la inmutabilidad de Dios. Recuerde que dice que ¨Dios se arrepintió¨, pero en este arrepentimiento de Dios no hay cambio en su naturaleza o propósito, sino que ha sido el despropósito del hombre el que le ha hecho actuar de otra manera, por causa de que los hombres se desviaron del camino de vida que él les había trazado. Tampoco implica esto que Dios haya fracasado en algún aspecto o que su creación tenga algún fallo o defecto, sino que es el hombre el que no ha sido fiel al propósito trazado por Dios: ¨He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones¨ (Eclesiastés 7:9).

Una última particularidad de Dios es su aspecto de Todopoderoso. Por lo general hay un elemento prefijo que define todas estas características: Omni, que significa todo. En este sentido diremos tres cosas: primero, que Dios es Omnipresente, o sea, está presente en todas partes al mismo tiempo. El salmista David nos lo dice de forma poética, no hay un lugar donde nos podamos esconder de Dios: ¨¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día¨ (Salmo 139:7-12).

Una segunda cosa acerca de este Dios Todopoderoso es que Dios es Omnisciente, o sea, que Dios lo sabe todo. Dios conoce el pasado y el futuro, de la misma forma que conoce el presente. No hay nada secreto que Dios no lo sepa, ni nada escondido, aún en lo más íntimo del corazón humano, de lo que Dios no esté enterado. Volviendo al Salmo 139 encontramos esta reflexión acerca de la omnisciencia de Dios:l ¨Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender¨ (Salmo 139:1-6). Dios no necesita recibir instrucción de ninguna cosa, él sabe todo de toda ciencia y saber, él es el dador de toda sabiduría e inteligencia.

En tercer lugar, Dios es Omnipotente, o sea que todo lo puede. No hay ninguna cosa que él no pueda hacer: ¨He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?¨ (Jeremías 32:27). Cuando el ángel Gabriel dio las nuevas a María acerca del milagro de su embarazo virginal, le dijo: ¨porque nada hay imposible para Dios¨ (Lucas 1:37). Dios es especialista haciendo que lo imposible se haga posible.

3.- Los Atributos Morales de Dios.

Estos atributos nos hablan de la forma de ser de Dios, de su ética. Estos atributos morales de Dios son la norma para nosotros los seres humanos: ¨Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto¨ (Mateo 5:48).

Lo primero que diremos respecto de los atributos morales de Dios es que Dios es Santo. Este atributo de Dios es lo que nos distancia a los hombres pecadores de él. Es este carácter de Dios el que impulsa a los impíos a rechazarle, puesto que se dan cuenta de su situación de impureza frente a un Dios inmaculado. Este sentido de santidad en el idioma hebreo se expresa con la palabra ¨quadosh¨ que significa sagrado, libre de mancha, libre de vicio, libre de idolatría y de cualquiera otra impureza o cosa profana. Y la palabra en griego para santo es ¨hagios¨, y el significado es similar al hebreo: dedicado, separado, sagrado, reservado, puro, perfecto, digno. Así que Dios es perfectamente puro, limpio, sagrado, santo.

Otro atributo moral de Dios es que Dios es Justo. Esto quiere decir que todo lo que Dios hace es recto, no actúa con favoritismo. La Biblia enseña que Dios no hace acepción de personas: ¨Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia¨ (Hechos 10:34). Dios mide a todos con la misma vara, cosa esta que deberían aprender nuestros magistrados.

Finalmente, Dios es Amor. Dios ama de igual forma a todos, aún a los rebeldes y pecadores. La verdad de que Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador está implicada en muchos versículos de la Biblia, como este que dice: ¨Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?¨ (Ezequiel 33:11). También tenemos este otro versículo que dice: ¨El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento¨ (2 Pedro 3:9). Dios le ama tanto que envió a su Hijo a morir por sus pecados (Juan 3:16). Crea hoy en Jesús y será salvo.

Leandro González

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana en enero 24 de 2010.


domingo, 17 de enero de 2010

LA TRINIDAD DE DIOS

2 Corintios 13:14


¨La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.¨

Hemos dicho ya que Dios es uno, pero que a la vez se manifiesta en tres personas. También hemos expresado que esta es una de las razones por qué Dios es un ser complejo. Es cierto que esta es una dificultad para nosotros los seres humanos a la hora de estudiar a Dios. Y es una dificultad mucho mayor para aquellos que se empeñan en negar una verdad tan evidente en las Sagradas Escrituras.

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis Dios nos muestra de diferentes maneras esta realidad de su personalidad. Cuando leemos en Génesis el relato de la creación del hombre, encontramos que Dios dice: ¨Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza¨ (Génesis 1:26). Como puede ver, Dios está hablando aquí en plural, es claro que se está refiriendo a la compañía de alguien o algunos que comparten con él la tarea de la creación. Ese otro o esos otros, naturalmente tienen que ser iguales que él, pues de otra manera no podrían ser parte de la divinidad o participar del trabajo de la creación, algo que sólo es posible para alguien que sea Dios.

En el Nuevo Testamento, en el libro de Apocalipsis, encontramos otra demostración de la existencia de la trinidad de Dios: ¨Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén¨ (Apocalipsis 1:4-6). Hay que estar demasiado prejuiciado en contra de esta doctrina para no ver claramente esta revelación tan patente en estos versículos, pues aquí tenemos un autorretrato de Dios.

