lunes, 28 de junio de 2010

LA DESCOMPOSICION DEL MUNDO

I Juan 2:17a

¨Y el mundo pasa, y sus deseos¨.

La Biblia aclara que este mundo irá cada día en decadencia. La razón es, que este mundo ha escogido a un amo malo y pervertidor: ¨Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno¨ (I Juan 5:19). Esta es la conclusión a la que llega el apóstol Juan en su primera carta, y Jesús afirma que Satanás es el príncipe de este mundo: ¨y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado¨ (Juan 16: 11).

Satanás es el propiciador de la mundanalidad. El pesca en la turbulencia del mundo. Muchas almas van a la perdición influenciadas por el mismo Satanás en persona. Desde que el hombre pecó, allá en el jardín del Edén, condenó al mundo y a sí mismo a la decadencia. Desde ese día, el hombre, que fue hecho para vivir para siempre, empezó a morir. Es por eso que, desde que nace, el hombre empieza a morir. Y toda la creación fue sujeta a vanidad debido al pecado del hombre: ¨maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida¨ (Génesis 3: 17b).

Los científicos buscan razones fuera de la Palabra de Dios para la explicación de la decadencia del mundo, pero la verdad es una sola, independientemente de cualquiera lectura o interpretación que se le dé al asunto: Todo este mundo está destinado al fracaso por la única razón de que el hombre ha pecado, sigue pecando y seguirá pecando, desobedeciendo a la voz de su Creador.

El hombre promedio dedica muy poco tiempo, o casi ningún tiempo, a la búsqueda de los valores verdaderos. Hay más gente en los lugares de diversión y de ocio, ya sean estos decentes o de mala reputación, que en las iglesias. Esto puede ser un termómetro para medir la temperatura espiritual del mundo.

Por otra parte, son muchos los que van a la iglesia sólo en busca de sanidad para su cuerpo o para su mente, o para sentirse chéveres por un momento con su conciencia. Los comprometidos verdaderamente con la causa de Cristo y que atienden seriamente a sus demandas éticas, son los menos.

No se puede esperar nada bueno de un mundo que es tan liviano en las cosas espirituales. Uno cosecha lo que siembra. Por este motivo, quiero que veamos cuánto tiene que ver el hombre con esta descomposición cósmica:

1.- El Hombre es Responsable de la Descomposición del Mundo.

Satanás tiene su culpa, pero el hombre también tiene la suya. Satanás no puede obligar a nadie a pecar. El hombre elige pecar por su propia cuenta. El hombre no puede excusarse delante de Dios. No puede decir que no sabía, no puede alegar ignorancia, pues Dios ha puesto en él una conciencia moral, discriminatoria, para distinguir lo bueno de lo malo. Dios dijo al hombre y a la mujer desde el principio qué es bueno y qué es malo: ¨Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás¨ (Génesis 2: 16,17).

Así que el hombre decidió pecar por su propia voluntad. Desde entonces, todo ser humano nace con la tendencia al pecado y a toda clase de maldad. Los individuos determinan dejarse dominar de sus instintos o educarse en este sentido, pero no tienen potestad para despojarse del todo del poder del pecado que mora en ellos. Podemos pecar, pero no podemos justificar nuestros pecados, que es lo mismo que decir, que podemos hacer cosas malas, según nuestros instintos nos insinúen, pero no podemos justificar nuestros malos actos, ni decir que no somos responsables de los mismos.

A pesar de ello, muchos dicen que no son responsables de sus inclinaciones pecaminosas, y se atreven a alegar, incluso, que Dios los hizo así. Esto es equivalente a decir, que Dios fue quien propició que el hombre pecara, o que Dios es el responsable del pecado en el hombre; pero esto está divorciado de la verdad. Dios no puede propiciar el pecado, pues él es Santo; Dios más bien aborrece el pecado. Así que, Dios no puede estar de acuerdo con nuestras acciones pecaminosas y mucho menos fomentarlas.

El carácter santo de Dios le hace repudiar el pecado y establecer leyes para enfrentarlo y condenarlo. De otra manera, Dios no puede estar de acuerdo con una cosa que él ha condenado. De hecho lo que define el pecado es precisamente todo aquello que viola o transgrede la ley de Dios: ¨Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley¨ (I Juan 3: 4). Si Dios condena la homosexualidad o la pornografía es porque considera que eso es dañino para el hombre y ofensivo para él. Ninguna persona que hace alguna de estas cosas puede justificarse diciendo que actúa de una forma depravada porque Dios lo hizo así.

Mientras el hombre continúe en su estado caído y se justifique a sí mismo, el mundo entero irá en decadencia, y esta decadencia dará al traste con todo el orden tal como lo conocemos hoy. Será una nueva raza de redimidos la que podrá ser parte de ese nuevo mundo que el Señor Jesucristo está preparando para ese gran día: ¨En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros¨ (Juan 14: 2).

Entendamos esto: Somos el producto de la procreación, donde intervienen nuestros padres, y Dios colocó allí, en ese óvulo que estaba en el interior de nuestra madre, un alma única, un ser distinto y especial. Pero lamentablemente, de nuestros padres pecadores, heredamos el germen del pecado. Así que cada persona hereda la inclinación al mal, y tarde o temprano el poder del pecado se manifestará en nosotros. El pecado en nosotros es la obra de Satanás a quien le permitimos ser parte de nuestra vida el día que desobedecimos a Dios.