Pasajes bíblicos como este de Apocalipsis 1:4-6 que acabamos de leer, son los que nos dan datos precisos acerca del número específico de personas que comparten la personalidad de Dios, o sea, tres. Pero Es claro que hay muchísimas referencias en toda la Biblia que son congruentes con el tema de la trinidad, que nos hablan de Dios en tres personas, tanto que resulta imposible hacer el ejercicio de presentar todos esos pasajes en un sermón. Por ese motivo le animamos para que haga su propio estudio acerca de la doctrina de la trinidad de Dios.

Pero quiero mostrarle, sin embargo unas pruebas elocuentes de esta verdad bíblica: La primera tiene que ver con el relato de la concepción virginal de Jesús en el vientre de María. La revelación bíblica hace alusión a la participación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en este milagro: ¨Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios¨ (Lucas 1:35).

Además, la trinidad de Dios se vio de forma dramática el día que Jesús fue bautizado:¨Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia¨ (Mateo 3:16,17).

Una tercera prueba de la trinidad de Dios relacionada a la persona de nuestro Señor Jesucristo es que el Señor dio instrucciones a sus discípulos respecto del bautismo, y allí estableció lo que llamamos la fórmula bautismal, la cual expresa que todo nuevo creyente debe ser bautizado en nombre de las tres personas de la trinidad: ¨Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo¨ (Mateo 28:19).

Una prueba final de la doctrina de la trinidad de Dios que presentaremos aquí se encuentra en la despedida del apóstol Pablo en 2 Corintios 13:14, que es el versículo que nos sirve de base bíblica para este sermón, donde se hace alusión a las tres personas de la divinidad: ¨La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén¨.

Queda claro entonces que la trinidad de Dios sí es una doctrina enseñada en la Biblia. Aunque la palabra trinidad no aparece en la Biblia, es demasiado evidente el concepto de la trinidad de Dios. Esta es una verdad cardinal de la fe cristiana. Una persona no es cristiana, aunque diga que lo es, si no cree en la doctrina de la trinidad. Sin la realidad de la trinidad de Dios, ni Jesús ni el Espíritu Santo podrían ser ni siquiera considerados en la magnitud que lo son en la Biblia. Ni Jesús nos hubiera podido revelar al Padre, ni el Espíritu Santo nos hubiera podido revelar la verdad, si ellos no son Dios.

1.- La trinidad de Dios significa que las tres personas son un Dios.

Un Dios en tres personas, pero a la vez, ninguna de estas personas puede ser considerada separada de la divinidad. O sea, que al mismo tiempo que el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Cada uno y todos en uno a la vez. En la persona de Jesús está el Yo Soy en toda su plenitud, en la persona del Espíritu Santo está el Yo Soy en toda su plenitud, de la misma manera como en la persona del Padre, el Yo Soy está en toda su plenitud.

Cuando el Padre trabaja, también trabaja el Hijo y el Espíritu Santo. Cuando Dios creaba el mundo, la Biblia nos dice que: ¨el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas¨ (Génesis 1:2). Juan nos dice que Jesucristo mismo es el autor de la creación: ¨En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho¨ (Juan 1:1-3). Y el Señor Jesús decía respecto de esta relación, lo siguiente: ¨Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo¨ (Juan 5:17).

Es muy claro que no hay ninguna diferencia entre cada una de estas personas. Con relación a la unidad de esta trinidad, el Señor Jesucristo expresó a los discípulos lo siguiente: ¨ Yo y el Padre uno somos¨ (Juan 10:30).

Quiero que vea esto además: ¨Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras¨ (Juan 14:9,10).

Podemos hacer algún tipo de relación del concepto de la trinidad de Dios con la lógica matemática. Si sumamos estas Tres Divinas Personas, entonces el resultado sería tres. Pero si las multiplicamos por su igual, el resultado sería uno: 1 x 1 x 1 = 1.

Además veamos que la naturaleza del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios también tiene esta relación de tres en uno: el hombre tiene alma, cuerpo y espíritu, y es una sola persona: ¨Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo¨ (I Tesalonicenses 5:23). Cuando nos toque hablar de la doctrina del hombre abundaremos en esta verdad.

A pesar de estas explicaciones y de cualquiera otra que se pueda ofrecer del mundo natural para explicar la verdad de que Dios es Uno en tres personas, estas comparaciones resultarán siempre insuficientes.

2.- La trinidad de Dios no significa que las tres personas son tres dioses.

No creemos en tres dioses, no somos politeístas, sino más bien monoteístas, creemos que existe un solo y único Dios. No creemos en una trilogía divina, de un gobierno compartido por tres individuos diferentes, sino que esta trinidad de Dios se afianza en la unidad de sustancia o esencia de estas tres personas. No son tres individuos con criterios diferentes, con ideas diferentes, sino que son tres personas iguales en esencia, iguales en pensamiento, iguales en sentimiento, iguales en propósito. No hay discordia de ninguna clase entre ellos, no hay desacuerdos, están en perfecta armonía, y la razón es que siendo tres son uno, una unidad indivisible, de tal manera que si hubiera alguna posibilidad de separación, ese misterio de la trinidad no fuera posible.

Por eso se habla más bien de una tri-unidad. Hay cierta independencia en esta trinidad en el sentido de la función de cada uno de ellos, pero sin lesionar la unidad existente. Así es el gran misterio de la trinidad que se acepta por la fe.

Si le resulta difícil entenderlo, es lógico que así sea, pues esto habla de lo que ya hemos enseñado, la complejidad de Dios. Dios mismo se declara complejo: ¨Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos¨ (Isaías 55:8,9).

¿Piensa usted que será fácil para nosotros, seres finitos, poder comprender por nuestros propios medios a un Dios infinito? Pero yo diría todavía mucho más, ¿le parece que seres afectados por el pecado, desconectados de su Creador, de su Hacedor, en desobediencia, podrían tener la capacidad de comprenderle? La Palabra de Dios nos enseña que para el hombre natural las verdades de Dios son locura, porque no las puede entender:¨Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente¨ (I Corintios 2:14).

Para el hombre natural, acostumbrado a la idolatría, sería mucho más natural concebir la idea de la trinidad como la existencia de tres dioses. Si la doctrina de la trinidad se planteara de esa manera de seguro que tendría como seguidores y defensores a los que hoy son detractores. Cuando no entendamos o no podamos cotejar alguna verdad de la Biblia con nuestra lógica humana, lo que tenemos que hacer no es negar tal verdad, sino reconocer nuestra limitación humana para entender ciertas cosas de Dios. Tenemos que decir con el apóstol Pablo: ¨Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido¨ (I Corintios 13:12). Llegará el día cuando muchas de las cosas que hoy son incomprensibles nos serán reveladas.

3.- La trinidad de Dios implica una procesión de estas tres personas en el escenario humano.

Las tres personas de la trinidad aparecen en el relato bíblico siguiendo un orden de sucesión y cada una de estas sucesiones está relacionada con la acción divina en favor del universo y de manera muy especial y particular en favor o beneficio de la humanidad. En la Biblia vemos al Padre como Creador, al Hijo como Redentor y al Espíritu Santo como Consolador. Veremos en los sermones subsiguientes cada una de estas personas de manera particular.

En las funciones de estas tres personas hay un orden establecido que muchas veces los creyentes no alcanzan a considerar y que además se pasa por alto y hasta se menosprecia. En la actividad de las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo hay una correspondencia de la sucesión a la que nos estamos refiriendo, donde el Padre envía al Hijo y el Espíritu Santo es enviado por el Padre y por el Hijo.

Otro asunto importante en el tema de la trinidad es el que tiene que ver con la perfecta dependencia de estas personas. El Señor Jesucristo es presentado en el Nuevo Testamento como alguien que está subordinado al Padre: ¨Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres¨ (Filipenses 2:5-7). Esto no quiere decir que Jesús sea menor que el Padre, sino que él se consideró a sí mismo como menor que el Padre en su subordinación por causa de su tarea de ser el Dios encarnado en razón de su amor por el hombre (Juan 3:16).

Esta subordinación perfecta de Jesús a su Padre Dios la vemos de forma dramática en el Getsemaní (Lucas 22:39-43). El propio Jesús llegó a decir en esa perfecta sumisión a la voluntad del Padre lo siguiente: ¨porque el Padre mayor es que yo¨ (Juan 14:28).

Pero cuidado, reiteramos que esto no quiere decir que Jesús no tenga la misma dignidad de Dios el Padre, sino que él se subordinó por su propia voluntad, de la misma manera que se sometió a la muerte por su propia voluntad, teniendo la capacidad tanto de dar su vida como de tomarla a su antojo: ¨Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre¨ (Juan 10:17,18). Y en otro lugar donde el Señor Jesús habló del Padre como superior a todos, hizo una aclaración para evitar equivocaciones acerca de su igualdad con el Padre: ¨Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos¨ (Juan 10:29,30).

Con relación a esta procesión de Dios en su manifestación al mundo vemos que Jesús habla del Espíritu Santo como siendo enviado por él y por el Padre: ¨Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho¨ (Juan 14:26).

Esta condescendencia de la trinidad se puede ver cuando Jesús establece la forma como debemos orar. El nos dice que debemos orar al Padre en su nombre: ¨Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo¨ (Juan 14: 13,145). Siguiendo este orden, la función de la persona del Espíritu Santo en la oración es la de llevar nuestra oración y la de dar a nuestras oraciones el verdadero sentir de nuestra necesidad: ¨Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles¨ (Romanos 8:26).

En este sentido, no es correcto orar al Espíritu Santo, pero sí podemos orar en el Espíritu: ¨orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos¨ (Efesios 6:18). Así que siempre debemos orar al Padre en el nombre de Jesús, pues este es el orden que el Señor ha establecido.

Queda claro entonces que el Padre envía al Hijo y el Espíritu Santo nos ha sido enviado por el Padre y por el Hijo. Esta es una correspondencia de relación en el trato que vemos de la trinidad en el accionar bíblico, y ese orden no puede ser alterado, como no puede ser alterada la necesidad de que cada persona tiene que creer en Jesucristo para ser salva.

Leandro González

Mensaje predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 17 de enero de 2010.

VIDEO DEL MENSAJE

domingo, 10 de enero de 2010

DIOS

Hechos 17:22-31

¨Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos¨. (La Biblia, Versión Reina Valera 1960)

Continuando con nuestro énfasis en este nuevo año, hoy empezaremos una serie de mensajes con el tema de Dios. Este es un tema muy extenso.