Es por esto que vino Cristo, dice la Biblia, ¨para deshacer las obras del diablo¨: ¨Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo¨ (I Juan 3:8). Es por esta causa que se hace necesario que uno nazca de nuevo, que sea hecho una nueva criatura. En este sentido el hombre que ya ha nacido de carne y sangre y de voluntad de varón, ahora necesita nacer de Dios: ¨Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios¨ (Juan 1: 12,13).

De todo este importante asunto nos habla la Biblia, es por ello que las personas deben conocer el evangelio. El evangelio nos habla del nuevo nacimiento, una condición que le permitirá al hombre ser parte del nuevo mundo que Dios creará.

2.- El Hombre Responderá Ante el Tribunal de Dios por Causa de la Descomposición del Mundo.

Muchas personas prefieren pensar en un Dios bueno, amoroso y compasivo, y no están de acuerdo con un Dios que ejecuta juicios y destrucción. Cualquiera que lea la Biblia se dará cuenta que si verdaderamente Dios es bueno y amoroso, también es cierto que su carácter justo y santo le obliga a actuar con severidad frente al pecado. Sólo una persona que no conozca la Biblia justificaría la idea de un Dios permisivo.

La Biblia está repleta de los juicios de Dios obrados en contra de personas, de pueblos y de todo el mundo. Basta con ver el diluvio universal para percatarnos de la severidad divina frente al pecado global (Génesis 6,7,8). Basta con ver la historia de lo que le pasó a las ciudades de la llanura, a Sodoma y a Gomorra, para darnos cuenta de cuánto puede llegar a ser el furor de Dios ante el pecado de toda una nación (Génesis 19). Basta ver el ejemplo que encontramos en el Nuevo Testamento, precisamente del castigo individual, cuando Dios castigó con la muerte a Ananías y a Safira por haber mentido al Espíritu Santo (Hechos 5: 1-11).

No me cabe la menor duda de que Dios manifestará con gran ira su indignación contra este mundo pecador. Dios tiene Razones de sobra para destruir a este mundo.

De ninguna forma podría yo, ni me atrevería a, disculpar a Dios en su derecho de hacer con este mundo lo que él quiera, pero es importante que sepamos que el propósito de Dios no es destruir el mundo que él con tanto amor hizo, sino que lo que Dios anhela es que el hombre se arrepienta: ¨El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento¨ (2 Pedro 3: 9). Estoy seguro que si la humanidad toda se arrepintiera de sus pecados y manifestara fe verdadera en Jesús, este mundo no sería destruido del todo, sino que fuera restaurado, regenerado y vuelto a su estado original. Pero como eso evidentemente no ocurrirá, la Biblia nos dice que, el mundo, tal como lo conocemos ahora, no existirá un día, y que luego de esa destrucción universal, que será con fuego, Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva.

¿Se da cuenta cuán devastador es el pecado, cuyas consecuencias afectan a todo el universo? Todo esto por causa del hombre, quien es la razón de ser de la creación de Dios. Todo lo que Dios creó en este mundo lo puso en las manos del hombre, este mundo lo hizo Dios para el hombre: ¨Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar¨ (Salmo 8: 5-8).

3.- El Hombre Lleva Este Mundo Hacia la Destrucción.

No hay esperanza para este mundo guiado por el hombre pecador. Este mundo en las manos del hombre pecador va por mal camino. Se hace urgente que los cristianos oremos más por este mundo, para ver si podemos terminar de vivir los años que le quedan a este mundo en relativa calma en medio de tanta barbarie que a diario tenemos que vivir. El destino del mundo no es nada deseable según el panorama que nos presenta la Biblia.

Aquellos que tienen un concepto optimista del mundo se niegan a ver la realidad en que vivimos y dan la espalda a las profecías bíblicas que son tan categóricas en este sentido. A este mundo no le espera nada bueno.

Los hombres de ciencia están preocupados por el deterioro que presenta nuestro planeta en todos los órdenes. Las condiciones climáticas cada día se vuelven más insoportables, y cambios bruscos en el ecosistema están provocando un enorme desequilibrio cósmico, que ha de degenerar en un posible cataclismo de magnitudes insospechadas.

Pero sin embargo, toda esta preocupación de los científicos concuerda con lo que ya el Señor nos había advertido por medio del profeta Isaías: ¨He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes¨ (Isaías 13: 9-11). El propio Señor Jesucristo confirma y aumenta esta profecía en Mateo 24:29: ¨E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas¨.

Todo esto obedece a la ira de Dios que será derramada sobre este mundo contra los hijos de desobediencia, algo muy parecido a lo que ocurrió en Egipto cuando Dios castigó al Faraón y lo que ocurrió en Sodoma y Gomorra cuando Dios arrasó con estas ciudades llamadas ¨impenitentes¨. La condición actual de este mundo concuerda perfectamente con la condición del mundo en los momentos en los que Dios ejecutó estos juicios. Lo que cada persona debe hacer es arrepentirse, porque el desenlace final de este mundo está cerca.

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 27 de Junio de 2010.


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