Cuando hablamos de Dios con mayúscula nos referimos al Dios Verdadero; los que no lo son se escriben con minúscula, siempre que nos vayamos a referir por alguna razón a ellos. Dios se escribe con mayúscula porque se refiere al Dios que es persona. Nos referimos al único Dios que ve, nos referimos al único Dios que oye, nos referimos al único Dios que habla, nos referimos al único Dios que huele, nos referimos al único Dios que camina, nos referimos al único Dios que palpa, nos referimos al único Dios que existe, diferente totalmente de los ídolos forjados por el hombre: ¨El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú¨ (Isaías 44:13-17).

Nosotros estamos hablando del Dios de la Biblia, del Dios del que habla la Biblia, nos referimos al Dios que habla en la Biblia.

Pudiendo hacer todo lo que hemos descrito: que ve, que oye, que habla, etc., este Dios sin embargo no es como nosotros, más bien nosotros los hombres hemos sido hechos a su imagen y semejanza (Génesis 1: 26,27). No es como nosotros porque este Dios es Espíritu: ¨Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren¨ (Juan 4:24). Y precisamente por esa condición que nos imposibilita a nosotros los seres humanos poder verlo, él mismo se ha dado a conocer en la persona de Jesús; o sea, que como nadie lo podía ver, él se ha dado a conocer en la persona humana de su Hijo Jesucristo: ¨A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer¨ (Juan 1:18). Estaremos hablando en otro mensaje de todo lo que encierra el misterio de la encarnación. Por ahora nos limitaremos a decir algunas cosas generales con respecto a Dios.

1.- Este es el Dios Verdadero.

Cuando estudiamos las culturas de la tierra vemos que todas ellas tienen sus divinidades. Estas divinidades están relacionadas por lo general con los fenómenos de la naturaleza, como el viento, el fuego, la tierra, el sol, etc. Están relacionadas también con los sentimientos y las cosas intangibles de la mente humana, como el amor y la sabiduría, etc. De otra manera, están relacionadas igualmente con los hechos de la humanidad, con el accionar del hombre, como la guerra, el comercio, el arte, etc.

Las grandes civilizaciones que han existido no han sido ajenas sin embargo a la concepción de la existencia de un ser supremo, a pesar de su grande vitrina de dioses. Por eso encontramos a la cultura egipcia con su Amón Ra, aunque durante el tiempo de akhenaton (entre los años 1353 a 1338 a.C) los egipcios adoraron a Atón, un dios al que llegaron a considerar como el único dios. Seguimos con la cultura persa con su Ahura Mazda, la cultura asirio-babilónica con Marduk, la cultura griega con Zeus y la cultura romana con Júpiter.

En todas estas civilizaciones y muchas más, estas divinidades a menudo se relacionaban con personas humanas. O sea, la representación de estas divinidades estaba personificada por una figura humana, y a veces mitad humano mitad animal (antropozoomorfismo). Recordemos lo dicho por el apóstol Pablo en su carta de Romanos: ¨Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles¨ (Romanos 1:21-23). También los faraones, reyes y emperadores se proclamaban ellos mismos como la personificación de esas divinidades.

Debemos saber que detrás de todas esas aberraciones religiosas está la intervención de Satanás, puesto que en su anhelo de querer ocupar el lugar de Dios él ha colocado a la humanidad perdida en el camino equivocado. Esta pretensión satánica será la que hará que finalmente se manifieste el anticristo.

Este hecho registrado en las diferentes civilizaciones de tener a un dios al que se considera por encima de los demás dioses, nos habla también del gran vacío existencial del hombre. Estas son como ráfagas de revelación que le llegan al hombre acerca de la existencia de ese Dios verdadero, como lo explicó el apóstol Pablo cuando habló a los del Areópago en Atenas, que estaban adorando ¨Al Dios No Conocido¨. En esa ocasión Pablo hizo la siguiente reflexión: ¨porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio¨ (Hechos 17:23). Es por ello que se hace tan urgente siempre, que prediquemos y enseñemos la verdad de las Sagradas Escrituras.

En la Biblia encontramos la batalla que libraron Moisés y Aarón frente a los magos egipcios para demostrar que Jehová es el Dios verdadero. Esta demostración era sobre todo importante para que los hebreos vieran el poder de Dios por encima de los dioses falsos de Egipto. Moisés tenía frente al pueblo de Dios la misión no sólo de liberarles de la esclavitud del opresor humano, sino también y mucho más, librarles de la esclavitud del opresor espiritual, pues ellos se habían acostumbrado en un periodo de cuatrocientos años a una cultura ajena a sus antepasados. Sus antepasados Abraham, Isaac y Jacob eran monoteístas, y Moisés tuvo que batallar duramente con ellos para regresarles a la fe genuina.

En el libro de Exodo Dios mostró, de manera particular, evidencias a Moisés acerca de su gran poder y de su persona, porque Moisés mismo necesitaba estas evidencias para confirmar su fe en el Dios verdadero. Usted puede leer todo el relato de esta experiencia en los capítulos 3 y 4 de Exodo. Toda persona necesita tener algún tipo de experiencia personal como la de Moisés y de esta manera creer en el Dios verdadero y ser salvo.

Dios existe independientemente de mí, de que yo lo crea o que yo lo diga. Pero él no puede hacer nada por nosotros a menos que tengamos fe en él, que creamos en él: ¨Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan¨ (Hebreos 11: 6).

2.- Este es el Dios de Sustancia Compleja.

Dios no es un ser simple, es un ser complejo, tan complejo que si no fuera porque él mismo se revela, para nosotros sería imposible conocerle. Y una de las grandes verdades de la Biblia es que Dios se nos ha revelado, tal y como nos lo dice Hebreos 1:1-3. Porque Dios sabe de nuestra imposibilidad para conocerle, él se ha dado a conocer y se da a conocer aún de múltiples maneras.

Una de las complejidades de Dios es su personalidad, ésta se define en teología como la trinidad de Dios. Este concepto es en sí mismo un elevado misterio que nos plantea que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y todo esto a la vez, y al mismo tiempo. O sea que Dios no tiene un yo como el de nosotros, sino que su yo es complejo, como su personalidad. Este tema de la trinidad de Dios, y cada una de sus manifestaciones, las estudiaremos de manera separada; mientras tanto es necesario que entendamos esta verdad de que Dios se ha manifestado en tres personas y que estas tres personas constituyen de manera misteriosa un único Dios. Aunque es el Dios Trino es también Uno. No creemos en tres dioses, sino en un Dios en tres personas.

Esta personalidad compleja de Dios no nos debe sorprender, puesto que no estamos tratando con un ser cualquiera, sino con el único ser que no puede ser comparado con ningún otro. Dios no tiene paralelo ni como Padre, ni como Hijo, ni como Espíritu Santo. Es por ello que se presenta a Moisés como: ¨YO SOY EL QUE SOY¨ (Exodo 3:14). Y esta expresión, que de múltiples formas repite nuestro Señor Jesucristo en el evangelio según San Juan, es una de las pruebas irrefutables de la divinidad de Jesús, de su relación inseparable con el único Dios; o sea, que Jesús es el Jehová del Antiguo Testamento.

La complejidad de Dios no sólo la vemos en el misterio de la trinidad, sino que la podemos ver en todas las cosas creadas por él. Tanto en la criatura más grande como en la más pequeña, podemos ver innumerables complejidades, magníficos detalles. Pero a pesar de esa complejidad de Dios, él es a la vez simple, fácil. Dios no es pedante, no es vanidoso como nosotros. Es por ello que él puede exhibir su grandeza sin lesionarse él mismo ni lesionar a los demás, cosa esta que es tan difícil con relación al hombre.

Basta sólo ver el cielo en una noche estrellada para que podamos contemplar la gran complejidad del Dios Creador. El rey David exclamó ante la bastedad del universo: ¨Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.¨ (Salmos 19:1).

Cuando planteamos la existencia de Dios nos encontramos con el hecho de que El es, y simplente. El es, siempre ha sido y siempre será. No tiene un principio y no tendrá un fin, más bien él es la razón de ser de todas las cosas. Hay una palabra que define esa complejidad: ¨Todopoderoso¨ (Apocalipsis 1:8). El existe a pesar de la incredulidad o de la negación de los llamados ateos. El no dejará de estar ahí, como no se puede tapar el sol con un dedo y luego decir por eso que el sol no existe. En el libro de Apocalipsis él mismo se presenta como el Alfa y Omega, el principio y fin de todas las cosas (Apocalipsis 1:8).

3.- Este es el Dios Personal.

Este es el único Dios que se relaciona con sus criaturas, no está lejano. A pesar de su trascendencia él se hace inmanente, cercano al hombre. La trascendencia es aquella condición que hace a Dios diferente, separado de su creación y de sus criaturas; y su inmanencia es aquella condición que lo acerca a nosotros. El impulso poderoso de su amor nos invade. No obstante esto, debemos estar muy claros que existe una enorme distancia entre nosotros y Dios, y que debemos guardar con reverencia esa distancia. Pero Dios está muy cercano a nosotros a pesar de la enorme distancia.

Esta distancia es tanto de espacio como de condición moral. En el sentido geográfico nosotros estamos en la tierra y Dios está en el Cielo, un lugar muy lejano. En el sentido moral, Dios es santo, mientras nosotros somos pecadores. Esta condición de pecado nuestra es la que nos mantiene alejados de Dios, tal y como nos lo dice el apóstol Pablo en Romanos 3:23: ¨por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios¨. Y por el hecho de que él es una persona y no una cosa ni una fuerza, sino un ser con sentimientos, es que él se ha preocupado por relacionarse con nosotros, por salvar la distancia que nos separa.

Es por ser persona que Dios se preocupa de manera personal por sus criaturas. Dios no es sólo una inteligencia en el universo, no es un alienígena que se pasea de galaxia en galaxia. Muchos han tratado de reducir a Dios a un simple concepto filosófico y mezclarlo de esa manera en una masa cósmica haciéndolo uno con el todo, pero nada más alejado de la verdad.

La idea equivocada del panteísmo, que plantea que todo es dios, no concuerda para nada con el Dios de la Biblia. Esta idea hace de Dios un ser impersonal, inconsciente; y lo exculpa de toda responsabilidad con su creación y sus criaturas. Quienes plantean este tipo de creencia procuran una clase de Dios que no se inmiscuya en sus asuntos y que no les trace pautas, que no les diga como deben vivir.

El nombre de ese Dios que se relaciona con el hombre se dio a conocer a Moisés en el monte Horeb: ¨Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios¨ (Exodo 3:6). Ante la preocupación de Moisés acerca de la identidad de Dios, vemos que Dios se da a conocer de manera que Moisés lo pudiera entender: ¨Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos¨ (Exodo 3:13-15).

Yo estoy feliz con el Dios personal de la Biblia. Este el Dios con el que puedo hablar, al que le puedo decir mis problemas y con el que puedo contar. Sé que cuando hablo con Dios no estoy hablando conmigo mismo, porque recibo de él las respuestas a mis inquietudes y oraciones.

Sé que Dios se preocupa por el hombre. Dios vino a este mundo por el hombre. Se hizo hombre por causa del hombre, dio su vida por el hombre. El quiere relacionarse con el hombre. Un aspecto sobresaliente de Dios como persona es el hecho de que él es el que toma la iniciativa de darse a conocer: ¨Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero¨ (I Juan 4:19).

Si usted no ha tenido la experiencia personal de conocer a Dios, hoy, ahora, usted puede tener esa bendita experiencia. Recuerde, Dios se ha hecho cercano en la persona de Jesús para que usted lo pueda conocer. Lo único que usted tiene que hacer es creer que Jesucristo vino a este mundo y murió en la cruz, fue sepultado y resucitó al tercer día. Si usted cree esto en su corazón y lo confiesa con sus labios, con su boca; si lo hace suyo y lo repite de manera sincera, la Biblia enseña que usted será salvo.

Leandro González

Mensaje predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao el 10 de enero de 2010.


domingo, 3 de enero de 2010

LA BIBLIA

2 Timoteo 3: 16,17
¨Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra¨.

Todas las religiones tienen sus libros que consideran sagrados. Los creyentes de cada religión consideran las palabras de esos libros como una autoridad, y defienden las ideas y pensamientos contenidos en ellos como si fueran la verdad, y hasta estarían dispuestos a morir por ello. Los seguidores de cada religión creen que lo que sus libros dicen es algo que tiene que ser aceptado incondicionalmente, por cuanto son cosas que están por encima de lo natural, o sea, que no es humano o que no es de este mundo.

Cuando hago esta reflexión estoy pensando en las grandes religiones del mundo, dentro de las cuales está también el cristianismo, cuyo libro sagrado es la Biblia.

Siguiendo con este pensamiento, hay dos grandes religiones más que tienen como tronco común el pueblo Hebreo y parte de su historia; además tienen en común la figura de un hombre: Abraham. Estas religiones tienen en común también que las tres son monoteistas, o sea que creen en un solo Dios, diferente de las demás que son politeistas. Estas religiones son el Judaismo y el Islamismo. Los judaistas tienen parte de la Biblia como su libro sagrado, el Antiguo Testamento básicamente, y descartan el Nuevo Testamento, o sea que la Biblia de los judaistas sólo llega hasta el libro de Malaquías. El libro sagrado de los Islamistas (que son los musulmanes) es el Corán, que aunque tiene algunas referencias a la Biblia, no tiene el carácter único de esta.

Las otras religiones que mencionaré aquí, que también entran en el grupo de religiones mayoritarias por el gran número de seguidores que tienen y por su larga historia, son el Budismo, el confucianismo, el hinduismo y el taoismo. Con relación al budismo, no se puede hablar de un solo libro sagrado, sino que es necesario considerar un canon mucho más disperso; por lo menos tres corrientes del budismo se disputan la autoridad literaria: 1) el canon pali, 2) el canon chino y 3) el canon tibetano.

El canon de la filosofía confucianista, que son las ideas de Confucio, está compuesto por los llamados Cuatro Libros: 1) Gran Saber, 2) Doctrina de la Medianía, 3) Analectas y 4) Mencio. Los libros sagrados de los hinduistas son los libros Vedas que incluyen una gran cantidad de textos antiguos. Dentro de estos se destacan el Upanishad y los cuatro Vedas (Rig Vedá, Láyur Vedá, Sama Vedá y Atarvha Vedá). Finalmente, el libro sagrado del taoísmo es el Tao Te Ching.

Mucho del contenido de estos escritos y mucha de la filosofía de vida y ética que contienen, no necesariamente son contrarios a lo que enseña la Biblia, pero ninguno de estos libros sagrados puede exhibir la grandeza, ni soportar la prueba a la que ha sido sometida la Biblia por el hombre y por las fuerzas del mundo espiritual. Hay mucho de fantasía e imaginación humanas en los libros llamados sagrados de las demás religiones. Pero todo lo que está relatado en la Biblia es auténtico y puede ser corroborado por la arqueología, y no ha podido ser contradicho con éxito, a pesar de los intentos que se han hecho. Todos sabemos de la más reciente saga literaria y cinematográfica del escritor Dan Brown, ¨El Código Da Vinci¨, que con pretendida autoridad busca desacreditar el contenido del texto sagrado de la Biblia.

A este tipo de ataques los creyentes debemos estar listos para presentar defensa de nuestra fe, tal y como nos lo manda la Biblia: ¨sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo¨ (I Pedro 3:15,16).

En esta ocasión tenemos el interés de enseñar el alcance y valor de la Biblia. Este es un tema de gran importancia para todo creyente evangélico, puesto que todo lo que creemos está contenido en este libro santo. La Biblia es el libro de nosotros los cristianos, pero es mucho más que eso. Vamos a ver brevemente que la Biblia es la Palabra de Dios, veremos también que la Biblia es la Verdad, y finalmente veremos que la Biblia es Infalible.

1.- La Biblia es la Palabra de Dios.

La Biblia no es producto de la mente humana, no es un invento de los hombres. ¿Qué hombre podría jamás imaginar siquiera los hechos y los conceptos contenidos en la Biblia? Ni las concepciones mitológicas de la antigua Grecia pueden superar con su grandiosa fantasía las extraordinarias historias reales que se cuentan en la Biblia. Sin ser fantasía, la Biblia deslumbra al lector con sus maravillosos relatos. Cuando los grandes cineastas llevan a la pantalla la narrativa bíblica nos dejan boquiabiertos al recrearnos aquellos acontecimientos tan llenos de dramatismo. Ya sea que se trate de historias del Antiguo Testamento como el cruce del Mar Rojo, o del magnífico relato de la Pasión de Cristo, no hay nada escrito que se pueda comparar con esto. Porque esta es la Palabra de Dios.

Aunque Dios utilizó hombres para escribirla, esta fue inspirada por él mismo. Así nos lo dice el propio texto sagrado: ¨Toda la Escritura es inspirada por Dios¨ (2 Timoteo 3:16). Esto quiere decir que la Biblia tiene un solo autor, Dios. Por medio de su Espíritu Santo, Dios dio, reveló, transmitió al hombre su palabra. El Señor Jesucristo dijo a sus discípulos que el Espíritu Santo les recordaría todas las cosas: ¨Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir¨ (Juan 16:13).

Dios usó hombres a los cuales dictó de manera sobrenatural todo lo que él quería que nosotros supiéramos acerca de él y de su propósito para con la humanidad. A esto se le llama inspiración plenaria o completa, esto significa que todo el contenido bíblico ha seguido una dirección divina, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. En todo el arreglo de ella Dios ha intervenido. Dios no ha dejado al azar nada de lo que tiene que ver con su Palabra. Recordemos el versículo bíblico que dice: ¨Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido¨ (Mateo 5:18). Esto claramente nos quiere decir que Dios se ha tomado su cuidado en el más mínimo detalle del contenido bíblico. Así que cuando tome próximamente su Biblia en las manos sepa que está frente a un libro sin igual, es el libro de Dios. Y es el libro de Dios para nosotros. En él Dios nos señala el camino para que volvamos a El: ¨ Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí¨ (Juan 14:6).

En la Biblia encontramos entonces el registro de los hechos que tienen que ver con las acciones divinas a favor del hombre, y también encontramos las instrucciones de Dios, sus principios y enseñanzas, los cuales son imprescindibles para que nosotros andemos en su voluntad.

Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces es el único libro que puede ser catalogado de esa manera, ningún otro libro puede ser la Palabra de Dios. Lo siento por las demás religiones que tienen sus libros a los cuales consideran sagrados, porque según la propia Biblia lamentablemente tienen que estar equivocados. Según lo que el apóstol Pedro nos dice, nada se compara con la Biblia: ¨Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo¨ (2 Pedro 1:19-21).

Entonces queda claro que la Biblia, y sólo la Biblia es la Palabra de Dios, y por lo tanto para los cristianos es la única fuente de autoridad en materia de fe, conducta, doctrina u opinión de cualquier clase. Todo sentido crítico debe ser sometido al escrutinio de la Biblia.

2.- La Biblia es La Verdad.

Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces la Biblia es la Verdad. Fíjese como nos dice nuestro texto acerca de la Biblia: ¨y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia¨ (2 Timoteo 3:16). La Escritura es confiable, es segura, es certera, es de gran utilidad a la hora de enfrentar la mentira y los errores que vienen disfrazados de verdad y que la propia Biblia denomina como doctrina de demonios: ¨Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios¨ (I Timoteo 4:1). Es por ello que el escritor de la carta a los Hebreos, al igual que Pablo en Efesios 6:17, compara la Biblia con una espada, un arma poderosa que escudriña lo más escondido: ¨ Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón¨ (Hebreos 4:12).

Cuando Jesús estaba siendo interrogado por Pilato, hizo una afirmación desconcertante: ¨Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz¨ (Juan 18:37). Esto provocó que Pilato hiciera una pregunta muy atinada e inteligente: ¨ Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?¨ (Juan 18:38). Pero tal parece que esta pregunta de Pilato fue hecha con un dejo de incredulidad y desprecio pues no esperaba ninguna respuesta. Como muchos hoy, Pilato pensaba que nadie tiene la verdad absoluta, que la verdad es relativa, o sea, que cada uno tiene su verdad. Pilato ignoró la verdad encarnada que estaba frente a él, porque Jesús es el verbo de Dios encarnado, la Palabra poderosa y creadora de Génesis 1:1; la verdad misma, según el propio Jesús lo dijo: ¨Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí¨ (Juan 14:6).

La carta a los Hebreos nos enseña que Jesús es la revelación por excelencia de Dios: ¨Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas¨ (Hebreos 1:1-3). Al decirnos esto, el escritor inspirado nos da la certeza de que estamos ante alguien singular. Y todo esto está relatado precisamente en la Biblia, lo cual hace de este libro la verdad.

Este libro es la verdad o es la mentira más grande que jamás se haya dicho; yo me inclino reverente ante lo primero. Usted sólo puede hacer una de dos cosas con la Biblia, o bien la acepta como la Verdad revelada de Dios y se salva, o mal la rechaza completamente para su eterna perdición. Rechazarla o aceptarla tiene consecuencias eternas.

Lo que está relatado en la Biblia, poniendo de relieve de manera especial la persona de Jesús, es tan extraordinario e incomparable que no puede ser encontrado en ningún otro lugar. Todo lo que la Biblia dice en el Antiguo Testamento acerca de la persona de Jesús se ha cumplido al pie de la letra en el Nuevo Testamento. Y con el cumplimiento de las profecías del Señor al través de la historia y en los hechos del día de hoy, se corrobora la autenticidad del texto Sagrado. Una de las pruebas de que la Biblia es la verdad, que el mundo puede ver con asombroso realismo cada día en los medios de comunicación, son los acontecimientos relacionados con el pueblo judío, una nación que ha soportado todo intento de aniquilación.

Los seres humanos no podíamos ser dejados por Dios a la deriva, a merced de nuestros propios pensamientos e ideas caprichosas. No, de ninguna manera, Dios no podía dejar su creación vagando sin asidero y sin fundamento en el vacío existencial. El no sólo es el Creador del mundo, sino que él lo sustenta, lo cuida, lo dirige, lo guía hasta el fin o propósito que él ha señalado, este es el misterio de la verdad revelada en la Biblia y que los hombres incrédulos se empeñan en negar.

La Biblia es la Verdad, la verdad de todas las cosas, el libro que nos dice como debemos vivir. El libro que traza las pautas de qué es bueno y qué es malo. Si usted quiere saber si lo que piensa, dice o hace es correcto, usted debe examinarlo a la luz de la Biblia. La Biblia es nuestro manual de referencia, es el manual del Creador. Es el libro que nos dice como es que funciona bien el individuo; es el libro que nos dice como funciona bien la familia; es el libro que nos dice como funciona bien la sociedad y el mundo. Si no hacemos caso a esta verdad, viviremos llenos de errores y mentiras, seremos eternamente engañados por el diablo, el enemigo de la Biblia, el enemigo de la verdad, el enemigo de Dios y el enemigo de todos nosotros.

3.- La Biblia es Infalible.

Esto significa que no se equivoca, y no se equivoca porque es la Palabra de Dios, pues Dios no se equivoca. La Biblia es inerrante, no tiene error de ninguna clase. Algunos han tratado de encontrar error en la Biblia pero no han tenido éxito. Pero la Biblia no esconde las equivocaciones éticas cometidas por los hombres que Dios usó para escribirla. Esta es la cosa más grande que demuestra la procedencia divina de la Biblia, que siendo escrita por hombres como nosotros, llenos de debilidades e imperfeccciones, ella es perfecta de principio a fin. Dios no usó a esos hombres porque ellos tuvieran algo especial, sino que más bien, ellos son especiales hoy porque Dios los eligió del montón para usarlos en una tarea tan grande como para escribir su palabra y legarnos a nosotros los hombres su voluntad.

Nuestro texto nos dice más bien que el propósito de la Biblia es hacer perfecto al hombre: ¨a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra¨ (2 Timoteo 3:17). Una cosa imperfecta no puede hacer a nadie perfecto, pero la Biblia hace al hombre y a la mujer de Dios perfectos, porque ella es perfecta. En todo caso el problema de la perfectibilidad no se encuentra en la Biblia, sino en nosotros los hombres que nos negamos a vivir de acuerdo a lo que ella nos enseña.

Ya sea que se trate de cuestiones morales o espirituales, o que se trate de asuntos relacionados con hechos históricos o datos geográficos contenidos en el texto sagrado, la Biblia es confiable. Aunque la Biblia haya sido escrita por seres humanos factibles de error, la Biblia no contiene error alguno, y esto es así porque Dios ha tenido control absoluto de la Biblia y lo seguirá teniendo por toda la eternidad: ¨ El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán¨(Mateo 24:35). La Biblia no es un asunto humano, es un asunto que atañe a Dios, y por lo tanto él se ha encargado y se encargará aún de proteger su integridad.

Si hay una cosa que no está desamparada en este mundo es la Biblia; su existencia y permanencia no depende de ningún poder humano. Aun cuando Dios utilice cualquier poder religioso, político o militar para defenderla, la Biblia es de la exclusiva responsabilidad de Dios. Pero esto no significa que usted no pueda ser parte de los que creen en la Biblia, eso no sólo es bueno que usted lo haga, sino que es imprescindible para poder ser salvo. El hecho de que la Biblia es de la exclusiva responsabilidad de Dios no impide que usted se una a los que la defienden como la Palabra de Dios, es más, ese es deber de todo creyente. Jesús ha dicho de los que se avergüenzan de su Palabra, lo siguiente: ¨ Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles¨ (Lucas 9:26).

Es necesario que crea en la Biblia y lo que ella dice para ser salvo hoy.

Leandro González Peña

Sermón predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana. Enero 3 de 2010.

VIDEO DEL MENSAJE